“Marc ha estudiado mucho a Rossi”
El ganador de dos mundiales de Superbike y cuatro veces campeón de 250cc se rinde ante Márquez tras su retirada
Vive en Montecarlo desde hace más de 20 años y, a menudo, recorre sus calles encima de una scooter, así llega antes a los sitios, confiesa Max Biaggi (Roma, Italia; 1971). También hace escapadas con los amigos para hacer supermotard. Y a principios de diciembre tiene una cita: ha quedado con Rossi, el que fuera su archienemigo, y otros pilotos, para celebrar una carrera en memoria de Simoncelli. Será la segunda. Tras ganar dos veces el Mundial de Superbike, Mad Max, cuatro veces campeón de 250cc, dejó las carreras. Amigo de Lorenzo, la vieja gloria se rinde ante Márquez.
Pregunta. Leo que le regalaron su primera moto a los 17.
Respuesta. Hasta los 17 y medio solo había jugado a fútbol. Mi padre era entrenador, así que jugué desde siempre, desde las categorías inferiores. También estaba en un equipo de esquí. Soy bastante buen esquiador. Hasta que un día mi padre me regaló la moto que había querido siempre. Yo se lo pedía, pero no me dejaba hasta que cumpliera la mayoría de edad, decía que era muy peligroso. Así que solo cuando cumplí 18 pude tener mi primera moto, no a los 17.
P. Hoy a esa edad los pilotos ya están compitiendo en el Mundial.
R. Hace 20 años cuando yo empecé no había niños de 14 o 15 años compitiendo, no existían las categorías para los más chicos. Con los años el deporte ha evolucionado y, como en otras disciplinas, se ha trabajado en crear pequeños fenómenos. A pesar de todo, mi debut, en 1992, no estuvo mal: gané una carrera, hice cinco podios y cuatro pole. No conocía ningún circuito, fue una sorpresa incluso para mí.
P. Debutó en 500cc con 27 años y no se bajó de la moto hasta el año pasado, tras ganar el Mundial de Superbike. ¿Qué tiene la velocidad que ha competido hasta pasados los 40?
R. Hablaba con Jorge y me decía: “Estas loco, no se puede correr a los 38 o a los 39 años". Pero para mí correr no es solo la gloria de la victoria o el dinero, no es sentirme importante. A mí me gusta la competición, no me importa estar en MotoGP, en Superbike o cualquier otro campeonato. En Superbike encontré más competencia que en MotoGP, porque las carreras son más cerradas, más reñidas. No es tan importante ni hay tanto dinero como en MotoGP, pero no era eso lo que buscaba, sino la competición en sí. Y allí lo encontré.
P. ¿Cómo es la vida sin carreras?
R. Creía que sería un poco aburrida, sin embargo, con todas las cosas que me he puesto a hacer, con las colaboraciones con la televisión, me siento casi tan ocupado como antes. Lo mejor es que no siento la presión de cuando corría. Estoy mucho más relajado, tranquilo, aunque a veces echo de menos salir con la moto, ponerme el casco, trabajar con el equipo.
P. Usted tenía fama de tipo complicado por sus relaciones con sus rivales, la prensa e incluso su equipo. ¿Qué le llevaba a comportarse así?
R. Ahora, después de casi un año sin correr, me encuentro con gente relacionada con las motos que empieza a conocer mi otra cara. Antes, la tensión previa a las carreras, la propia competición, la rivalidad con los pilotos de mi misma nacionalidad... todo eso me llevó a cerrarme un poco en mí mismo y pensar solo en lo que me servía para hacerlo bien, para ganar, no caerme. Yo no solía exteriorizar la tensión, como también le pasa a Lorenzo, por ejemplo. Y no es porque sea un chico desagradable, sino porque es una manera de encontrar el equilibrio en su profesión. Para ganar no necesariamente tiene uno que sonreír a la cámara. No es obligatorio. Quizá parece más divertido así, pero ¿cuánto de ese comportamiento es verdadero? A veces, algunos parecen seguir un guion escrito.
Me gusta ver cómo pilota Márquez, así de agresivo. Es bonito
P. La gente todavía se acuerda sus duelos con Rossi, ¿recuerda alguno en especial?
R. Lo que recuerdo con más facilidad son las veces que he podido ganarle. En Sepang, en el 2002, le gané con la Yamaha. Aquel año sentí una gran satisfacción porque terminé segundo en el Mundial aunque nosotros teníamos una moto con carburador y sin inyección electrónica, como tenían todos. No tenía 999cc, sino 920cc, y aún así a menudo estábamos bastante cerca de la victoria.
P. En sus encontronazos hubo más que palabras. En la memoria de todos está Montmeló 2001. ¿Qué era lo que más le molestaba de él?
R. Su representante [entonces Gibo Badioli]. Aquel día en Montmeló se comportó de manera arrogante. Estaba donde no debía. Había más gente de la permitida en el parque cerrado alrededor de Rossi, así que cuando subimos por las escaleras hacia el podio él me empujó. Por eso me enfadé. Nunca antes lo había contado. En realidad, yo no tenía nada contra Rossi como piloto, claro que en competición estaba obligado a ganarle. Con el tiempo se ve sencillamente que somos personas muy diferentes; yo no soy el tipo más similar a él, ni él a mí.
P. ¿Se ha arrepentido alguna vez de su comportamiento?
R. Ahora sería muy hipócrita decir que sí, decir que si volviera al pasado quizá reaccionaría de otra forma. Lo único que pienso es que he sido un chico muy afortunado que ha hecho de su auténtica pasión su trabajo, su profesión.
P. Hoy son Márquez, Lorenzo y Pedrosa los que protagonizan los piques. ¿Les recomienda entrar en una pelea como la que usted vivió?
R. Yo pongo el ejemplo del Mundial en esos 20 años en los que estuve, cuando los italianos lo monopolizamos: Rossi ganó nueve mundiales, yo seis [con los dos de Superbike] y el tercero en discordia era Capirossi, que de vez en cuando vencía alguna carrera. Loris era como Calimero. Creo que cuando hay tres pilotos de la misma nacionalidad, como también ocurre ahora, uno de ellos muere. De los tres solo quedarán dos. Así ocurrirá con los españoles. Y esos dos, que normalmente son los que ganan los títulos, se dividirán a los aficionados, a la prensa; dividirán al país. Es lo más normal. Así es la historia.
P. ¿Ve algo de Valentino en Márquez?
R. Creo que Marc le ha estudiado mucho. Como es normal. Las nuevas generaciones siempre mejoran a las viejas. Siempre ha sido así. Y si tienes un buen ejemplo, observas cuando eres joven y puedes llegar a hacerlo incluso mejor. Claro que el talento no se entrena, ni se compra. Márquez lo tiene porque sí.
P. ¿Y qué hay de usted en Lorenzo?
R. Jorge tiene su propia manera de afrontar las carreras, su forma de ser. Aunque es probable que sea bastante parecido a mí...
P. La discusión hoy se centra en el estilo y la agresividad. Usted, que era un piloto tan fino, ¿qué opina del pilotaje de Márquez?
R. Para ir rápido, para ganar, uno puede pilotar fino o agresivo. A mí, me gustaba ser tan limpio como fuera posible. Pero me gusta ver como pilota Marc, así de agresivo. Es bonito contemplarle.
P. ¿Dónde están los límites en la pista?
R. Uno supera el límite cuando cae o crea un incidente. Esa es la única manera de entender que has sobrepasado el límite, no hay otros parámetros que lo definan.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.