Miku reanima al Getafe y hunde a Osasuna

Una pincelada de autor, obra de Miku, concedió el primer triunfo de la temporada al Getafe y echó más tierra sobre Osasuna, que con cuatro derrotas en los cuatro primeros partidos del campeonato firmó el peor arranque liguero de su historia y se enfanga en el pozo del campeonato. No levantan cabeza los navarros, deprimidos, sin remiendo ni consuelo pese a la marcha de Mendilibar y el aterrizaje de Javi Gracia en el banquillo, y toman aire los madrileños, impulsados por una virguería del ariete venezolano que estira el crédito de su técnico, Luis García.

No habían transcurrido ni 25 segundos cuando Andrés ya tuvo que desperezarse para repeler un zambombazo de Escudero desde el borde del área. Proponía y mezclaba el Getafe, con más recursos y argumentos, pero no encontraba la rendija. Desentendido de la pelota, más pendiente de no ofrecer fisuras que de mirar al arco contrario, Osasuna halló un respiradero en las botas de Roberto Torres. El canterano, un estilista en medio de un elenco de bregadores, rompió la linealidad de su equipo y engatilló a la red un balón servido por Armenteros desde la izquierda. Un fogonazo.

La diana visitante aportó picante al envite y, de forma paradójica, diluyó al equipo navarro, agazapado desde ese instante en su propio territorio. Un paso atrás que tuvo peaje. Protagonista, el Getafe metió la directa y cercó el marco de Andrés. Avisó Valera con un testarazo y atinó después Miku. El venezolano, que dos cursos atrás firmó 12 tantos en la Liga y el año pasado deambuló por el Celtic de Glasgow, cabeceó de forma mansa tras una salida en falso del meta rojillo al saque de un córner y equilibró un duelo que derivó en un intercambio de golpes. Y en ese mejunje, ante la retaguardia de cristal y la benevolencia de su huésped, el Getafe también ganó la partida.

Con Diego Castro hiperactivo y Moyá certero para apagar cualquier conato de incendio, fue Miku quien acaparó los focos y reanimó a los azulones. Trazó primero una chilena espectacular que besó el poste y se inventó una filigrana nada más reanudarse el partido. Sorteó en una loseta el marcaje de Arribas y Damiá, con un taconazo y un caño simultáneos, y devolvió la sonrisa al Coliseum. Contestatario, asfixiado por el yugo de una nueva derrota, el equipo navarro replicó en los instantes finales. Lo intentó el voluntarioso Riera, que maniobró como un pívot y enganchó un derechazo que melló el larguero. Pudo poner acto seguido el Getafe el lazo al partido, pero Colunga y Diego Castro ajustaron en exceso.