Al Espanyol le va la jarana
Con uno menos, el equipo de Aguirre destila su mejor fútbol y supera a un Granada insulso
La contrariedad le sentó de maravilla al Espanyol, que encontró su mejor fútbol con un jugador menos y un rival de más, toda vez que el colegiado pareció tenerle tirria al tomar decisiones tan erróneas como flagrantes, como ese gol anulado a Stuani sin explicación alguna, como esa cartulina roja que se debió quedarse en amarilla. Desalientos rivales que no exprimió el Granada, insulso y ramplón, reñido con el balón y el juego, conforme con el empate inicial y desengañado con la derrota final, con ese testarazo de Héctor Moreno a la salida de un córner y a la red.
ESPANYOL, 1 – GRANADA, 0
Espanyol: Casilla; Javi López, Colotto, Moreno, Víctor Álvarez; Stuani, David López, Víctor Sánchez, Simão (Fuentes, m. 35) ; Sergio García (Abraham, m. 92) y Córdoba (Álex Fernández, m. 64). No utilizados: Germán; Raúl Rodríguez, Pizzi y Lanzarote.
Granada: Roberto; Nyom (Pereira, m. 81), Ilori, Murillo, Angulo; Iturra, Recio, Fran Rico (Piti, m. 54); Buonanotte (Riki, m. 70), El Arabi y Brahimi. No utilizados: Karnezis; Foulquier, Coeff y Fatau.
Goles: 1-0. M. 78. Moreno, de cabeza.
Árbitro: Iglesias Villanueva. Amonestó a Fran Rico, Sergio García, Stuani, Nyon, Ilori. Roja directa a Víctor Álvarez (m. 30).
Cornellà-El Prat. 14.011 espectadores.
Falto de ingenio y ambición, discutió también el Granada con la posesión. Sí que Bregó Iturra en el eje y puso criterio Recio al primer toque, pero se perdió en la zona de tres cuartos, sobre todo porque a Buonanotte le sobró siempre un regate y porque Brahimi persiguió más el arrastre que el esférico, una tortura para el El Arabi, que prefiere ser solo el remate y punzón. Y anoche no fue nada de nada, más allá de un chispazo, cuando le echó el lazo a un balón perdido en el balcón del área y acabó por desaprovechar con una vaselina picante, con un remate que el travesaño escupió hacia fuera. Principio y fin del Granada, satisfecho con su jornada laboral, con fichar en la oficina.
Más angustiado se expresó un Espanyol sin molde y en busca de extremos que otorguen profundidad o medios que filtren pases, toda vez que evidencia su falta de pie, quizá porque no peleó por Verdú —ahora en el Betis—, porque Pizzi no juega de enganche, porque Aguirre no entiende de círculos cuando pueden trazar la línea recta. Así, no es raro el pelotazo de Casilla que supera fronteras, de área a área, en busca de la oportuna prolongación de Stuani o la absorción de Córdoba. Estratagemas que no conectan ni nutren a Sergio García, que se las arregla como puede para inventarse jugadas que descorchan el ¡oh! colectivo, como ese pase interior a Córdoba que desperdició con un remate bien blando, o como ese sombrero y punto seguido con un toque exterior para Stuani, que chutó al centro, al bulto.
Dos ocasiones despilfarradas que parecieron definitivas con la expulsión de Víctor Álvarez, inocente al no despejar un balón que le sisó El Arabi y torpe por pretender recuperarlo sin recobrar la posición. Trabó sin querer al delantero y el trencilla, desafortunado, le expulsó al entender que era el último defensa y evitaba una ocasión manifiesta de gol, por más que el control de El Arabi fuera desastroso, lejos de poder darle continuidad.
Pero al Espanyol le va la jarana, la juerga y la dificultad, porque se reencontró con su versión más atrevida, con la presión adelantada y con Álex Fernández como trampolín, excelentemente escudado por los infatigables Víctor Sánchez y David López. Balón al suelo y juego profundo, ocasiones para Sergio y, sobre todo, Héctor Moreno, que remató dos saques de esquina a las manos de Roberto. Y a la tercera fue la vencida, testarazo y gol. Premio a la valentía y a la solidaridad, al esfuerzo y, al fin, al fútbol.
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