Francia y el trauma del 93
20 años después de quedar fuera del Mundial 94, la selección gala, acusada de poca implicación, se asoma al precipicio
El fútbol en Francia sigue siendo un segundón ante el rugby, el deporte que concita más pasiones en el Hexágono. Pese a todo, más de 9,3 millones de espectadores siguieron el viernes por televisión (un 35% de la audiencia total, un 51% de los hombres menores de 50 años) la debacle bleu ante Ucrania en la ida de la repesca (2-0). La derrota obliga el martes a una remontada en el Stade de France ante una selección con un notable sistema defensivo y que no pierde un partido desde diciembre de 2012 —nueve victorias y dos empates—.
Todos los medios franceses recordaban este sábado al unísono el trauma de hace 20 años, cuando Francia cayó eliminada ante Bulgaria tal día como este domingo, el 17 de noviembre de 1993, de cara al Mundial de 1994. Desde entonces, Francia ha estado presente en todas las fases finales de los grandes campeonatos internacionales, aunque en 2010 logró el pase a Sudáfrica en una repesca agónica que se resolvió con un gol con la mano de Henry ante Irlanda.
La humillante derrota en Kiev del equipo que en la fase de grupos había logrado empatar con España en Madrid ha sido recibida con más ironía que sorpresa en un país acostumbrado a dudar de su selección, y en una ciudadanía que tras año y medio de presidencia de Francis Hollande ha pasado de la resignación a la exasperación con sus políticos y sus élites, también las deportivas.
Las frecuentes disensiones y la supuesta egolatría de los líderes de un equipo tachado de ciclotímico y poco integrado, formado por una mayoría de emigrantes a otras ligas europeas, a los que una parte de la afición juzga como una panda de millonarios malcriados y poco implicados con la camiseta nacional, hacían presagiar una repesca complicada.
Ucrania no había logrado ganar a Francia en los siete partidos oficiales disputados desde que despareció la Unión Soviética (cuatro derrotas y tres empates), pero la selección amarilla llegaba a la cita un puesto por delante de su rival en la clasificación de la FIFA (20º frente a 21º) y con la maldición de haber caído en sus cuatro repescas anteriores: las de los Mundiales de 1998, 2002 y 2010 y la de la Eurocopa de 2000.
Si Francia cae ahora, su federación perdería entre 1,5 y 2,5 millones de euros en los contratos firmados con los patrocinadores, y especialmente con la cadena privada TF1, que compró los derechos del Mundial por 130 millones
Para Ribéry, Benzema, Nasri, Giroud, Abidal y compañía ir a Brasil es casi un asunto de vida o muerte, porque si caen el martes el equipo será renovado de arriba abajo, y tendrá por delante dos años y medio de partidos amistosos y la única perspectiva de hacer un buen papel en la Eurocopa de 2016, de la que Francia será organizador. En cambio, los anfitriones brasileños tendrían motivos para sonreír si se consuma el fiasco galo, porque ganaron a Brasil en los cuartos de final de 1986 y 2006 y en la final de 1998.
Para el martes, Deschamps no podrá contar con el defensa Koscielny, expulsado en Kiev. Tras cantar La Marsellesa a pleno pulmón para zanjar las sospechas de falta de ardor nacionalista, los muchachos de la tricolor saben bien que la delgada línea que separa la gloria del ostracismo se llama remontada.
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