La delicada espiral del Betis
El equipo andaluz sufre la ira de sus aficionados en el regreso de Madrid tras el 5-0 en el Calderón que le sitúa en puestos de descenso
El Betis vive momentos de alta tensión. Una temporada destinada al disfrute con la Liga Europa se está convirtiendo, por el momento, en una pesadilla. La derrota en el Vicente Calderón (5-0) ha desatado la crisis. No solo porque es la tercera consecutiva en Liga, sino porque se produjo ofreciendo una imagen lamentable y ha colocado al conjunto verdiblanco en puestos de descenso. El asunto no es baladí, ya que es la primera vez que se produce desde que Pepe Mel llegó al banquillo del Betis. El preparador madrileño, el más longevo de la Liga, debutó con el conjunto andaluz en Primera en agosto de 2011. En estos dos años y casi tres meses el Betis finalizó en la 13ª posición en 2012 y en la 7ª en el pasado mes de junio. El viaje de regreso de la expedición verdiblanca desde Madrid fue muy duro. Se hizo en el AVE y junto a los futbolistas y cuerpo técnico se desplazaron un buen número de aficionados. Los hinchas, muy enfadados tras la goleada, increparon a los jugadores, al entrenador y también a los dirigentes que se desplazaron, entre ellos el presidente Miguel Guillén, el director deportivo Vlada Stosic y toda una institución del Betis como es Rafael Gordillo, presidente de la Fundación.
A Mel no le gustó lo que se vivió en el viaje de regreso. En una improvisada reunión, los dirigentes del club llegaron a la conclusión de que había que dirigirse a la afición para intentar calmar la situación. Se barajaron diversas fórmulas, como la aparición de algunas palabras del entrenador en la web oficial, pero el técnico decidió dar la cara en una rueda de prensa abierta a todo tipo de preguntas. Los dirigentes del club aceptaron la comparecencia de Mel, al que, sin embargo, no acompañaron. El gesto, aunque carezca de intención, delata falta de unidad y coloca al técnico como el único estamento de la entidad que se enfrenta a la adversidad.
Jugadores, técnicos y dirigentes fueron increpados por los aficionados
“No me puedo tirar del barco porque sería un mal profesional y un mal bético”, aclaró el entrenador, quien se refirió a los incidentes ocurridos en Atocha. “Fue duro lo que ocurrió. Los aficionados estaban decepcionados y he pasado una noche muy,ala. No obstante, los entiendo aunque le pido el apoyo para el próximo jueves, donde nos enfrentamos al Levante y no ganar comenzaría a ser dramático. Ellos estarán trabajando hoy con el ánimo por los suelos”, añadió el preparador.
Preocupado en dar la cara y hacer un llamamiento a la unidad para solventar la crisis, Mel reconoció su error con las drásticas rotaciones que han acabado por debilitar al Betis, aunque pasó por encima otras causas que han llevado al equipo a esta delicada situación. Especialmente, la confección de una plantilla destinada a competir en tres frentes con una inversión de 4,3 millones de euros para la llegada de hasta 13 futbolistas.
Del club bético se marcharon futbolistas como Adrián, Cañas, Beñat, Pozuelo, Campbell o Pabón. Salvo en el caso de Verdú, un futbolista contrastado, el resto de las numerosas incorporaciones necesita un periodo de adaptación y, hasta el momento, no han elevado el nivel de una plantilla que finalizó la pasada temporada en la séptima posición y que echa mucho de menos a su goleador, Rubén Castro.
“El Betis es un club bajo administración judicial y no puede realizar grandes desembolsos en fichajes. Hasta ahora, la política deportiva ha cumplido con los objetivos deportivos del club. Jamás gastaremos por encima de nuestras posibilidades”, afirman desde la zona noble de un club que presentará, el próximo 21 de noviembre, unas ganancias de 12,7 millones de euros en la junta general de accionistas pese a su delicada situación clasificatoria.
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