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Milenario amargado

Wenger sufre una goleada muy dolorosa ante el Chelsea (6-0) el día que cumple 1.000 partidos como entrenador del Arsenal

Wenger, este sábado en Stamford Bridge.
Wenger, este sábado en Stamford Bridge.ANDY RAIN (EFE)

En la historia del esperpento de la Premier ha entrado el árbitro Andre Marriner al expulsar este sábado a Gibbs (m. 17) por una mano de Chamberlain, que se había lanzado a su izquierda para desviar un tiro que iba fuera de Hazard. El penalti, transformado por el mismo Hazard, y la expulsión alucinante de Gibbs encarrilaron una goleada del Chelsea (6-0) muy amarga para Arsène Wenger en su partido número 1.000 al frente del Arsenal. Eto'o, Schürrle, Hazard, dos veces Oscar y otra Salah fueron los anotadores. En 11 enfrentamientos directos, Wenger nunca ha podido con Mourinho. "Specialists in failure [especialista en fracasos]", le cantó la grada de Stamford Bridge al técnico francés. "Queremos que renueves", le remataron. Cómo se sentiría Wenger que abandonó el estadio sin ofrecer la habitual conferencia de prensa. El Arsenal ha sido barrido este curso en sus visitas a Stamford Bridge, el campo del Manchester City (6-3) y el del Liverpool (5-1).

Ninguna derrota podía dolerle tanto a Wenger, como esta procedente del colega Mourinho, que le había tachado de "especialista en fracasos". Y más en una fecha tan solemne. "Ha sido culpa mía, asumo toda la responsabilidad", reconoció más tarde Wenger. El tiempo al frente de los gunners lo convierte en una leyenda, por mucho que haya dos partes: una etapa de gloria, la primera (desde 1996 hasta 2005) y otra mucho más gris (los últimos nueve años). Tras la retirada de Ferguson en verano pasado, el preparador francés lleva en el cargo más que los otros 19 entrenadores de la Premier juntos. Su equipo se ha clasificado para la Champions en los últimos 16 años, superando la primera fase en 14. La frustración es no haberla ganado nunca (perdió la final ante el Barça en 2006). Ahora bien, en la lista de dinero gastado en traspasos de la Premier de los últimos 10 años, el Arsenal estaría el cuarto por la cola, con un dispendio anual medio de 2 millones de euros frente a los 63 del Chelsea, 55 del Manchester City y los 22 del United.

Títulos

3 Premier League (1997-98, 2001-2002 y 2003-2004)

4 FA Cup (1997-98, 2001-2002, 2002-2003 y 2004-2005)

4 Community Shield (1998, 1999, 2002 y 2004)

Antes de Wenger, ningún entrenador de fuera de las islas había triunfado en la Premier. Ni nadie creía que pudiera hacerlo. Su éxito fue casi instantáneo. Aunque su llegada supuso casi un shock cultural en el Arsenal. Eran los tiempos en los que el capitán de los gunners, Tony Adams, y sus compañeros podían beberse una treintena de pintas de cerveza por cabeza en una tarde-noche de sábado en cualquier pub de Londres. Comían una "orgía de caramelos y de barras de chocolate", según lo describió Wenger, y venían de haber hecho cierta fortuna en el campo con el "boring, boring Arsenal [aburrido]" de George Graham. La primera victoria, ante el Blackburn Rovers, en octubre de 1996, acabó con una rebelión. Wenger se sentó en la parte delantera del autobús, feliz en el viaje de regreso a Londres. Al fondo, los jugadores sabían que su vida había cambiado para siempre. Tony Adams e Ian Wright comenzaron a cantar: “Queremos que nos devuelva nuestro chocolate”. Semanas antes, en la derrota a domicilio contra el Aston Villa (2-0), el técnico francés había notado un silencio sepulcral en el descanso. “Le pregunté a mi fisio, Gary Levin, qué pasaba. ‘Tienen hambre, no les he dado el chocolate”, relata Wenger.

En una decisión esperpéntica, el árbitro expulsó a Gibbs por manos de Chamberlain

Arsène llegó en 1996 al viejo Highbury, alto, delgado, con esas gafas de profesor de geografía. Tenía ansias por enseñar. Una nueva filosofía basada en la ciencia aplicada al deporte. Sustituyó el alcohol por agua y los caramelos por suplementos energéticos. Hizo levantarse a los jugadores a las ocho de la mañana para estirar en los días de partido, pese a que jugaban a las tres de la tarde. Le dio un toque de sofisticación al equipo, una vuelta completa al estilo. “Era excitante jugar en ese equipo. Tenías siempre cinco opciones de pasar el balón: Vieira, Anelka, Overmars, Parlour, Bergkamp”, recuerda el lateral Lee Dixon. El fútbol era fresco y la Premier experimentaba algo nuevo. Su compromiso siempre fue jugar con clase, queriendo la pelota, y sabiendo qué hacer con ella. Los resultados se pusieron de su parte en varios dobletes hasta la temporada invencible de 2003-04, cuando permaneció 49 partidos invicto. Y tocó el cielo en choques como el de Elland Road, en 2003, al anotar cuatro goles en 50 minutos al Leeds: dos de Henry, uno de Pirès y otro de Gilberto Silva. 

Balance de partidos

Partidos totales Victorias Empates Derrotas Goles a favor Goles en contra
1.000 579 223 198 1845 967

Después de la Copa inglesa de 2005, sin embargo, la magia se extravió. Tiempos duros en los que hubo muchos errores en los fichajes. "No compramos superestrellas. Las fabricamos", presumió una vez el entrenador francés. Özil, el pasado verano, fue la excepción a la regla. Había una explicación económica, restringido el presupuesto por la construcción del Emirates, el nuevo estadio. Pero no solo eso. Algo más debería justificar porqué este Arsenal siempre empieza las temporadas prometiendo la luna y las acaba condenado a la medriocridad. “Hoy podemos competir económicamente con los grandes otra vez”, dijo recientemente Wenger. Hoy no lo habría dicho. "Es uno de mis peores momentos", ha reconocido este sábado el técnico que ha construido un imperio deportivo en el Arsenal. Un hombre desconocido fuera de los terrenos de juego. En 17 años y medio, no se le ha visto compadreando con periodistas y apenas concede entrevistas individuales. Nadie conoce el nombre de su mujer porque así lo ha querido él. Respeta a todos, pero puede ser muy ácido después de una derrota: rompió oficialmente relaciones con Alex Ferguson. Le gusta hablar de fútbol y todavía le brillan los ojos al charlar sobre un gol fabuloso. Y sabe reírse de sí mismo, según contó Adams, como cuando acabó hecho un ovillo tras meterse en un partidillo con los jugadores. "Terriblemente torpe", lo definió Adams.

Pasará Wenger, quedará su ideario. "Siempre debes tener en la cabeza que quieres que la gente se despierte con ganas de ir al estadio. Y que vuelva a sus casas habiéndose divertido. La prioridad de los profesionales del fútbol no es solo ganar sino hacer que la gente descubra el placer de observar algo bello”. Para ello, Wenger soñaría con recuperar los futbolistas que tanto le hicieron disfrutar. Como los propuestos por The Guardian en una alineación ideal de los 1.000 partidos de Wenger: Seaman; Dixon, Adams, Campdell, Cole; Pirès, Vieira, Fàbregas, Overmars; Bergkamp y Henry.

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