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Maldito recreo

El Madrid vuelve a sacudir al Schalke, pero un partido distendido queda marcado por la gravísima lesión de Jesé Cristiano y Morata, goleadores con un gran Bale como asistente

José Sámano
Kolasinac carga sobre Jesé, que acabó la jugada lesionado.
Kolasinac carga sobre Jesé, que acabó la jugada lesionado. Denis Doyle (Getty Images)

Lo que iba a ser un juego de niños lo fue para Cristiano, pero acabó mal para uno de ellos. De sopetón, cuando el partido ni había espabilado, a Jesé le atropelló un tráiler llegado de Bosnia que pareció todo un convoy. Kolasinac, lateral zurdo del Schalke, sobrecargó al halagüeño jugador canario y, para mayor desgracia, el corpachón del bosnio, por encima de los 80 kilos, cayó sobre la rodilla derecha del madridista. El diagnóstico, pesadumbre total: el ligamento cruzado astillado. Una baja para unos seis o siete meses como mínimo. Y justo cuando, a sus 21 años, el chico estaba más cerca que nunca de la gloria. A su edad, y con su pétreo forro muscular, Jesé tiene retorno. Cabe esperar con optimismo que lo suyo solo será un paréntesis. La desdicha de Jesé retrasó la puesta en escena del Madrid, que dio la sensación de quedar sonado, con la mente en el compañero desventurado. Y con todos en alerta, por si acaso alguien más metía la pata.

MADRID, 3-SCHALKE, 1

Real Madrid: Iker Casillas; Nacho, Varane, Sergio Ramos (Carvajal, m. 69), Coentrão; Illarramendi, Xabi Alonso (Casemiro, m. 46), Isco; Jesé (Bale, m. 8), Morata y Cristiano Ronaldo. No utilizados: Jesús Fernández; Pepe, Marcelo y Di María.

Schalke: Fährmann; Hoogland, Höwedes (Papadopoulos, m. 58), Matip, Kolasinac; Ayhan (Annan, m. 80), Neustädter; Obasi, Draxler, Meyer; y Huntelaar (Szalai, m. 46). No utilizados: Hildebrand; Max, Goretzka y Boateng.

Goles: 1-0. M. 21. Cristiano Ronaldo. 1-1. M. 31. Hoogland. 2-1. M. 74. Cristiano Ronaldo. 3-1. M. 75. Morata.

Árbitro: Sergei Karasev (Rusia). Amonestó a Illarramendi y Papadopoulos.

Unos 75.000 espectadores en el estadio Santiago Bernabéu.

En un duelo que ya de por sí presagiaba algo parecido a un partidillo, fue el relevo del canario el primero en enchufar a un Madrid sobrecogido, ensimismado. Bale metió el turbo, Morata le dio carrete en la jugada en el balcón del área y el galés asistió a Cristiano, que no discute con el gol ni en los encuentros de romería. Muy meritoria la acción de Morata, que aguantó, se giró y dispuso al galés frente a la portería. Y sobresaliente el de Cardiff, que favoreció a CR con la pierna derecha. Bale, de lo mejor del Madrid hasta que Isco puso el intermitente y Ronaldo desenfundó, no tardó en sacar la cadena a Matip, que había perdido la pelota en el medio campo por una torpeza. El exjugador del Tottenham llegó como un cohete al área del conjunto alemán y, esta vez con el empeine de su poderosa zurda, invitó a Morata al gol. A uno de esos tantos que el ariete canterano lleva marcando de carrerilla toda la vida. Pero ya se sabe, el fútbol es un estado de ánimo y Morata está desorientado tras su acuartelamiento de los últimos tiempos tras un arranque de curso explosivo. Fue justamente Jesé quien le tomó la delantera como subalterno de ataque. El gol es tan misterioso que hasta abandona a sus mejores alumnos cuando estos pasan por el tobogán y pierden la relación. Morata es un buen delantero en un club de excelencias donde ya antes se extraviaron Negredo o Soldado, por citar a los últimos arietes de La Fábrica. Al final, como el gol tiene memoria, Morata, fallón en lo suyo, tuvo premio y cerró el marcador. Eso sí, necesitó una doble ocasión en la misma jugada, precedida por un disparo al poste de Ronaldo y otra colaboración del omnipresente Bale. Sin Jesé, Morata tendrá que subir en el escalafón.

Antes del bingo de Morata, Isco dejó su huella, brotes de su gran clase y su aire de aladino cuando se aproxima al área, donde tantos se apagan. Sin alarmas a la vista, con el resultado cerrado desde Gelsenkirchen, el malagueño se liberó de la línea de tres del medio, con Alonso (luego Casemiro) e Illarra se bastaron para torear al Schalke. A Isco no le van los amarres.

El canario se rompe el ligamento cruzado de la rodilla derecha. Unos seis meses fuera

Con el Madrid a sus anchas, Cristiano se desató y despeñó al Schalke, un peso pluma en esta eliminatoria. La jugarreta de Sergio Ramos a su amigo Iker Casillas en el tanto del empate fugaz fue un espejismo. La ida y vuelta han dejado en muy mal lugar al tercer clasificado de la jugosa Bundesliga, y no digamos a su supuesta emergente estrella, Draxler, del que no hubo rastro alguno en Alemania o Chamartín. Con el Schalke en la Luna, Cristiano fue ya demasiado. Y Bale, que estuvo en todas. Con el 1-1 aún, peleó y rebañó un balón en el medio que cayó a pies de ese portugués que es por sí mismo una marabunta. CR metió marchas, los adversarios fueron doblados uno a uno y al llegar al área tiró de gatillo. Su gol número 242 con el Madrid en 236 partidos. En cuatro temporadas y media ya está en el olimpo blanco, igualado con el legendario Puskas y solo aventajado por colosos como Raúl, Di Stéfano y Santillana, todos con una carrera mucho más duradera en el Madrid. Aún pudo sumar más de no haberse estrellado por segunda vez con los postes.

Este tipo no se sosiega ni en jornadas de aliño. Busca récords, adora competir, le gusta el juego y el espectáculo le necesita como cabeza de cartel. Para él, para Messi, para futbolistas así, el clásico, por muy clásico que sea, puede esperar. Tienen tiempo para todo. Demostrado quedó en Chamartín, donde si para Cristiano Ronaldo no hay recreo que valga, para Jesé fue maldito el dichoso patio.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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