“Antes me ponía una presión innecesaria”
Ruth Beitia dedica su 10ª medalla, el bronce en el Mundial de pista cubierta, a las víctimas del 11-M y reconoce que desde Londres logra mejores resultados porque compite relajada
Algo cambio en Ruth Beitia después de los Juegos de Londres 2012, cuando se quedó a un suspiro de la medalla olímpica. Tras casi una década en la élite la cántabra se dio cuenta de que todo podía ser más fácil. Se relajó y empezó a conseguir sus mejores resultados: campeona de Europa en pista cubierta el año pasado, bronce mundial al aire libre (su medalla más importante hasta la fecha) unos pocos meses después, otro bronce mundial el fin de semana pasado bajo techo con un concurso que dejó tan buenas sensaciones que no supo a derrota. "Este estado de forma tan fantástico es porque un día me di cuenta de que a veces te creas una presión innecesaria que cuando te la sueltas mejora mucho el rendimiento", dijo ayer para explicar que a los 34 años y después de amagar con la retirada está demostrando su mejor nivel.
LOS 10 METALES DE BEITIA
2005 Plata en los Europeos en sala Madrid (1,99)
2006 Bronce en los Mundiales en sala de Moscú (1,98)
2007 Bronce en los Europeos en sala de Birmingham (1,96)
2009 Plata en los Europeos en sala de Turín (1,99)
2010 Plata en los Mundiales en sala de Doha (1,98)
2011 Plata en los Europeos en sala de París (1,96)
2012 Oro en los Europeos de Helsinki (1,97)
2013 Oro en los Europeos en sala de Gotemburgo (1,99)
2013 Bronce en los Mundiales de Moscú (1,97)
2014 Bronce en los Mundiales en sala de Sopot (2,00)
Beitia explicó ese cambió en la sede del Consejo Superior de Deportes (CSD), en Madrid, hasta donde viajó para posar con las 10 medallas que tiene en su palmarés. ¿De cuál guarda su mejor recuerdo?, le preguntaron. "Quizás la que más ilusión me hizo fue la de Madrid, en el Campeonato de Europa de pista cubierta en 2005, con mi público", dijo. ¿Y el peor? "La más difícil fue la del cuarto puesto de los Juegos de Londres. Es la medalla de chocolate, como la llaman los deportistas, un chocolate muy amargo", reconoció.
Pero de ese traspié la cántabra, que tiene que encajar sus entrenamientos con su trabajo como diputada del Partido Popular en el Parlamento de Cantabria, extrajo una preciosa lección y una tranquilidad que le ha permitido extraer lo mejor de sí misma. Ya nadie se acuerda del peluche que necesitaba para darse ánimos en competición y ha dejado de ser la mejor en las clasificatorias y una saltadora del montón en las finales para demostrar en el momento importante que ella está entre las mejores del mundo.
Beitia estuvo acompañada en el acto por el secretario de Estado para el Deporte, Miguel Cardenal, al que regaló una camiseta de la selección española de atletismo firmada, y por el presidente de la Federación Española de Atletismo, José María Odriozola. No estuvo Ramón Torralba, su entrenador de toda la vida, su mitad, que tuvo que quedarse en Santander por motivos laborales. Lo recordó Beitia: "Mi cincuenta por ciento no ha podido venir porque tenía que trabajar en la Universidad de Cantabria, pero él es quien me ha enseñado todo lo que sé en el mundo del deporte y estas 10 medallas son tan suyas como mías".
La mañana soleada era para celebrar, así que nadie habló del fracaso relativo del equipo español en Sopot, donde compitieron solo 13 atletas, la representación más reducida en décadas, y donde solo Beitia salvó el desastre. Con los Europeos al aire libre de Zúrich a la vuelta de la esquina, la cántabra no quiere plantearse la retirada. "La decisión es día a día", explicó; "No sé qué me va a decir el cuerpo mañana. Eso sí, el día que me retire me gustaría que fuera por decisión personal, no por una lesión que me impida participar en un campeonato. Quiero retirarme en las mejores condiciones".
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