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Historias de un tío alto
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Los Timberwolves y las apreturas

Ricky Rubio y compañía han perdido el control de la furgoneta de 15 pasajeros en la que viajan por la autopista de la temporada

Ricky Rubio entra a canasta ante Jeremy Lin
Ricky Rubio entra a canasta ante Jeremy LinCRAIG LASSIG (EFE)

A principios de temporada, los Timberwolves de Minnesota eran una opción de lo más excitante de cara a clasificarse para las eliminatorias de la NBA. Ahora, sin embargo, parece que Ricky Rubio y compañía han perdido el control de la furgoneta de 15 pasajeros en la que viajan por la autopista de la temporada. Los Timberwolves están en undécima posición en la Conferencia del Oeste, con buenos equipos, como Memphis y Dallas, interponiéndose entre ellos y la disputa de las eliminatorias.

Hay algunas pruebas de que los Timberwolves no son tan malos como parece indicar su balance de resultados en lo que va de temporada. Muchas derrotas del equipo han sido apretadas; una estadística popular para recitar en los círculos de la NBA es que el espantoso récord de los Timberwolves en los partidos se ha decidido por cinco puntos o menos. (1-13 el escribir esta columna). Alguien podría decir, entonces, que es posible que los Timberwolves no tarden en recomponer las cosas; que a lo mejor Ricky Rubio coge el volante y lleva la furgoneta del equipo de nuevo a la carretera. Después de todo, los Timberwolves tienen el poder de las estrellas, la actitud adecuada, un buen entrenador... ¡A lo mejor encuentran un área de descanso nada más pasar la próxima colina!

Ese alguien olvida una importante contribución a los resultados deportivos: la psicología individual.

El delantero estrella del equipo, Kevin Love, parece empeñado en no jugar para los Timberwolves dentro de un año y medio

En deportes como el tenis, la psicología del jugador parece algo evidente. Incluso el observador poco atento puede darse cuenta del impacto que un golpe concreto tiene en la actitud mental del jugador. En baloncesto, en cambio, el efecto de una jugada determinada queda enmascarado por la distancia y el caos. Visto desde una distancia de 30 metros, un partido de baloncesto puede parecer jugado por autómatas, y es fácil convencerse a uno mismo de que sus jugadores van a comportarse más o menos con la misma frialdad que si lo fuesen. Un jugador de los Timberwolves de Minnesota perfectamente racional miraría el palmarés del equipo en los partidos más disputados y pensaría: “Bueno, a esto hay que darle le vuelta”. Y entonces saldría, y ayudaría a ganar un partido reñido sin que le afectasen los fracasos anteriores de su equipo en aprietos similares.

Kevin Love, en el concurso de triples
Kevin Love, en el concurso de triplesBob Donnan (USA Today Sports)

Pero no existe nada que se parezca a un jugador perfectamente racional de los Timberwolves. A menudo, los mejores en deporte son también los mejores a la hora de distanciarse de sus emociones en las situaciones críticas, pero siguen siendo esclavos del forcejeo con el comportamiento irracional y los caprichos de su cerebro. En el deporte, esos cerebros reciben constantemente el bombardeo de los resultados negativos. Para los Timberwolves, esta temporada la cuestión no son solo los malos tanteos en partidos con resultados apretados. Ha habido lesiones en el peor momento, ausencias inoportunas del entrenador, y el hecho de que el delantero estrella Kevin Love parezca empeñado en no jugar para los Timberwolves dentro de un año y medio.

Con esto basta para maravillarse de que los jugadores de baloncesto sean capaces de concentrarse el tiempo necesario para jugar un partido completo; es un milagro que los Timberwolves hayan logrado tantos resultados tan ajustados.

Por supuesto, esto no es ningún consuelo para sus seguidores, que están sufriendo la novena temporada seguida de derrotas de su equipo.

En cambio, sí que podría serlo para quien haya querido identificarse alguna vez con los jugadores de baloncesto profesionales. Los Timberwolves de Minnesota son como cualquiera en un mal matrimonio, en una cita desafortunada, o sufriendo una mala noche al volante en una carretera oscura y peligrosa. No sabe a ciencia cierta cómo ha ocurrido, y todavía menos cómo va a acabar.

Al fin y al cabo, los jugadores de baloncesto profesionales no son más que seres humanos.

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