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“Llull representa un espíritu”

El héroe del Madrid en la conquista de su 24ª Copa del Rey es elogiado por el carácter ganador que contagia al equipo

Faustino Sáez
El lanzamiento de Llull que valió la Copa
El lanzamiento de Llull que valió la Copaacbmedia

Cogió el balón cuando quedaban 2,2 segundos, lo lanzó faltando 1,6 y lo encestó con una décima de margen. Un instante para la eternidad. La 24ª Copa del Madrid y el quinto título de la era Laso. El anhelo del niño que soñaba con ser Michael Jordan.

“A los cinco años, en el colegio La Salle de Mahón”, se remonta Sergio Llull, el 23 del Madrid, cuando se le pregunta por sus comienzos en el baloncesto. “Jugábamos en todos los recreos y después de las clases. No había tácticas, hacíamos entradas a canasta, minipartidos y esto que se ha hecho toda la vida de hacerte tu propia cuenta atrás de ‘tres, dos, uno’… y tirar al límite… imaginando que ganabas el partido en el último tiro”, explica en un relato que, repasando el lanzamiento con el que coronó a su equipo, remite a la esencia del baloncesto. La pasión de aquel chico de Mahón que despuntó con apenas 14 años. A esa edad llegó la primera de sus hazañas. “Nos jugábamos la liga en casa del segundo clasificado y me salió un partidazo. Anoté 71 puntos. Acabó 105-112. Salió la noticia en internet y comencé a entrar en las convocatorias de las categorías inferiores de la selección. Entonces se fijó en mí el Manresa, con 15 años”. Allí permaneció cuatro cursos y, cuando estaba en el equipo LEB, apareció el Madrid, que entonces entrenaba Joan Plaza, con Alberto Herreros y Antonio Martín en la secretaría técnica.

Llull celebra la victoria
Llull celebra la victoriaCarlos Díaz (EFE)

Era 2007 y aquel novillero de 19 años, que en sus primeros partidos como meritorio en Vistalegre se jugaba el triple imposible en los segundos finales de cada cuarto, fue madurando a fuerza de pasión, clase y carisma hasta convertirse en un primer espada. “Tengo especial predilección por Llull. Es el hombre Real Madrid”, le elogia Pedro Ferrándiz. “Si no se va a la NBA [tiene contrato con los blancos hasta 2018] va a ser una institución en el club por sus valores técnicos y morales. Es clave en el futuro de la sección”, apunta el entrenador más laureado en la historia del club. “Representa algo más que un jugador, representa un espíritu. En un día bueno es capaz de arrastrar a todos sus compañeros y a toda la afición. Tiene una fuerza terrible. Cuando está bien se multiplican las opciones del Madrid. Me encanta su ímpetu”, se rinde Juan Antonio Corbalán. “Sale al principio y hace una labor muy importante. El primer cuarto es un territorio en el que hay que mantener defensas duras y no permite destacar tanto”, analiza Vicente Paniagua. “Lo que intento es jugar al 100 % para ayudar al equipo a ganar, dejándome la piel en cada partido. El trabajo atrae la suerte”, resume el menorquín.

“Si no se va a la NBA va a ser una institución por sus valores técnicos y morales”, dice Ferrándiz

Llull confiesa que su barba tiene más que ver con la dejadez que con la voluntad y, a la sombra de Sergio Rodríguez hasta su histórica diana del domingo, estaba firmando su temporada más sólida. “Probablemente este año los focos estén en otros jugadores, pero para mí Sergi siempre hace un trabajo muy reconocible para el equipo tanto defensiva como ofensivamente. Ahora está en una línea de regularidad que está por encima de su acierto”, analizaba Laso antes de la Copa. Superado el debate de identidad como base o escolta, compagina con naturalidad ambas posiciones pasando de una a otra según fluye la rotación de Laso, en la que es el más utilizado junto a Rudy. 23 puntos al Unicaja, 20 al Maccabi y 20 al Valladolid fueron su notable rodaje antes de la cita de Málaga.

Allí tenía un doble reto: rememorar su fase final de hace dos años y resarcirse de la eliminación del curso pasado. En 2012, tomó el Palau Sant Jordi de Barcelona con 23 puntos (5 de 7 en triples) para romper con 19 años de sequía copera del Madrid. Su memorable actuación le valió el MVP del torneo. Pero hace un año, en Vitoria y de nuevo ante el Barça, la moneda salió cruz. El clásico abrió la cita copera y se resolvió, tras dos prórrogas, a favor de los de Pascual. Llull fue el máximo anotador de su equipo (otra vez con 23 puntos), pero su 6 de 17 en triples y un -14 en la estadística +/- (puntos anotados y recibidos por su equipo con él en pista) le dejaron señalado. “No había tenido mucha suerte en esos finales, pero nunca me escondo”, contaba tras su gesta en el Carpena. “Menos mal mal que ha entrado”, se confesó aliviado ante Florentino Pérez tras la final.

“Cada vez que veo repetido el tiro se me ponen los pelos de punta”, confesaba ayer con la sonrisa del que se sabe héroe. Su canasta ya está en la enciclopedia madridista junto al triple de Alberto Herreros en Vitoria. “En esos momentos no te planteas la posibilidad de fallarlo. La decisión gana al miedo. Que el balón acabe muchas veces en él no es casualidad. Es cuestión de carácter. Es un hombre que no se arruga y está hecho a esos finales”, explica el actual director deportivo.

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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