Messi levanta la mano en San Siro
El argentino, que solo había celebrado un gol de penalti en Italia, rompe la estadística
Leo Messi pisó San Siro y dejó su huella, otra vez, como si no fuera suficiente su paso por Milan en las ocasiones que asomó antes. El argentino era el jugador que más goles había firmado ante el Milan en competición europea, cinco de los 25 que ha logrado el Barça contra el equipo rossonero. Y anoche, repitió.
Venía Messi de firmar un hat-trick en la primera jornada de la Champions ante el Ajax y, por lesión, vio desde casa el partido frente al Celtic, en Glasgow. Así que asomó en Italia consciente de que San Siro le debía una porque jamás había celebrado un gol en Italia que no fuera desde el punto de penalti, el que le hizo en la liguilla de hace dos temporadas. Sí que había festejado, en cualquier caso, dianas en el Camp Nou, uno en la liguilla y dos en la última remontada (4-0) de octavos del curso anterior.
Ayer volvió a levantar la mano en San Siro y lo hizo tras completar un pase de Iniesta, con un remate raso y ajustado al palo. La Pulga, anoche en San Siro, picó de principio a fin, exhibió el dorsal y si no hizo más por el equipo fue porque no pudo, pero no porque no lo intentó. Leo, sobre todo, participó del juego y buscó el pase interior en San Siro, mayormente para que Xavi encontrara el definitivo camino del gol, y, al tiempo, intuyó los desmarques en diagonal de Neymar, abierto por banda, que insistió al ofrecerse, con tantas ganas como las intenciones. Pero el mejor pase del 10 fue a Adriano, que, solo ante el portero, estropeó el control con un disparo con el tobillo.
Solidario, La Pulga bajó a recibir y buscó el pase interior para los movimientos de Xavi
Para el punta argentino, el de ayer fue un regreso al terreno donde siempre le costó brillar, consciente de que fue antes mucho más efectivo en la solidaridad que en otros menesteres definitivos. Y en eso anduvo ayer, sabedor de que no si no podía encontrar huecos por sí solo, al menos debía generar espacios para el resto del grupo. Eso hizo Messi, otra vez, generoso, futbolista grande, que acumula desde la voluntad grupal antes que desde la individualidad, y que suma 699 minutos de competición, demasiados para el ordenador del cuerpo técnico pero pocos para lo que a él le gustaría.
“Le he visto con continuidad, con confianza. Por el centro, cuando entró Cesc, le vi bien por la banda derecha, y si hubiera tenido dudas por la respuesta física, ya no las tiene”, señaló Martino, conforme con la actuación de Leo y su gol, que bien vale un punto para seguir liderando el grupo europeo.
El caso es que Martino cuida a sus jugadores, empezando por Messi, pero pensando en Xavi y también en Neymar. Acostumbrado como está el argentino a que le zurren también y consciente el brasileño de lo que hay, sobreviven ambos en la Liga con la boca prieta. “Mejor que no te quejes”, le han dicho en el equipo a Neymar, conscientes como son de que no vale la pena lamentarse, sabedores de que es mucho mejor preocuparse de ganar en el engaño que de lamentarse del error, como hizo ayer Mascherano. Pero el grupo defiende públicamente a Neymar, a sabiendas de que asoma el Madrid y es posible que resulte de cierta ayuda protegerle, pero tampoco vale de mucho porque es hora de volar solo, hora de jugar el clásico. Volar como hizo ayer Messi, otra vez, dispuesto para decidir el partido.
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