De pasador a goleador
El estatus alcanzado por Diego Costa ha cambiado el rol del delantero en el campo
“Siempre ha tenido la calidad en el golpeo para definir, pero era más pasador, solo hay que mirar sus estadísticas. Antes era más generoso, ahora tiene el egoísmo que necesita todo goleador y se siente importante”, argumenta Jesús García Pitarch, el hombre que llevó a Diego Costa al Atlético de Madrid con solo 17 años.
Los números de Costa en este primer tramo de curso confirman esa metamorfosis a la que alude Pitarch. Nunca había hecho 12 goles sin cumplirse aún el primer tercio de la temporada. Ni tampoco sus asistencias se reducían a una sola como en esta. El curso pasado, a estas alturas, sumaba un gol y había dado cinco asistencias a sus compañeros —terminó con 10—, principalmente a Falcao, uno de los tres delanteros para los que ha trabajado en el Atlético. Los otros fueron Agüero y Forlán. Con todos hizo trabajo de zapa y pase. Ahora, incluso finaliza más jugadas con remate (26) que Villa (15).
“Ahora tiene el egoísmo que necesitan los rematadores”, explica García Pitarch
“Diego no tuvo formación juvenil, fue captado prácticamente de la calle. Le faltaban esos 200 partidos en un fútbol más organizado para que explotaran todas las cualidades que tiene”, abunda Pitarch.
Solo los 18 partidos que disputó con el Rayo Vallecano, en la segunda vuelta de la temporada 2011-2012, admiten una comparación similar en cuanto a su eficacia goleadora. En Vallecas hizo 10 tantos a la par que se daba una circunstancia que ahora también se da en el Atlético. Es la principal referencia en ataque y la estrella indiscutible del equipo. En el viaje de regreso de Viena fue el epicentro de todas las conversaciones. Alrededor de él hablaban Simeone, Koke, Gabi y Germán Burgos. El corro que le rodeaba representaba esa condición de referente indiscutible del equipo.
Antes, en el aeropuerto, muchos de los aficionados del Atlético que se desplazaron a la capital austriaca le solicitaron posar con ellos. Con la corbata desaflojada, la camisa por fuera y una sonrisa pícara aceptó todas las peticiones. Tanto que fue de los últimos jugadores en llegar a la jardinera que debía llevar al equipo hasta el avión.
“A medida que ha ido jugando con asiduidad le han aflorado todas sus condiciones”, explica Felipe Miñambres
“A medida que ha ido jugando con asiduidad le han aflorado todas sus condiciones. Con nosotros, por ejemplo, descubrió el remate de cabeza e hizo algunos goles así. Antes había hecho muy pocos”, explica Felipe Miñambres, director deportivo del Rayo. “Tiene confianza, se ve al nivel de los mejores delanteros del mundo y eso ha provocado que haya explotado como goleador”, prosigue Miñambres.
Esta ha sido la primera temporada en la que Costa se ha sentido importante dentro de un equipo desde el primer día de concentración. Su historia era la de un futbolista que cada verano o no sabía cuál iba a ser su destino o tenía que ganarse incluso la ficha en el Atlético. Él suele repetir que, cuanto más importante se siente y más responsabilidad debe soportar, mejor rendimiento puede ofrecer. “Quiero esa presión”, sostenía esta pretemporada cuando se le preguntaba por la necesidad que tenía de confirmar lo demostrado en la anterior.
La secuencia de goles de Diego Costa tiene que ver más con la de un delantero que se desmarca al espacio y define en carrera que la de un cazagoles que espera el remate. De sus 12 dianas de esta campaña, siete han sido con la pierna derecha, uno de cabeza y cuatro con la izquierda. “Cuando tuve aquella lesión tan grave en la pierna derecha me propuse ser mejor con la izquierda”.
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