Márquez, héroe y villano

Es como una pequeña lagartija, rápido y escurridizo, vivaracho y resistente, tan difícil de cazar. Marc Márquez, pura alegría, puro talento, no encuentra límites, ni a su pilotaje, ni a sus registros. Un poco villano, un poco héroe, perfecto carácter para dibujar un personaje de los que marcan época, el piloto de Cervera sumó a su palmarés otra victoria con tufo a polémica. En plena escalada, cuando tanto él como Dani Pedrosa culminaban la persecución a Lorenzo, que se había puesto en cabeza tan pronto como se apagó el semáforo, Márquez provocó el desastre casi sin querer. Atacaba la entrada a la 12ª curva —al final de la bajada que arranca en ese punto al que llaman el sacacorchos de Alcañiz, en homenaje a la famosa chicane de Laguna Seca— cuando perdió el control de su moto y sentenció a Pedrosa.

Rodaba pegado a su compañero de equipo, que le había adelantado una vuelta antes, se pasó de frenada a la entrada a la curva y, aunque quiso evitar la embestida y la moto de Pedrosa apenas se zarandeó, la rozó a su paso, cuando ya se iba largo hacia la escapatoria. La Honda del 26 siguió su trazada, pero unos metros más adelante hizo un brusco movimiento que terminó con el piloto en el suelo, tremendo golpe en la zona lumbar y la pelvis; y dijo adiós a la prueba y, seguramente, también a sus opciones de título. Según explicaría Honda después, Márquez rompió un cable del sensor de la rueda vinculado al control de tracción y eso provocó el accidente de su compañero al abrir gas. Un cable demasiado importante como para ser tan vulnerable en caso de un simple choque de carenados. Dirección de carrera anunció que debía estudiar los informes técnicos y que resolvería el incidente —calificado por Honda como un lance de carrera—, que está bajo investigación, en los próximos días.

Las opciones de título se han esfumado para Pedrosa, que tuvo que ver el final de la carrera desde la pantalla de televisión de su taller, al regreso de su visita al centro médico. Todo le ocurrió el día de su 28 cumpleaños.

Sin Pedrosa en la pista —“La pena más grande de todas es que iba a ganar la carrera”, dijo—, Márquez aprovechó que contaba con un rival menos para recuperar tan rápido como fuera posible la distancia perdida con Lorenzo por culpa de aquel error. Y para atacar. Pues en ganar es en lo único que piensa, por mucho que sepa que con segundos puestos será campeón a final de curso. Prefiere subirse al escalón más alto del podio, como volvió a hacer en Aragón. Y ya van seis. Al de Honda le costó poco ponerse a rueda esta vez de Lorenzo. Fue recortándole metros un giro tras otro, pues era unas tres décimas más veloz. A falta de 10 vueltas se le echó encima. Y unas curvas más tarde, cuando alcanzó el mismo punto en el que en una mala frenada terminó con Pedrosa por los suelos, tan sueltos como se permite rodar cuando sigue a alguien más experto que le marca los puntos de referencia, allí, justo allí, adelantó a Lorenzo. Limpiamente.

El de Yamaha, que había vuelto a firmar una primera vuelta espectacular, le aguantó el ritmo durante unos cuantos giros. No más. Luego el chico siguió rodando ligeramente más rápido, lo suficiente para ampliar su ventaja hasta poco más de un segundo. Las dos largas rectas del trazado aragonés se aliaron con la Honda, y el de Yamaha, que estrenaba motor, tuvo que conformarse con ser segundo. Eso le deja a 39 puntos del líder, el novato imposible e irreverente, travieso. Le quedan cuatro capítulos a este libro. Y el final todavía no está escrito.