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Perbet, en el último suspiro

El francés da la victoria al Villarreal con un gol en el descuento ante un hermético Levante y acerca a los amarillos a Europa

Los jugadores del Villarreal celebran el gol de Perbet
Los jugadores del Villarreal celebran el gol de PerbetDomenech Castelló (EFE)

Una carrera hacia el terreno de juego de Marcelino, exultante y feliz, liberaba la tensión del técnico de un Villarreal que alcanzó la victoria en el último suspiro, en un cabezazo de Perbet en el segundo final de partido, cuando todo parecía que quedaría en nada, que la propuesta de siempre del Levante, resultaría efectiva como acostumbra. Tras cuatro partidos consecutivos sin lograr los tres puntos en El Madrigal, el delantero francés dio un triunfo al Villarreal que le acerca casi definitivamente a las puertas de Europa.

Le resultó un mundo y mucho sudor al Villarreal llevarse los tres puntos. Contemplar al levante resulta una secuela, un déjà vu, tener la sensación de haber visto el mismo partido decenas de veces. Funcionarial y mecánico, el Levante es un muro sin grietas, desesperante para el contrario. No concede espacios, solo el balón al que desprecia, al que utiliza lo justo y le saca un rendimiento máximo. Se venció en el instante final por la fe de un Villarreal que ha perdido dulzura.

Villarreal, 1 - Levante, 0

Villarreal: Asenjo; Mario, Musacchio, Pantic, Jaume Costa; Óliver Torres (Aquino, m. 46), Pina (Manu Trigueros, m. 46), Bruno (Nahuel, m. 72), Cani; Jonathan Pereira y Perbet. No utilizados: Juan Carlos; Jokic, Gabriel y Joan Román.

Levante: Keylor Navas; Vyntra, David Navarro, Juanfran, Nikos; Diop (El Adoua, m. 80), Simao; Pedro López (Héctor Rodas, m. 87), Víctor Casadesús, Rubén; y Baba (Ángel, m. 59). No utilizados: Javi Jiménez; El Zhar, Pedro Ríos, Xumetra y Ángel.

Gol: 1-0. M. 95. Perbet.

Árbitro: Hernández Hernández. Amonestó a Manu Trigueros, Diop, Pantic y Nikos.

Unos 18.000 espectadores en El Madrigal.

El esférico resulta en ocasiones un extraño para el Levante. La mayoría de veces corre detrás de él. Y no le importa, lo tiene asumido. Ante el Villarreal, mucho más dotado técnicamente, no fue una excepción. El conjunto de Caparrós se amontonó entorno a Keylor Navas a esperar acontecimientos y que el Villarreal no encontrara el camino hacia su portería. El partido pues, solo tuvo una única dirección. Atacaba el Villarreal y defendía el Levante. Al conjunto granota le quedaba alguna acción esporádica o a balón parado con lo que inquietar a los amarillos. El equipo de Marcelino necesitaba velocidad en la circulación y esmero en el pase si quería desmontar el tupido andamiaje levantinista. Y que aparecieran los creativos, Cani y Óliver Torres, anulados en un principio por el trabajo solidario de apoyos y coberturas azulgranas.

Una vez más, el Levante se sentía cómodo con la situación, atreviéndose incluso a asomarse con timidez al área de Asenjo. En la contraria, Keylor Navas se encontraba inesperadamente inactivo. Solo una acción de Jonathan Pereira sacó a relucir los reflejos del meta costarricense en el primer acto en el que se ganó el sueldo pateando el balón hacia la parcela contraria. Marcelino vio claro que su equipo no funcionaba, previsible y pausado en el despliegue. Y tras el descanso introdujo a Aquino y Manu Trigueros buscando velocidad y verticalidad. Surtió el efecto esperado por el técnico asturiano en un principio. Villarreal acentuó un dominio con más picante y pasión. Resultó ficticio, un espejismo, nada que contrariase a un Levante que no le importa atrincherarse. Por si fuera poco, el Villarreal se quedó sin Bruno, sin su brújula, sustituido por el joven argentino de 17 años Nahuel.

El Levante tenía el partido donde se propuso. Y quería más. Y se atrevió a soltarse, lo que abrió un encuentro blindado hasta el momento. El Levante se dio cuenta que no le convenía un ir y venir y regresó a la cueva, sumando un central más a la nómina de defensas y poniendo en práctica el manual de perder tiempo que tan bien practica. Cinco minutos de descuento concedió el árbitro. Y Perbet aprovechó el segundo final.

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