La paradoja de Raikkonen

Si los responsables de Mercedes llevan dos años tratando de complacer todos los deseos de Lewis Hamilton por más estrafalarios que puedan ser, en Ferrari ocurre algo del estilo con Kimi Raikkonen desde enero de este 2014, aunque las exigencias o más bien manías del finlandés no tengan nada que ver con los caprichos que constantemente tiene el británico, encantado con el papel de superestrella que le brinda la escudería alemana. El finlandés y el británico no tienen nada que ver si no fuera porque cada uno de ellos posee un título y porque los dos han compartido equipo con Fernando Alonso; Hamilton en McLaren (2007) y Raikkonen ahora en Ferrari. Sin embargo, la gente que trabaja con ellos sí que podrían sentarse a hablar de cómo resolver las situaciones comprometidas que pueden llegar a generar. Quede claro que las fantasías del chico de Tewin son mucho más exóticas que las del de Espoo, pero eso no significa necesariamente que las del segundo sean más fáciles de complacer. El quid de la cuestión es la tremenda sensibilidad que tiene y sus reticencias a la hora de adaptarse a los cambios. Son los demás elementos los que han de acercarse a él porque él no se moverá ni un milímetro. Y eso ocurre con todo, desde la naturaleza del coche que pilota, al casco, el mono o los guantes que usa.

El equipo tiene que adaptarse a Kimi. Alonso se acopla a lo que le dan” Marc Gené

“El equipo tiene que adaptar el F14T a Kimi mientras que Fernando se acopla mejor a lo que le dan”, argumenta Marc Gené, probador de la escudería italiana. Eso significa, por ejemplo, que la dirección asistida tiene que ejercer una presión determinada en sus brazos —en Lotus, el año pasado, las pasaron canutas para encontrarla—, o que la inercia del coche en la entrada de los virajes también debe ser una concreta. En ese sentido, al nórdico le penaliza más que a otros la tendencia generalizada de los modelos de esta temporada, muy sobreviradores (en curva, el culo quiere adelantar a la parte delantera), porque a diferencia de la mayoría él emplea más el gas y menos el volante. Si percibe que pierde la parte trasera levanta el pie del acelerador y con ello pierde tiempo. Cuando Raikkonen se mete en un bólido que gira a su gusto y además es competitivo, resulta prácticamente imbatible. A estas alturas de la película, su problema es que ni el Ferrari es rápido ni tampoco gira como él quiere, y por ahí se entiende la diferencia de puntos que le separan de Alonso en la tabla (18) cuando solo se han celebrado dos grandes premios, además de la mala suerte que tuvo en Malasia al pinchar a las primeras de cambio.

No obstante, esa poca cintura que demuestra tener el último campeón del mundo que se ha coronado con Ferrari (2007) no se limita únicamente a su monoplaza. Él no se casa con nadie en cuanto al material que emplea, y si llega un punto en que se siente insatisfecho cambia de fabricante y listos, lo demás le importa un bledo. El ejemplo del casco es uno de los más reveladores. Ferrari tiene un acuerdo con la marca alemana Schuberth, que teóricamente debe suministrar material a todos sus pilotos. Alonso lo lleva pero Raikkonen no (él emplea Bell), por más que el logotipo de la compañía francesa no aparezca en ningún lado por cuestiones evidentes. Y lo mismo ocurre con el calzado: la escudería italiana tiene un acuerdo global con Puma, pero él prefiere seguir con sus Alpinestars de siempre. Toda una paradoja que alguien que se apoda Iceman [Hombre de Hielo] por su frialdad sea a la vez tan sensible.