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Una ‘Lista de Schindler’ de ensueño

Rusia vuelve a la cumbre del patinaje artístico, aunque aún paga su mentira del dopaje en el esquí de fondo

Un momento d ela prueba de skiatlón.
Un momento d ela prueba de skiatlón.FILIP SINGER (EFE)

Rusia está de vuelta en una de sus cumbres con el brillante oro en la nueva prueba por equipos del patinaje artístico. John Williams estará orgulloso de que haya colaborado tanto una niña de 15 años. Que Julia Lipnitskaia encante sobre el hielo a los acordes de una de sus grandes músicas, la banda sonora de La lista de Schindler. Pero el ruso es aún un lento regreso general. Sigue pagando muy cara la factura de su mentira con el dopaje en las pruebas de esquí de fondo. Gran potencia en el pasado, se hundió tras descubrirse que también lideraba la trampa de la EPO en la epidemia casi absoluta con Finlandia, primero, y Austria, después. La gran fuente de medallas era el mayor nido de farsantes sumado al falso amateurismo anterior.

La mejoría en casa se ha notado, y la primera plata de Olga Vilujina en el sprint del biatlón, lo ha confirmado. Ganó la eslovaca Anastasia Kuzmina y Darya Domracheva, la supuesta novia de Ole Reinar Bjoerndalen, fue novena.

Pero aún sigue el castigo cruel de los cuartos puestos para Rusia, porque la limpieza de las hemoglobinas no es fácil. Al de Anton Shipulin en el sprint masculino del sábado, que perdió el bronce por 70 centésimas, se unió el de Maxim Vylegzhanin en el skiatlón de 30 kilómetros de fondo, por sólo 10. Ganó el emocionante sprint de cuatro esquiadores el suizo Dario Cologna, oro en los 15 kilómetros de Vancouver, y gran especialista en la modalidad de libre, la segunda parte de la prueba. Se ha recuperado sorprendentemente de una lesión.

Quien sigue en todo lo alto pese a las suyas es Yevgeny Plushenko. No patinó de forma tan brillante en el ejercicio libre individual como en el programa corto, pero aun así cumplió su parte en ausencia de Yuzuru Hanyu, que se reservó ya para la prueba individual. Rusia empezó así a quitarse la gran espina de Vancouver, donde sufrió un varapalo monumental. Hace cuatro años sólo Plushenko subió al podio y de muy mala gana tras valorar muy injustamente los jueces su ejercicio de cuádruples. Ello dio el oro al estadounidense Evan Lysacek , un patinador sobrio y sólido, nunca con su magia.

Pero Plushenko empieza a ser el pasado y la fascinación de Lipnitskaia es ya el enorme presente y futuro. Reciente campeona de Europa y cuando aún su corta edad y su pequeña complexión no parecían garantizar tanta perfección, deslumbró ya en el programa corto y logró su mejor puntuación personal en el libre. En presencia de Putin, naturalmente, porque el patinaje es otro deporte nacional, no sólo clavó todas sus combinaciones de triples y dobles saltos, sino que volvió a encantar con sus estiramientos de piernas que no se veían casi desde la especialista suiza Denise Biellman. Su final mirando al infinito es realmente de película. La surcoreana Yu Na, oro en Vancouver y aún gran favorita individual si se ha recuperado de sus lesiones, tendrá una rival muy difícil de superar.

Matthias Mayer, durante la final de descenso.
Matthias Mayer, durante la final de descenso.REUTERS

La lotería del descenso

En la prueba reina del esquí las sorpresas han sido abundantes históricamente. No siempre ganan los mejores en descenso. En una pista tan larga, rápida y peligrosa como la de Sochi, mucho más. Si cambió el tiempo y la visibilidad, era de esperar una lotería. La apuesta de Bode Miller se frustró lejos incluso de su bronce en Vancouver, pero también la del gran favorito y dominador de la temporada, el noruego Aksel Lund Svindal, cuarto, el peor puesto, tras la plata de 2010. Se la quitó su compatriota Kjetil Jansrud, aunque aún le quedan más opciones en el supergigante y gigante. Austria, la gran potencia del esquí alpino, pero que suele llevarse muchos disgustos, al menos empezó a subir esta vez a un podio inesperado con Matthias Mayer.

Suma estadounidense moderna

Donde no hubo sorpresas fue el slopestyle femenino del snowboard. Jamie Anderson siguió sumando medallas modernas para tener a Estados Unidos entre los primeros del palmarés. No fue tan espectacular como su compatriota Sage Kotsenburg el día anterior, que en el colmo de su desparpajo habitual se arriesgó a hacer un 1620 Japón, nunca efectuado antes en competición. Es decir, cuatro giros completos y medio con un tirabuzón final. Y le salió bien. Las tablas siguen dejando espectáculo, como el pelo del noruego Sandbech para recibir la plata en el podio. O que la británica Jenny Jones, a sus 33 años, ganara ayer la primera medalla para su país en la nieve.

Nuevo oro holandés

El patinaje de velocidad se mantiene en el patio holandés hasta que lleguen las pruebas más cortas, e incluso entonces será discutible que no siga arrasando. Irene Wust, la estrella femenina, siguió a Sven Kramer y dominó los 3.000 metros como en Turín 2006. Le quedan los 1.500 que ganó en Vancouver, el relevo y quizá más. Los reyes Guillermo y Máxima pudieron así seguir celebrándolo con su alegría indudablemente contagiosa.

La holandesa Irene Wust, ganadora en patinaje de velocidad.
La holandesa Irene Wust, ganadora en patinaje de velocidad.DAMIEN MEYER (AFP)

El joven pudo a los veteranos

Los alemanes siempre han sido potentes en las distintas variantes de trineos. Felix Loch, a sus 24 años, repitió su oro en luge. Va camino de igualar a su histórico compatriota Georg Hackl, triple triunfador en Albertville 92, Lillehammer 94 y Nagano 98, pero que aún sumó dos platas más antes y después en Calgary 88 y en Salt Lake City 2002. El joven pudo con los veteranos, que podrían ser sus padres, y con autoridad, pues sacar casi medio segundo o más de uno en esta modalidad es un mundo tras las cuatro mangas. La plata, como hace ocho años en Turín, fue para el ruso Albert Demchenko, que empezó ganando la primera bajada en la jornada inicial, pero sólo por 15 milésimas sobre Loch, que se despegó ya en la segunda. A sus 42 años, Demchenko disputaba sus séptimos Juegos, un récord como el saltador de trampolín japonés Noriaki Kasai. El bronce se lo llevó otro legendario, el italiano Armin Zoeggeler, que con 40 sumó su sexta medalla olímpica. Ganador cerca de su casa en Turín, y antes en Salt Lake City, fue plata en Nagano y bronce en Lillehammer y Vancouver. Eran sus sextos Juegos.

Stoch gana el oro que no pudo Malysz

Los saltos han sido dominados casi siempre por legendarios finlandeses (Matti Nykaenen, sobre todo), alemanes (Jens Wieissflog) o austriacos, que siendo la gran base moderna no llegan tanto al oro en los Juegos. Tampoco esta vez Gregor Schlierenzauer. La razón y gran excepción última a ese dominio fue el suizo Simon Ammann, doble oro en Salt Lake City (donde fue “Harry Potter”) y ocho años después en Vancouver. Pero ayer sólo pudo ser 17 en el trampolín corto. Su sucesor en el oro fue el polaco Kamil Stoch. Otra “rareza”, pero con un gran precursor al que ha vengado. Adam Malysz, cuatro veces campeón del mundo, nunca fue oro olímpico. Sólo obtuvo tres platas y un bronce entre Salt Lake City y Vancouver antes de dedicarse a los rallies. Incluso ha participado en el Dakar.

Stoch, que ha explotado esta temporada dominando la Copa del Mundo como hacía Malysz, sí ha coronado la cima olímpica. En su tercera presencia, luego de ser quinto en Turín y sexto en Vancouver en el trampolín largo (donde puede volver a ganar), refrendó su calidad. Cumplió su papel de favorito, como el esloveno Peter Prevc con la plata. El asombroso Kasai, que va tercero en la Copa, se fue al octavo puesto, pero con el inmenso mérito de sus 41 años y siete Juegos.

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