Queralt y el ‘pipe’ de los horrores

El snowboard es uno de esos deportes extremos y subjetivos a los que el Comité Olímpico Internacional abrió las puertas hace años en busca de aficionados más jóvenes, de ampliar mercado. Sus protagonistas, muchos de ellos con más pinta de artistas callejeros que de deportistas de élite, deslizan la tabla de lado a lado sobre las paredes de un gigantesco tubo de nieve partido por la mitad de casi 190 metros de longitud y en el camino realizan saltos de varios que hacen aguantar la respiración, giros y mortales. Es un deporte de riesgo. En Sochi, dicen los deportistas, aún más.

Los riders no están contentos. Desde que empezaron los entrenamientos olímpicos en el pipe han llovido las quejas hacia la imponente estructura, que acogió ayer la competición masculina en una de las instalaciones olímpicas de las montañas de Krasnaya Polyana. Por peligrosa y porque, dicen, no tiene la calidad necesaria para una gran competición como son los Juegos. El americano Danny Davis llegó a decir que era “una basura” en una entrevista con un periodista de Yahoo!. El suizo Iouri Podladtchikov se colgó la medalla de oro en halfpipe, una prueba en la que el favorito, el estadounidense Shaun White, ganador en Turín 2006 y en Vancouver 2010, fue cuarto.

La española Queralt Castellet, que entra hoy (11.00, Tdp) en competición, no va tan lejos, aunque comparte alguna queja. “Ha habido problemas desde el primer día”, dice Castellet, que ya no es la niña prodigio de Turín ni la candidata a todo que tuvo que retirarse lesionada en Vancouver cuando la medalla ya la llamaba, sino una saltadora experimentada de 24 años que compite por todo el mundo y que ha escogido Nueva Zelanda como base de operaciones para perfeccionar sus vuelos. “En el plano del pipe se había acumulado mucha nieve blanda y era muy complicado entrenarse. Las paredes también estaban mal. Era muy difícil incluso bajar”.

Ante las quejas, los organizadores se pusieron manos a la obra. La tarea se ha complicado aún más según subían las temperaturas en la montaña, lo que amenaza con convertirse en un nuevo problema para los organizadores. En la estación de deporte extremo de Rosa Khutor, que alberga la competición de todos los deportes extremos, ayer llegaron a los cuatro grados. “Después del primer día lo arreglaron un poco, pero el martes todavía hubo bastantes caídas e incluso algún lesionado”, confirma Castellet, que ha podido probar sus piruetas en tres entrenamientos y que, mal que bien, ha cumplido con el objetivo de repasar todos los trucos. “Nos han tranquilizado. Nos dijeron que lo tendrían todo arreglado para la competición”, añade.

A pesar de todo la catalana está tranquila. Viene de ser quinta en los X Games, donde no le fue del todo bien pues cayó en la primera ronda de saltos. Pero no ha tenido problemas físicos últimamente, ha mejorado sus rondas —“no solo yo. No te imaginas la velocidad a la que avanza este deporte. No me puedo relajar. Es como la gimnasia, pero mucho más exagerado”— y ha superado el trauma de Vancouver: “Esos días sentí una frustración muy grande, pero enseguida volví a la rutina. Hoy soy más segura de mí misma”, decía antes de viajar, primero a Suiza para ultimar su preparación, y luego a Sochi. “Para mí los Juegos son la competición más importante, tienes que estar convencida de que puedes”. Aunque el pipe no sea el mejor.