Un duelo sin víctimas ni verdugos
Athletic y Valencia igualan sus diferentes propuestas (1-1) en San Mamés, en un partido que fue más vibrante que bello
Athletic y Valencia libraron un diálogo entre correr y pensar, dos armas reglamentarias para un duelo que acabó sin vencedores ni víctimas. El Valencia sacó fruto a su orden establecido y el Athletic al vendaval que le sobreviene cuando adivina la tormenta. Y empataron dos equipos que aún no habían empatado. Y quizás los dos se fueron felices, aunque nunca satisfechos.
El Athletic era una máquina, pero no en el sentido figurado de producir fútbol a borbotones, sin parar, a tres turnos, sino en el sentido literal, es decir que jugaba siempre con el mismo sonido, con el mismo martilleo, con los mismos operarios. La banda derecha a pleno rendimiento, lo que inevitablemente llevaba a la izquierda a una jornada de descanso. Nadie abría la puerta por la que Muniain debía ingresar en la fábrica y el muchacho estaba más aburrido que una ostra en la ría de Bilbao. Y Saborit, el nuevo lateral izquierdo, bastante tenía con cuidarse de Feghouli, que le dejó de salida dos codazos de veterano para marcar territorio al precio de una tarjeta amarilla. Así que el Athletic dale que dale, empeñado en repetir las notas como una mala versión del bolero de Ravel: Gurpegui a Iraola, Iraola prolonga a Susaeta, Susaeta taconea a Iraola e Iraola centra sin que nadie llegue al remate. Dale que dale porque Beñat decidió que lo suyo es sacar las faltas y los córners que otros consiguen y así está la misión cumplida y Mikel Rico bastante tiene con corregir las faltas de ortografía de sus compañeros.
Athletic, 1 - Valencia, 1
Athletic: Iraizoz; Iraola, Gurpegi, Laporte, Saborit; Mikel Rico, Beñat (Iturraspe, m. 63), Ander Herrera (Aduriz, m. 46); Susaeta, De Marcos y Muniain (Toquero, m. 70). No utilizados: Iago Herrerín, San José, Morán y Etxeita.
Valencia: Guaita; Barragán (Víctor Ruiz, m. 78), Ricardo Costa, Mathieu, Guardado; Javi Fuego, Banega; Feghouli, Jonas, Pabón (Canales, m. 75); y Paco Alcácer (Hélder Postiga, m. 70). No utilizados: Jaume; Míchel, Fede y Parejo.
Goles: 0-1. M. 43. Banega, de penati. 1-1. M. 76. Mikel Rico.
Árbitro: Del Cerro Grande. Amonestó a Feghouli, Saborit, Guardado y Gurpegi.
Unos 30.000 espectadores en el estadio de San Mamés.
Así que el Valencia supo de salida cuál era el examen: resolver la sencilla ecuación de evitar el dos contra uno de Iraola y Susaeta frente a Guardado. Con eso el aprobado estaba garantizado. Para subir nota bastaba con explorar el costado izquierdo del Athletic, del que huía a veces Muniain, más que nada para saber si el balón era el de siempre o habían comprado alguno nuevo. Y por allí estaba Feghouli, ayudado por Barragán, con sus artimañas, pero también con su vivacidad, hasta encontrar el sobresaliente que buscaba su equipo: el penalti de un acelerado Laporte que Banega transformó con potencia y colocación.
El Athletic jugó con un falso nueve, De Marcos, en lugar de Aduriz, seco de gol y algo tocado. Pero el delantero alavés necesita autopistas en vez de rotondas. En las primeras, vuela; en las segundas, se pierde y acaba siendo presa fácil de los centrales. Mathieu le puso un radar y De Marcos bajó la velocidad. Peligro desactivado.
Cuando el Athletic descubrió la banda izquierda en la segunda parte se le había hecho de noche. El Valencia, bien armado en defensa, encontraba los pasillos que buscaba para tocarle las narices a Iraizoz, exigido primero por Jonas en un disparo centrado y después sorprendido por una vaselina de Barragán tras un error clamoroso de Saborit. El partido era suyo, pero San Mamés tiene muchas llaves maestras. Una que no figura en ningún manual de estrategia, ni en las lecciones de táctica ni en los tubos de ensayo de los entrenamientos. La fe es para el Athletic como el escozor de la derrota. Lo que pica le salpica. Y con el agua al cuello decidió seguir el impulso popular y meter una velocidad más, que parecía que no tenía, a su fútbol, hasta encontrar un centro al segundo palo que De Marcos cabeceó horizontalmente para que Mikel Rico lo llevara a la red con la frente nada marchita.
Para el Athletic, y sobre todo, para Mikel Rico, el mejor rojiblanco, el perfume del gol fue el premio a su sudor. Y al final el Athletic acabó en el área rival buscando el último centro en el minuto 93 con tres futbolistas en la raya de gol. Toda una imagen.
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