Verdú entra demasiado tarde
El Betis goza de las mejores ocasiones ante un Granada muy ordenado que araña un punto (0-0) muy trabajado en el Villamarín
No pudo el Betis con el Granada. Le costará a este equipo pasar por encima de rivales tan ordenados como el conjunto de Lucas Alcaraz. Lo intentó siempre y estuvo más cerca del triunfo que su rival, pero le faltó gol y una pizca de imaginación para sortear muros tan fuertes como el que le plantó el Granada. Sufrió el Betis la ausencia de Rubén Castro, al que se le reprodujeron sus molestias en la espalda, y solo pudo llevarse el partido en los últimos 15 minutos de encuentro. Los momentos en los que Verdú, a gran nivel, se sobrepuso al lamentable césped y al sofocante calor para crear tres ocasiones de gol. En una de ellas aún no se entiende cómo Cedrick, con todo a favor bajo palos, remató sin fe para fallar un gol cantado. Tardó Mel en dar entrada al catalán, necesario por su visión de juego ante defensas tan exigentes. El Betis lo necesitaba antes.
El Granada, rocoso, apenas mostró nada en ataque. Alcaraz reservó a Piti y Dani Benítez, pero tuvo una ocasión en el minuto 83 de El Arabi que salió rozando el palo de Sara. Quiso más el Betis y debió ganar por su arreón en el último cuarto de hora, pero sin Rubén Castro es menos Betis, sin duda, por más que jugadores como Juanfran o Verdú brillen a gran altura. El gol marca la diferencia y ni Molina ni Braian tienen la calidad del canario.
BETIS, 0 - GRANADA, 0
Betis: Sara; Chica, Paulao, Amaya, Nacho; Xavi Torres; Juanfran, Matilla, Salva Sevilla (Verdú, m. 76), Vadillo (Braian, m. 50); y Jorge Molina (Cedrick, m. 72). No utilizados: Andersen; Jordi, Reyes y Chuli.
Granada: Roberto; Nyom, Diakhaté, Murillo, Angulo; Iturra, Recio; Pereira (Brahimi, m. 60), Buonanotte (Yebda, m. 78), Álvaro (Dani Benítez, m. 66); y El Arabi. No utilizados: Karnezis; Coeff, Fran Rico y Riki.
Árbitro: Ayza Gámez. Amonestó a Chica, Recio, Amaya, Paulao y Nacho.
Benito Villamarín. 33.556 espectadores.
Todo fue muy lento. El ritmo de los dos equipos, la velocidad del balón, las carreras de los futbolistas y hasta las ideas de su cabeza. El resultado propio de jugar al fútbol playa. Pues a eso se dedicaron Betis y Granada, una actuación propiciada por un césped impropio de la Primera División y las altas alturas que despidieron al verano en Sevilla. En el Betis argumentan que el lamentable estado del terreno de juego se debe a la rosquilla negra, una oruga que en forma de plaga propicia que el Benito Villamarín sea una playa. Para plaga, deportiva, eso sí, este Granada ordenado y cuajado que se le suele atragantar al Betis en su estadio. Lucas Alcaraz se vio el partido del equipo sevillano ante el Valencia, por eso no tuvo reparos en tapar, con eficacia y seguridad, a Salva Sevilla, la fuente actual del fútbol del Betis. Entre el césped y la presión de Iturra y Recio, Salva vivió un calvario. El Granada, fuerte en defensa, con un Murillo que puede romper en central de los buenos, no tuvo reparos en cederle todo el campo al Betis. El equipo de Mel, lento e impreciso, solo tuvo salida en la banda izquierda en los continuos intentos de Vadillo. El extremo, el único que repitió del once titular de la Liga Europa ante el Lyon, no logró marcharse del buen lateral del Granada, pero lo desgastó y nunca arrojó la toalla. Su crecimiento pasará por superar exámenes tan exigentes como el de Nyon. Mel no agradeció su insistencia y lo cambió a los cinco minutos de la segunda mitad.
Con el Granada bien parapetado, el Betis sufrió mucho. Solo encontró un resquicio en el orden granadino en un voleón al área que Juanfran bajó de forma deliciosa. Molina, con todo a favor, remató alto. El resto de acercamientos se concretaron en remates de los centrales béticos sin excesivo peligro.
Fuera de escena Vadillo, Mel apostó por reforzar la delantera con la entrada del uruguayo Braian. En el cambio de dibujo, Salva Sevilla pasó a la izquierda para liberarse de los grilletes de Iturra. Un Betis más directo, con dos delanteros puros, sin tanta seda en el centro del campo. Mejoró el equipo sevillano, pero agigantó su rendimiento con la inclusión de Verdú en el último cuarto de hora. La clase del catalán se precisaba en un duelo tan cerrado y Verdú respondió con un disparo que salvó Roberto, un medido pase que remató muy mal Cedrick y otro disparo a puerta que salió rozando el palo de la meta del Granada. Verdú movió los muñecos demasiado tarde, olvidado en el banquillo por un Mel más conservador que de costumbre.
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