El Barça reacciona sin Messi
Lesionado el argentino al descanso, la entrada de Cesc y Neymar, goleador, permite a los barcelonistas sacudirse a un Atlético que se quedó sin oxígeno tras un primer tiempo encomiable
Convenía ver al Barça supuestamente resucitado en una sola jornada ante un rival con más cuajo que el Levante. Sin duda, lo es el Atlético. Si los barcelonistas pasan por ser el mejor equipo con la pelota en propiedad, pocos, casi ninguno, mejoran a los rojiblancos sin el balón. Le faltan futbolistas de pasarela, pero suple la rebaja de recursos con el espíritu de Simeone, el Cid de este Atlético que muerde, que explota sus vetas con una solidaridad encomiable. Así, como corsarios, como mosqueteros, destiñeron a los azulgrana hasta que perdieron la respiración. El Atlético ganó el partido del día 21, en el 22 se quedó sin depósito. Mientras tuvo gas, el Barça ofreció su peor versión del pasado curso hasta que emergieron Cesc y Neymar a la hora de partido. Para entonces ya no estaba Messi, lesionado al descanso, y al Barça solo le sostenían gente como Mascherano y Alexis, futbolistas de los que aprietan los dientes. Los otros, los más finos, estaban dimitidos.
ATLÉTICO, 1 - BARÇA, 1
Atlético: Courtois; Juanfran, Miranda, Godín, Filipe Luis; Koke (Óliver, m. 72), Gabi, Mario Suárez, Arda (Baptistao, m. 75), Diego Costa (C. Rodríguez, m. 78); y Villa. No utilizados: Aranzubia; Insúa, Demichelis y Tiago.
Barcelona: Valdés; Dani Alves, Piqué, Mascherano, Jordi Alba; Xavi (Song, m. 88), Busquets, Iniesta; Alexis, Messi (Cesc, m. 46) y Pedro (Neymar, m. 58). No utilizados: Pinto; Montoya, Tello y J. Dos Santos.
Goles: 1-0. M. 11. Villa. 1-1. M. 66. Neymar
Árbitro: Undiano Mallenco. Amonestó a Juanfran, Filipe, Mario Suárez, Busquets, Jordi Alba, Neymar.
50.000 espectadores en el Vicente Calderón.
Hasta que Cesc agitó a los suyos y Neymar demostró que, regates al margen, es un cazador de primera, el Barça fue de nuevo ese conjunto tostón, inocuo, puro fogueo, limitado a coquetear con la pelota para nada. Lento en la circulación, con todos sus jugadores prisioneros del adversario, el grupo de Martino se empachó de formalismos, impotente para deshacer los nudos que le planteó su rival. No hubo quien pusiera la chispa. Ni Messi, ni Iniesta, nadie ganó su asalto particular. Previsible, con pies de plastilina, el Barça era la nadería.
Mucho mérito tiene este Atlético, al que quizá no le alcance el fondo de armario para travesías de largo recorrido, pero sí para órdagos puntuales. Es equipo de finales, por más que esta Supercopa tenga doble envite y anoche se le hiciera el duelo eterno. Con Simeone de vigía el sudor no se discute. Todo o nada. En estos tiempos de brecha frente a los dos gigantes y el resto, la hinchada colchonera acepta sin rechistar que su muchachada preste el campo y el balón. Solo así tiene el Atlético una vía ante cumbres de consideración. Con un 4-5-1, Simeone enclaustró al Barça. De auxilio en auxilio, no hubo azulgrana que pudiera respirar. Dos, tres, cuatro, en pelotón, los rojiblancos llegaban en manada, con una furia desatada, sin contemplaciones. La línea la marca Diego Costa, siempre al límite. Como al límite quiso ir todo el Atlético a estas alturas de temporada y con Madrid en caldo ardiente. Lo pagó, pero no le quedaba otra.
Messi tuvo que ser relevado en el intermedio por unas molestias musculares
Con el Atlético en plenitud, ni siquiera Messi pudo acudir al rescate visitante. De hecho, a la primera que se asomó al partido, le birlaron la bola, metió la quinta Arda y Villa cerró la contra con una volea estupenda. El Guaje lo celebró como se debe, sin ñoñerías con el pasado. En el primer tiempo, nada pudo festejar el conjunto de Martino, incómodo, sin volantes de ruptura, sin más tecla que abanicar el balón de pie a pie en las únicas zonas en las que el Atlético consentía la templanza. Es decir, a muchas cuadras de Courtois. Sin atajos, el guion era lanzar diagonales hacia los extremos, donde Pedro y Alexis quedaban condenados por el socorro de Arda y Diego Costa a sus laterales. Ni una rendija concedió el Atlético durante una hora; en ese tiempo ni una fue capaz de habilitarse el Barça, con Xavi ingrávido, tenue Iniesta y ausente Messi. Tan extraviado el argentino que ante el engorro por segundo partido consecutivo tuvo un descanso. Esta vez antes que nunca, al ser relevado en el intermedio por unas molestias musculares, según difundió el club en Twitter. Ya había advertido el Tata de que al rosarino hay que dosificarle. Martino dejó claro cuál es hoy en día la escala jerárquica: Cesc, y no Neymar, suplió a La Pulga. El brasileño esperó turno. Juntos, uno y otro mejoraron al Barça.
Fue precisamente Cesc el primero en inquietar a Courtois. Por una vez, los rojigualdos anoche, descolgaron a un jugador al área contraria. Sin alardes, pero el Barça se animó a medida que su contrincante cedió en su presión tras su extenuante tute inicial. Llegaron los espacios y el equipo catalán subió el pistón, la pelota pilló otra velocidad. Poco a poco asomó el Barça más natural, más reconocible. Con Cesc en el papel de Messi, el equipo tuvo otro ritmo y también llegó la presión alta. Ante el mejor Fàbregas hay que ampliar el radar, no es un futbolista al que sea fácil seguir la rueda. Menos activo que el exfutbolista del Arsenal, Neymar se llevó la gloria, puntual ante el gol tras una asistencia lateral de Alves. El brasileño cabeceó con precisión con Juanfran, su celador, a más palmos de los debidos. Por ahora, Neymar lleva más tarjetas (2) que goles en el curso oficial. Pero jugadores como él tienen duende. Él puso la guinda al Barça que activó Cesc y escoltó Alexis. A todos les protegió Martino al final al enhebrar a Busquets con Song. Otra pista del técnico argentino, menos dispuesto al destape infinito.
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