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Diego Costa doma San Mamés

El delantero rojiblanco silencia al estadio bilbaíno con sus arrancadas y con el tanto del empate, y se convierte en el gran líder anímico y sobre el césped para el Atlético

L. J. MOÑINO
Diego da Silva Costa celebra su gol en el estadio bilbaíno.
Diego da Silva Costa celebra su gol en el estadio bilbaíno.RAFA RIVAS (AFP)

En el fútbol, a veces, los silencios hablan. Y los de San Mamés, cada vez que Diego Costa corría al espacio, transmitían el miedo a un delantero que parece gustarse en este escenario, al que domó y acalló. Ya castigó al Athletic en la Copa con el gol que suponía la primera derrota de los leones en su nuevo recinto. Y volvió a ser fundamental para propinarle una nueva derrota en Liga. Marcó, corrió, chocó. Una tortura que no olvidarán ni Laporte ni San José.

Entre los convencidos de que el Atlético puede pelear la Liga hasta el final Diego Costa es uno de los grandes abanderados. En los últimos partidos no solo ha sido decisivo con sus goles —ha marcado en los últimos cuatro partidos—, sino que sus compañeros han observado a un jugador con un hambre que contagia. De todos en el vestuario es el que viene más de abajo y no parece querer dejar escapar una oportunidad que parece única. Lleva varias demostraciones de ambición en situaciones límite que tranquilizan a sus compañeros. Juegan con la sensación de que tarde o temprano solucionará el partido. En San Mamés, reanimó un equipo que no está acostumbrado a iniciar los encuentros con ese nerviosismo atrás ni tan alocado e impreciso con la pelota incluso en sus circuitos más sencillos. No está entre los registros del Atlético despistes como el que generó el gol de Muniain. Un balón largo y vertical, contra los que Godín y Miranda no suelen sufrir, acabó dentro de la portería de Courtois, que midió mal su salida y facilitó el globo del menudo delantero. Las otras dos grandes ocasiones del Athletic fueron por errores propios. Una prolongación de Aduriz para Susaeta, en otro balón largo y vertical, que estuvo a punto de colarse de la misma manera que el primer tanto. La otra fue un error de Godín que rompió con toda la ortodoxia del manual del central al querer recortar hacia dentro ante De Marcos, que le birló la pelota y remató alto ante Courtois.

El hispanobrasileño es uno de los grandes convencidos de poder conquistar el título

En ese escenario, con errores puntuales de su equipo, se manejó Costa, que levantó a los suyos a la primera carrera al espacio que protagonizó. Le asistió Koke y se plantó solo ante Gorka, que ya caído en el suelo le sacó el remate con el codo. Ya no pudo el meta del Athletic pararle el siguiente uno contra uno, propiciado por un error en una entrega de Iturraspe que Koke convirtió en un despeje orientado. La medición de la carrera de Costa con San José fue sonrojante para este último, que vio cómo pese a partir con ventaja fue reventado y aventajado en un par de cuerpos. Suficientes para que el goleador hispanobrasileño anotara su gol 25 en esta Liga y el número 100 en su carrera. Este curso, entre todas las competiciones, acumula ya 30.

Logrado el empate, ya cada carrera de las suyas fue un suplicio para San José y Laporte. Hubo un momento en el que cada desmarque suyo generaba ese silencio temeroso en las gradas cuando aprecian un peligro constante. No hubo carrera que perdiera, en una actuación memorable. Siempre jugando al límite del fuera de juego, girándose y percutiendo por un costado o por otro. En una de esas caídas a banda volvió a romper a San José, le dio un taconazo a Filipe Luis y este centró al segundo palo donde Raúl García, extrañamente, empaló mal el remate.

El goleador levantó a los suyos con sus carreras al espacio, lanzado por Koke

No dejó Costa de sembrar el pánico en las gradas y las dudas en la defensa del Athletic en el segundo tiempo. Nada más iniciarse volvió a romper a la adelantada defensa de Valverde, aunque en esa primera cabalgada del segundo tiempo cruzó demasiado el remate. Toda pelota larga que le llegaba pintaba para gol y la siguiente le tocó padecerla a Laporte, que pudo hacerle penalti tras tragarse el recorte. Impotente, la siguiente ocasión en la que se midieron tuvo que detenerle la carrera y vio la amarilla. Para entonces, ya había marcado Koke un gol que culminaba la remontada de un equipo que enseñó carácter de campeón. Con Costa a la cabeza, intratable, abucheado por San Mamés, pero también muy respetado como indicaban esos silencios. El último, otra exhibición de zancada, acabó con la expulsión de Laporte.

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Sobre la firma

L. J. MOÑINO
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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