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Forster habla con las manos

El meta del Celtic, con algunos problemas para hacerse entender, responde mejor a mayor exigencia

Jordi Quixano
Forster despeja el balón ante el Dundee.
Forster despeja el balón ante el Dundee. russel cheyne (REUTERS)

Le ha pillado el punto. El Celtic, de fútbol primario y sin alhajas, compite como pocos ante el Barcelona, por más que las diferencias presupuestarias sean astronómicas. El año pasado, se repartieron las victorias y hace un par de meses el equipo azulgrana se impuso por la mínima, oportunismo de Cesc. “La táctica siempre gira alrededor de la misma idea”, revela Víctor Wanyama, exbhoy y ahora mediocentro del Southampton; “se trata de cerrar los espacios por dentro para que el Barcelona profundice por las bandas y se vea obligado a sacar centros, donde el Celtic tiene mucha ventaja”. Los centrales se imponen ante los menudos delanteros azulgrana y las manos de Fraser Forster (Hexham, Inglaterra; 1988), extensión de sus 2,01 metros, gobiernan el área y escupen los disparos desde media distancia. “En estos partidos veo lo mejor de Forster”, le elogia el técnico Neil Lennon. En las gradas de The Paradise, incluso, se le compara con Ronnie Simpson, meta que ayudó a conquistar su única Copa de Europa (1967), y Pat Bonner, titular con Irlanda en los Mundiales del 90 y 94. “Es de primer nivel”, señala el director deportivo del Celtic, John Park, sabedor de que este verano lo venderá por una millonada.

La llegada de Forster al Celtic, sin embargo, estuvo basada en la recomendación de Alan Thompson, punzón del Barça en los octavos de la UEFA de 2004 y exayudante de Lennon, antes parte del cuerpo técnico del Newcastle; allí donde Forster se aburría de las sucesivas cesiones (Stockport County, Bristol Rovers y Norwich City, además del Celtic en 2010, después comprado por 2,5 millones) y de la suplencia, hasta el punto de que no llegó a debutar con el Newcastle para que le recordaran que estaba igual que su padre Brian —reconocido juez—, sentado en un banco. “Pero le hicimos un seguimiento exhaustivo”, aclara Park; “y ahora es un emblema del club porque ha crecido y tiene fama en Europa”. Tanto, que este verano el Benfica se cansó de perseguirlo. “Sí, lo intentaron dos o tres veces”, concede Park. E interviene Wanyama: “Quizá se quedó porque no encontraron otro portero de su nivel”. Lo mismo piensa Roy Hodgson, seleccionador de Inglaterra, que lo tiene en letras mayúsculas para la lista del Mundial de Brasil, como demostró en el último amistoso contra Chile, cuando Alexis le bautizó dos goles.

Formado en la insigne Wallsend Boys Club, academia al este de Newcastle donde crecieron, entre otros, futbolistas como Steve Bruce (ahora técnico del Hull), Michael Carrick (Manchester United), Alan Shearer y Lee Clark (manager del Birmingham), entre otros, Forster probó con el rugby y el cricket antes de enfundarse los guantes, ya a los 13 años. Y no dio el estirón hasta dos temporadas después, momento en que se difuminaron las dudas sobre su valía. Pero con Shay Given y Tim Krul por delante, Forster se alejó del Newcastle y se hizo un nombre con el Norwich para dejar la portería a cero en 18 duelos. “Con nosotros hizo lo mismo [récord del club con 23 encuentros]”, recuerda Wanyama. “Lo tiene todo”, se suma Park. Falla, en cualquier caso, un poco con el juego de pies. “Y que no se le entiende al hablar”, bromea Wanyama. Park suscribe: “Tiene un acento cerrado de Newcastle y tardó dos días en entender lo que me dice...”. Aunque todos ven, sin embargo, que Forster habla con las manos.

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