Coro no entiende de sentimentalismos
El héroe blanquiazul en 2006 despedaza a un Espanyol de dos versiones, pocos recursos y menos fútbol
Corominas no entiende de sentimentalismos porque así le obligaron, desterrado de su casa cuando le tildaron de revulsivo y nada más. De poco le valió ser el héroe del club en 2006 –“no podemos valorarle siempre por un gol”, siseaba entonces la dirección deportiva blanquiazul- con un gol sobre la bocina que salvó al equipo de la categoría. Debió labrarse un nombre en Segunda y ahora se subraya con el Elche, guindilla de difícil digestión, aguijón de su Espanyol con dos dianas. Pero a la puntería de Coro se sumó la absoluta ineptitud del equipo blanquiazul, que no dio pie con bola, de ambiciones pávidas y fogosidad desbravada, todo un espantapájaros ante la jugosa propuesta del Elche, que no le hace ascos a la pelota y convive con el descaro, feliz por ser protagonista con el cuero entre los pies. Toda una quimera para este Espanyol, voraz y entonado al principio del curso, desfigurado a la que se le reclama iniciativa y una sola alternativa a la bravura y al empuje, más allá de las jugadas de estrategia.
ELCHE, 2 - ESPANYOL, 1
Elche: Manu Herrera; Damián, Lombán, Charlie, Cisma; Javi Márquez (Aarón Ñíguez, m. 70), Rubén Pérez; Fidel, Carles Gil, Manu del Moral (Carlos Sánchez, m. 62); y Corominas (Boakye, m. 84). No utilizados: Toño; Rivera, Sapunaru y Stevanovic.
Espanyol: Casilla; Javi López, Raúl Rodríguez, Colotto, Fuentes; Víctor Sánchez, David López; Stuani (Thievy, m. 59), Abraham (Pizzi, m. 46), Simão (Lanzarote, m. 76); y Sergio García. No utilizados: Germán; Sidnei, Álex y Capdevila.
Goles: 1-0. M. 39. Corominas define ante la salida de Casilla. 1-1. M. 66. Thievy resuelve tras un pase de Sergio García. 2-1. M. 74. Corominas completa una jugada de Carles Gil.
Árbitro: Clos Gómez. Mostró al cartulina amarilla a Víctor Sánchez, David López. Doble amarilla a Víctor Sánchez (m. 88).
Martínez Valero. Unos 25.000 espectadores.
Presentó Aguirre una modificación en su once, retirado del campo Pizzi porque está lejos de la versión ofrecida con el Dépor y porque entendió que con Abraham, como ya hiciera frente al Granada, reforzaría el músculo y el trabajo. Pero restó la única gota de imaginación a un equipo ya de por sí prosaico, con De la Peña y Verdú en el santoral de los románticos blanquiazules, esos que prefieren el pase al choque, el toque a las segundas jugadas. Es, sin embargo, el librillo de Aguirre, que descifra el fútbol como un juego de balones largos y contragolpes, poca asociación y escasa fantasía. Quizá, acorde a su personalidad franca y directa, probablemente mal jugador de póker, El Vasco elige un juego sin engaños, directo y basado en las segundas opciones. Le alcanza en ocasiones con la brega de Stuani, la garra generalizada y la puntería de Sergio García. Pero frente al Elche, sin un aspersor que le surtiera de balones, el ‘9’ volvió a ser Don Quijote, uno contra molinos de viento. Pura impotencia.
Más compacto y armonioso se expresó el Elche, que mantuvo la línea de presión alta y que desdibujó al rival con las sucesivas permutaciones de los trescuartistas, con la habilidad de Carles Gil, la velocidad de Fidel y la persistencia de Manu del Moral. Todo un caramelo para Corominas, que primero advirtió con un remate de cabeza y se marcó una galopada desgastada a última hora. Pero a la tercera, tras un saque de banda, se cobró la posición con el cuerpo y le sacó los colores a Raúl Rodríguez, parche a falta del lesionado Héctor Moreno. Carrera, vista al frente y golpeo certero ante la salida de Casilla. Gol con festejo, resultado de la felicidad y con premio extra, toda vez que sumaba 50 duelos con el equipo ilicitano y, por consiguiente, un nuevo contrato para el próximo curso.
Alertado anta tanta precariedad, se corrigió Aguirre y por extensión el Espanyol, con Pizzi y Thievy en el segundo acto, con vida y puñetería en campo ajeno, un plan b a lo arcaico. Poco le costó coger el hilo al partido al equipo blanquiazul, por más que no se tuvieran noticias de Simão y, extrañamente, Víctor Sánchez se mostrara torpe en la fabricación, expulsado al final. Pero Pizzi se subrayó en el fútbol de entrelíneas y Thievy tiene chispa, además de gol. Bastó una jugada trenzada entre Simão y Sergio García, una llegada de Thievy para completar el tanto. Era el momento del Espanyol, que no finalizó otro remate de Sergio García y se acordó de las jugadas a balón parado malogradas por Stuani y David López. Un desatino mayúsculo porque Coro no perdona.
Fue Carles Gil, jugador con una pinta estupenda porque aúna velocidad, quiebro y toque, el que se fabricó una jugada por la banda de aúpa hasta que puso el balón al área, al coto privado de Coro. Control, chut y gol, algarabía total. O casi, porque en un salto, Coro cayó mal y se fue en camilla del campo, con la mano en la rodilla y el gesto torcido. Fue solo un susto. El partido, los dos goles y la victoria no se las quitará nadie. Y menos el Espanyol, que acumula tres derrotas seguidas.
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