Rejón del Liverpool
Dicen que se odian tanto que el capitán del Liverpool, Gerrard, no ha querido nunca tener una camiseta del United en su colección. A pesar de la multitud de derbis locales o regionales, la rivalidad entre el Liverpool y el Manchester es de una intensidad solo comparable a la que enfrenta en la Liga al Barcelona y al Real Madrid. Ayer, el Liverpool clavó un rejón dolorosísimo en el orgullo del United en el mismísimo Old Trafford. No por el resultado (0-3), similar al 1-4 de 2009, sino por la manera. Y por simbolismo que eso tiene.
Hace un año, el United lideraba la Premier con 74 puntos, 29 puntos más que el Liverpool. Hoy el Liverpool suma ya 62 y está a cuatro del líder Chelsea pero con un partido menos. El United en su primer año sin Ferguson cuenta tan solo 48 puntos y está ya a 12 de los puestos de la Liga de Campeones, un torneo que empieza a ser una quimera. Tras la humillación de ayer, el partido de vuelta del miércoles ante el Olympiacos, en el que ha de remontar el 2-0 de la ida, se ha convertido en la cita más importante para Moyes en lo que va de temporada. Todo indica que ha de ganar la Champions este año para jugarla el que viene.
Para el Liverpool, lo de ayer en Old Trafford es una inyección de caballo de adrenalina y la certidumbre de que, digan lo que digan los expertos y el propio entrenador, Rodgers, está en la carrera del título por primera vez en muchísimos años. Ayer, la pareja más mortal de la Premier, la que forman Suárez y Sturridge, entró como cuchillos en la mantequilla de la defensa del United, cubiertos por el diamante que formaron Sterling arriba, Gerrard detrás y Henderson y Allen en los volantes.
La victoria en Old Trafford es una inyección de caballo de adrenalina y la certidumbre de que están en la carrera del título
Señal de que los tiempos están cambiando, el árbitro se atrevió a señalar tres penaltis contra el United. Sí, ¡tres! Steven Gerrard convirtió los dos primeros y envió el tercero al poste. Suárez enmendó poco después el error de su capitán y marcó el 0-3, cortando de raíz cualquier posibilidad de milagroso retorno del United como en los viejos tiempos. Tampoco pareció nunca posible. Primero, porque sea por falta de moral, por falta de forma o por exceso de años, el United ya no está para milagros a pesar de contar arriba con jugadores de la calidad y experiencia de Rooney, Van Persey y Mata, y de la proyección de Janujaz y Welbeck.
El que se lo come todo es el Liverpool. Suárez ha contagiado a sus compañeros su irrefrenable ansia de balón, de victoria, de gloria. Comedido este año en la medida que puede comedirse un jugador de su talante, el uruguayo se está convirtiendo en candidato único a jugador del año.
Horas después, el Arsenal obtuvo una victoria muchísimo menos brillante en campo de su eterno rival local, el Tottenham (0-1), completando lo que ha sido una jornada negra para el Chelsea tras su derrota en campo del Aston Villa (1-0) y la victoria del Manchester City en el siempre difícil desplazamiento a Hull (0-2). Quizá la mayor pataleta de Mourinho es que apenas puede escudarse en las expulsiones tardías de Willian (minuto 68) y Ramires (93) porque el City ganó en Hull a pesar de que su capitán y bastión de la defensa, Kompany, vio la roja directa cuando aún no se habían jugado 10 minutos. El Chelsea sigue líder, pero con una engañosa ventaja: lleva tres partidos más que el City, al que le saca seis puntos, y uno más que Liverpool y Arsenal, a los que aventaja en cuatro.
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