Matthews aprueba el único examen a los sprinters

Puesto el foco en los ojos de Contador y de Valverde, el resto era tiniebla. Faltaba una etapa de claridad, de cielos despejados, sin demasiado sol, sin demasiadas nubes, para quienes mantenía las ojos abiertos, Y, lógicamente, la mirada estaba puesta en Vitoria, la única etapa razonable para los ciclistas de manillar, riñón y gemelos, es decir los sprinters que reclaman su lugar en las carreras, tan vilipendiados como están por el sentir general que atribuye solo a la montaña el interés de las carreras, aunque en las cimas de las montañas tantas veces se resuelvan las etapas al sprint.

Así que la etapa intermedia de la Vuelta al País Vasco, la que llegaba a Vitoria, la que transcurría por la llanura, y además sin viento, plena de sol y algunas nubes que más que molestar, miraban, se la llevó un sprinter nato, un australiano criado en Ordizia, Matthews, un surfero de tierra adentro que aprovechó el lanzamiento de un maestro del sprint, Gerrans, para coger la punta del alfiler y dar las puntadas justas para coser el traje en la meta..

Matthews, entre Valverde y Contador, entre los focos directos que alumbran las caras de los protagonistas, pero que ayer no tenían secuencias y descansaban. El principio de la película lo escribió Rubén Fernández, del Caja Rural, pero su papel se acabó a 33 kilómetros de final. Luego, en una secuencia corta, Mathews se comió la cámara de la etapa. Lo que Tony Martì había hecho en una contrarreloj personal, lo hizo el australiano en medio kilómetro. Suspenses del ciclismo.