“Hay que ver quién empieza, pero escupir da una imagen fea”
En la cafetería del Cerro del Espino, algunos veteranos como Luiz Pereira o Marina felicitan a Diego Costa (Lagarto, Brasil, 1988) por su reciente renovación, acelerada por el interés que había mostrado el Liverpool por él. Cariñosamente le dicen: “Vaya atraco has pegado”. Costa sonríe y les da las gracias. Fuera del campo, compañeros y empleados del club le califican de “excelente persona, que siempre está de buen humor”. Una imagen muy distinta de la que proyecta en las trifulcas que protagoniza. Él insiste en que ha mejorado respecto a lo que era hace cinco años y que seguirá intentándolo, pero también advierte que no siempre es el culpable de las tanganas.
Pregunta. Es la primera temporada en la que desde el primer día sabe en qué equipo va a jugar.
Respuesta. Sí y me da más tranquilidad. Estuve en mi ciudad, en Lagarto, de vacaciones, y sabía que había hecho mi trabajo, pero también que la responsabilidad ha aumentado y que hay que estar preparado.
P. ¿Ha jugado pachangas?
R. Sí, en la casa de mi abuela he hecho un campo y pude mantener la forma. Tengo amigos de mucha calidad y de mucha pelea, son calientes, como mi familia.
P. ¿Se ha cuidado?
R. Sí, ya la temporada pasada llegué bien de peso. Pero he comido frijoles, arroz, carne… Me cuidé para no estar por detrás de los demás. Se nota cuando llegas en el peso ideal, te entrenas mucho mejor. Con el tiempo se aprende, antes el perjudicado era yo.
P. Este curso se le exigirá más.
Muchas veces te controlas y otras no, hay jugadores que lo hacen mejor”
R. Siempre he querido esa presión, cuanto más importante me siento, mejor me salen las cosas. La presión me hace ser mejor.
P. Villa tiene mucha movilidad y usted también, ¿jugará ahora más como delantero de referencia?
R. Simeone sabe que estático no soy muy efectivo, me gusta moverme. Lo normal es que haya mucha movilidad entre los dos y lo importante es saber hacer esos movimientos. Villa es un delantero de talla mundial, me hará mejor jugador. Espero que hagamos una buena pareja, pero también está Adrián y nada está definido.
P. La temporada pasada hubo momentos en los que sus compañeros solo tenían ojos para usted y centralizaba todo el ataque.
R. No es que solo me miraran a mí, pero el equipo tenía una forma de jugar muy definida. Veían que estaba bien, en forma, con mucha confianza y esperaban a que hiciera los movimientos de desmarque.
P. Muchas veces llegaba a la línea de fondo y no levantaba la cabeza o no conectaba con Falcao.
R. A veces llegaba a la línea de fondo muy rápido y Radamel aún no estaba, por eso muchas veces intentaba recortar o hacer una jugada. Todo depende de cómo darle continuidad a la jugada y sé que tengo que mejorar en eso.
P. ¿La lesión de rodilla le ha impedido hacer movimientos o regates que antes hacía?
R. Hay cosas que tienes miedo de hacer, pero normalmente no lo pienso mucho. Intento jugar a mi manera. Meto la pierna donde sea, si me lesiono qué voy a hacer, es mi trabajo, no intento pensar que si hago esto o lo otro me voy a lesionar. Si tienes miedo, te haces daño.
P. Antes de la final de Copa, preguntado por si se había mentalizado para no dejar al equipo con diez, respondió que solo le habían sacado cuatro amarillas en Liga y una roja en la Liga Europa. ¿Cuántas cree que mereció?
R. Creo que los árbitros estuvieron bien, a veces me sacaban la tarjeta para controlarme y muchas no eran. Hay que ver la estadística, me sacaron cuatro amarillas y una roja en UEFA, no veo que pudieran sacarme cinco rojas. Intentaré mejorar, pero no voy a cambiar mi forma de jugar, nunca he hecho una entrada con maldad, eso es lo importante. Lo importante es controlar para no hacer daño a tu compañero de trabajo, yo defiendo lo mío y ellos lo suyo. Sufrí más agresiones de las que hice, pero nunca me he quejado, ni lo haré.
P. A veces empieza usted y otras le provocan, ¿qué piensa cuando se ve escupiendo por televisión?
R. Hay que ver quién empieza, pero está claro que es una imagen muy fea, pero es muy fácil hablar cuando estás fuera viendo el partido desde tu casa. Dentro del partido escuchas de todo. Nunca un rival me ha dicho “Diego te quiero”. Estás siempre escuchando cosas, recibiendo patadas, muchas veces controlas y otras no, hay gente que se controla mejor. Sé que tengo que mejorar, pero si la gente sabe tu temperamento… Un defensa siempre va a buscar al delantero si sabe que te picas… Nunca lo busco, pero si me buscan, me encuentran. Hay que ver quién empieza.
Con Villa tendremos mucha movilidad arriba, me hará mejor jugador de lo que soy”
P. ¿Le cuesta controlarse?
R. Mejoré, cada año recibo menos tarjetas, me da igual lo que digan. Sé lo que hacía cinco años y lo que hago ahora. He cambiado y lo he hecho bien.
P. ¿Pueden ser alternativa a Madrid o Barça?
R. Tenemos la mentalidad que el míster nos implantó del partido a partido. Llegamos a una final y sabíamos que podíamos conquistar algo importante, esa es la mentalidad. Al final de temporada, si hay opciones, pelearemos. Cuando el Atlético llega, llega de verdad. El 90% decía que el Madrid ganaría la Copa, pero tenemos la estrella de saber competir.
P. ¿Qué le gusta más de su compatriota Neymar?
R. Su regate puro, tiene swing. Puede salir de un espacio reducido rodeado de rivales. Llegó al Barça con eso y no tiene que cambiar.
P. Robinho también tenía eso y fracasó en el Madrid cuando le prohibieron regatear.
R. Es diferente, Neymar va a tener un grupo de campeones y va a estar rodeado de jugadores con una gran cabeza para el fútbol. A Robinho en su época no supieron explicarle las cosas. Como Neymar, podía hacer lo que quisiera con el balón. Neymar viene para mejorar y va a escuchar a la gente, pero los regates no hay que cambiárselos, tiene que saber en qué momentos hacerlos. Hay que saber respetar. Cuando jugaba en el Rayo, el Barça nos estaba metiendo cinco y Puyol abroncó a Thiago por una celebración. En el Barça va a tener eso, le van a dar cariño y le van a aportar su experiencia. Le van a hacer más grande.
P. Brasil le ganó a España desde el himno cantado a viva voz por la grada.
R. España no hizo nada, estaba con miedo, parecía que para Brasil era el último partido de su vida. Imagínese, Maracaná lleno, cantando el himno y fuera con todas las manifestaciones que había y motivaban a los jugadores. Brasil no podía perder.
P. ¿Eran oportunas esas manifestaciones?
R. Sí. Si un pueblo se manifiesta unido, el poder es suyo. Brasil necesita una mejora notable en la salud y en la educación. La gente no salía a la calle y peleaba por tener 5.000 o 10.000 euros, sino por tener la posibilidad de hacer grandes a sus hijos mediante una buena salud y una buena educación.
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