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Terapia de grupo en el Athletic

Valverde aplica el guion tradicional con las variantes que exige la modernidad de la plantilla

Los jugadores del Athletic, durante el minuto de silencio previo al encuentro ante el Barça en memoria del expresidente Duñabeitia.
Los jugadores del Athletic, durante el minuto de silencio previo al encuentro ante el Barça en memoria del expresidente Duñabeitia. l. tejido (efe)

¿Qué pasa, que les pone el nuevo San Mamés?, ¿que el vientecillo o el ventarrón que entra por la tribuna inacabada (hasta la primavera de 2015) les refresca los pulmones?, ¿que Toquero es el virus para el rival y la vacuna para sus compañeros?, ¿que el orden es el concierto sin violinistas de lujo?, ¿que el director conoce a la orquesta y parece que ha parido las obras sinfónicas? Todo puede ser cuando se suman 29 puntos en la Liga y se ha conseguido doblegar al Barcelona sin un átomo de duda sobre la forma de conseguirlo. Vale que Iraizoz repelió un disparo malintencionado de Neymar. Vale que la falta de Iturraspe al brasileño pudo ser tarjeta roja, pero vale también que en pleno acoso del Barça, cuando mejor jugó (20 minutos de la primera parte), Muniain indultó a Pinto y se enredó en sus trenzas y que Toquero con el 1-0 se fijó más en Pinto que en la red cuando debía haber mirado a Valdemoro.

El Athletic admite pocas metamorfosis. La moda dirá si eres guapo o feo. Lo cierto es que Valverde le ha dotado de un orden sin fisuras en el que solo caben los fallos individuales, porque los fallos como los aciertos tienen el mismo origen aunque distintas consecuencias. En el haber de este Athletic de Valverde cotiza el aplomo de Gurpegui, la fe en Laporte, la voluntad de Mikel Rico, el tacticismo de Iturraspe o la solvencia recuperada de Iraizoz.

Iraizoz es hoy un portero fiable y Muniain es el futbolista sensato que solo aparecía en la selección española sub-21

Decía Howard Kendall cuando fue fichado por el Athletic en 1987 siendo un preboste del fútbol inglés, que un equipo empieza por el portero y si no, no hay comienzo posible. Quizás por lo mismo habrá que concluir que el equipo acaba por el extremo izquierdo. Pues bien, a ambos poseedores de esa condición en el Athletic les ha venido bien el tirón de orejas que supone ver los partidos en el banquillo. Iraizoz es hoy un portero fiable y Muniain es el futbolista sensato que solo aparecía en la selección española sub-21.

Se dicen de Valverde muchas cosas: que si es un gran gestor de grupos, que si lee los partidos a la misma velocidad del balón, que si es un colega, que si no le tiembla el orgullo a la hora de enmendar sus errores, que si Cruyff entrevió antes al entrenador que el jugador, y quizás él piensa, como su entorno, que la lógica es la mejor de las soluciones. Ante el Barça quiso enfriarle la cabeza, porque es la mejor forma de congelar a sus delanteros y apretar en el ataque, porque es la mejor manera de meterle miedo. Lo uno y lo otro forman el mejor caldo para una buena digestión.

Muniain se abraza con Valverde al término del partido ante el Barcelona
Muniain se abraza con Valverde al término del partido ante el BarcelonaLuis Tejido (EFE)

Se discutió durante mucho tiempo su eterna búsqueda de un once ideal con alternancias en todas las líneas, salvo en los cuatro defensas (sanciones o lesiones al margen). Discutía San Mamés sobre las ausencias de Herrera o Beñat, en beneficio de galeotes más preparados para llevar el barco a buen puerto. Galeotes y bogavantes (así llamados los que ocupaban el primer puesto en la bancada), pero con la sensible diferencia, en el Athletic, de que remaban un barco propio.

Valverde ha recuperado la mejor versión de Muniain, de Iraizoz, y está a punto de hacerlo con Herrera, mientras Beñat espera su turno en la terapia colectiva. Muniain se ha convertido en el mete-gana del equipo: cuando marca su equipo nunca pierde, y Toquero ha añadido a su comunión con la grada el papel de abrefácil para sus compañeros de la segunda línea y el respiro para los que vuelven el frente de batalla.

Todo está inventado en el Athletic. Por más figuras que haya habido (Pichichi, Zarra, Panizo, Gainza, Iribar, Uriarte, Sarabia, Dani, Guerrero, Etxeberria) siempre ha prevalecido el valor del grupo. A Valverde nadie tuvo que explicárselo. Estaba en el catón y con su enésima edición venció al Barça. Se lo sabía de memoria.

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