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Otra gesta de un club a la deriva

Los jugadores del Racing, que no cobran, se aferran a la ilusión tras eliminar al Almería y pasar 13 horas en un autobús

Javi Barrio y otros jugadores del Racing, a su llegada a Santander.Foto: atlas | Vídeo: P. P. H.
Javier Lafuente

El alma marinera del presidente del Racing, Ángel Lavín, esa que él mismo dijo le impide abandonar el barco a la deriva que capitanea, se ha topado con un factor con el que no contaba. Una tripulación de grumetes, sin mayor remo que la ilusión y la dignidad por defender su trabajo, que se han propuesto reflotar el barco del hundimiento al que parecía estar abocado. Lo volvieron a demostrar ante el Almería, segundo primeraal que eliminan este año. Saben que dejarse ver es la mejor forma de hacerse notar.

La euforia tras la hazaña del Pizjuán en el último minuto (0-2 después del 0-1 en contra de la ida), por inesperada, es incomparable. Eso opina Mariano, uno de los más destacados en el partido del martes. “No quiero decir que contra el Almería fuésemos sobrados, pero yo veía que se podía conseguir, estábamos menos agarrotados. ¡Hasta pudimos disfrutar de los goles!”.

Uno de ellos, el primero, llevó su firma. La de uno de los jugadores más sacrificados del grupo, consciente de que Koné es el referente arriba. No es casualidad que el resto de sus compañeros, aunque no dispute muchos minutos, le dediquen el cántico de: “¡11 marianos, queremos 11 marianos!”. En el viaje de regreso a Santander fueron circulando entre los móviles de los jugadores un montaje del jugador con el Balón de Oro. “Excesivo, todo fue excesivo”, apuntaba el delantero, de 24 años, que llegó el año pasado a Santander y al que después del encuentro de Almería se le llegó a apodar Marianinho.

Y es que las 13 horas de ida más otras tantas de vuelta en autobús dieron para mucho. Desde pensar en por qué narices estaban allí metidos, con tres nóminas a pagar (cuatro en el caso del cuerpo técnico) y sin más garantías por parte de la directiva que promesas incumplidas, a aprovechar para mejorar el inglés o el italiano, en el caso de Granero. También a echar decenas de partidas, bien a las cartas o a la Play Station, los dos grupos de ocio más populares.

En el primer grupo parecen destacar Miguélez, Duran u Oriol, que matan el tiempo jugando a la pocha. Otros son más de darle a la videoconsola, una organización de la que se ocupa el capitán, el portero Mario. Se encarga de llevar a los viajes largos la tele de casa, “de unas 22 pulgadas, que pueda entrar en el autobús”. La colocan en la parte de atrás, sobre una mesa y se baten por parejas en interminables torneos.

Saber a quién se le da mejor el fútbol virtual de la consola es quizás lo único que rompe la armonía del grupo. “Los resultados están ahí, no tengo rival”, asegura el dueño de la tele. “Que deje de engañar a la gente, porque es muy malo, yo ya me he aburrido de ganarle”, contraataca Granero. Real Madrid, Barça y Bayern son los equipos más elegidos. “Para ganar y no perder dinero al final tienes que jugar con equipos de Champions”, vacilaba el jugador valenciano ayer tras el entrenamiento del equipo. Concluido el interminable trayecto en autobús desde Almería —casi 1.000 kilómetros de carretera—, nada más llegar a Santader, hacia las 11 de la mañana, los jugadores fueron directamente a entrenarse, una corta sesión para no quedarse mustios.

A pesar de la buena marcha del equipo en Liga, donde son primeros de su grupo en Segunda B, a pesar de la heroicidad de la Copa, la realidad del día a día del equipo sigue siendo la misma. El dinero conseguido por el pase a cuantos quedará embargado por la Federación Española. Las opacas cuentas del Racing, en concurso de acreedores, presuponen una deuda de unos 50 millones. Y la división entre afición y club es total. “Se están haciendo sacrificios muy grandes. Hay gente que ha tenido ya que recurrir a las familias para que les echen una mano”, explica Granero, que admite que a él, por suerte, a un le quedan uno o dos meses para seguir tirando “antes de reajustar las cuentas”.

No fue el caso de Agustín y Nieto, que tuvieron que pedir la carta de libertad la semana pasada. Los jugadores ven en el ascenso a Segunda la solución. Todos creen, o quieren creer, que si se logra el objetivo los problemas serán menos. “La ilusión es lo que nos mueve”, aseguran. De lo que no están tan seguros es cuántos podrán permitirse seguir remando contracorriente.

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Sobre la firma

Javier Lafuente
Es subdirector de América. Desde 2015 trabaja en la región, donde ha sido corresponsal en Colombia, cubriendo el proceso de paz; Venezuela y la Región Andina y, posteriormente, en México y Centroamérica. Previamente trabajó en las secciones de Deportes y Cierre del diario.

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