Emulando a ‘King’ Kenny

El pasado fin de semana, en Indianápolis, allá donde él mismo hizo historia en la Indy Mile, Kenny Roberts se metió en uno de esos viales que se llenan de observadores privilegiados. Lo hizo para contemplar más de cerca a Marc Márquez, ese chaval del que todo el mundo habla, ese que empieza a igualar sus récords, el piloto con el que empiezan a compararle. “Es diferente al resto, por su estilo, por cómo derrapa, logra un ángulo que yo nunca pude conseguir porque los neumáticos no tienen nada que ver. Tiene algo que los otros no tienen”, declaraba el norteamericano a las cámaras de Dorna. Él, el rey del dirt track, esa especialidad con la que crecen los pilotos de los Estados Unidos y que hizo de él un corredor espectacular en las curvas observó con admiración al de Cervera, a quien le augura un futuro prometedor: “Es increíble la madurez que tiene”.

Roberts, o King Kenny, fue el primer estadounidense en ganar el título de 500cc y lo hizo, además, en el año de su debut. Es el único que ha logrado semejante gesta. De momento. Pues Márquez acecha también ese récord del californiano. Hasta ahora, en diez carreras disputadas, el piloto de Honda ya es junto a Roberts —que lo logró en 1978— el único en debutar en la categoría reina y lograr tres victorias consecutivas. También son ambos los únicos en ganar cuatro carreras como novatos. Márquez, además, cuenta nueve podios en diez pruebas. Solo Rossi le supera con diez en 2000. Claro que, un triunfo más y será el único. Superará a Roberts. Y a Rossi, a quien ya le birló en 125cc algunos récords de precocidad.

Roberts fue el primero que tocó con la rodilla en el suelo; Márquez lo hace a golpe de codo

Pero no solo los números favorecen las comparaciones entre Roberts y Márquez. Si al español se le admira por descolgarse tanto de su moto que necesitó de un refuerzo para su mono en la zona del codo —no le bastaba con la deslizadera de poliuretano, así que usa una pieza extra de magnesio— y ha puesto de moda aquello de rozar el asfalto y los pianos con el codo; fue Roberts el primero que se atrevió a tocar con la rodilla al suelo: tal era su osadía en unos tiempos en los que la tecnología no era la de ahora que, agujereado el mono en la zona en cuestión, tenía que cubrírsela con cinta para evitar hacerse daño. Roberts tiene pues la culpa de que existan las famosas rodilleras de quita y pon. Él marcó estilo en los setenta, Rossi unos años más tarde, al sacar la patita a la entrada de las curvas, y Márquez lo hace ahora, a golpe de codo.

“Para mí Kenny sigue siendo el más grande de todos los tiempos. Se diferencian en que él no conocía ningún circuito porque venía del AMA y Márquez ya ha estado en (casi) todos. Igualó la gesta, por ejemplo, en Laguna Seca. Además, entonces no existía la Play Station”, bromea Randy Mamola, que compitió contra Roberts y lleva años viendo a Márquez en el Mundial. No quiere comparar su pilotaje, pero sí la osadía de un chico de 20 años. “El estilo de Marc es solo suyo, es genuino, eso le hace especial. Además, es alucinante verle perfeccionarlo en cada carrera y el salto mental que ha dado desde abril hasta ahora”. Los aspirantes al título, los ya veteranos como Jorge Lorenzo, le echan encima la presión. Es el líder y eso conlleva lo suyo: “La lógica dice que Márquez debe ser el campeón del mundo. Él no ha cometido errores, nosotros sí”, dijo ayer en referencia a él y Pedrosa. Pero el ganador de las últimas tres carreras lo tiene claro: “Yo la presión me la quito rápido”. “Lo que más me gusta de él es que se divierte. Yo también me divertía, pero sonreía menos”, decía Roberts, que tenía 25 años en 1978.