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Beitia, las rusas y un trono de 2 metros

La campeona de Europa mata las horas como puede hasta su cuarta final mundial donde sabe que las grandes favoritas son las locales

Amaya Iríbar
 Ruth Beitia concentrada durante la clasificación
Ruth Beitia concentrada durante la clasificaciónAlberto Estevez (EFE)

Para los atletas la espera es lo más tedioso. Cuando se saben clasificados pero aún quedan largas horas de espera para el gran momento del año y tienen que entretenerse para controlar la cabeza y las ansias de competir, que a veces es lo más difícil. Ruth Beitia va camino de su cuarta final mundial y ha vivido las tres últimas finales olímpicas, así que sabe muy bien de qué va esto. A los 34 años, la campeona de Europa aspira al menos a poder pelear el sábado aunque sabe que las medallas cuestan dos metros y este verano ella no ha conseguido acercarse a esa altura.

“Se hace muy largo”, reconoce Raúl Torralbo, que entrena a la cántabra desde hace 23 años, que la conoce tan bien que sabe que los silencios a veces son necesarios, sentado cómodamente en uno de los pubs del Cosmos, el mastodóntico hotel de estilo soviético que alberga al equipo español y a todas las otras delegaciones que han preferido no buscar uno más lujoso; “pero ya estamos acostumbrados”.

Todas sabemos que las medallas están ahí”

El día antes de la competición es físicamente tranquilo. La saltadora hace algunos ejercicios de tonificación y pesas para mantener activada la musculatura, pero lo importante es descansar. Las famosas siestas de los atletas. Dicen que Beitia se entretiene ahora con la serie Guerra de Tronos.

Puede que también le dé vueltas a la que le espera el sábado (16.00 hora española). Tres rusas como tres montañas y una italiana que es tan joven que nadie se arriesga a decir de lo que es capaz. Trost, que así se llama la italiana, tiene solo 20 años, 14 menos que Beitia y “le gusta muchísimo” a Torralbo, pero no tanto como Chicherova. La campeona olímpica y mundial parece volar algún centímetro por encima del resto y es la favorita (aunque la que más ha saltado este año es la estadounidense Barrett, 2,04 m, algo más dubitativa en la clasificación). La escoltan Gordeeva y Shkolina (bronce en Londres 2012) y un público que, aunque sigue sin llenar el imponente Luzniki, atrona con los competidores locales, como el viernes demostró con el saltador Menkov no digamos ya con el título de Isinbayeva hace unos días.

Ruth Beitia, durante la sesión de clasificación
Ruth Beitia, durante la sesión de clasificaciónROBERT GHEMENT (EFE)

Para todas las saltadoras la barrera psicológica que separa la brega de la mayoría de las medallas está en los dos metros, esa altura que todas han superado alguna vez, pero que esta temporada solo la tienen Barrett y Chicherova y la croata Vlasic, que no ha viajado a Moscú porque luego se lesionó.

“Todas sabemos que las medallas están ahí”, decía Beitia el jueves, tras sentirse más cómoda que en toda la temporada. La mejor marca de la española (2,02) es de 2007 y salvo un bache en 2011 ha superado esos dos metros psicológicos todos los años menos este, donde el pie de batida le ha dado problemas. Y eso que la cántabra ha cogido la forma mucho más rápido que en otras temporadas, aunque ya no dobla entrenamientos porque además de atleta es diputada regional del PP, y tras resolver lo del tobillo dice su entrenador que hizo entrenamientos perfectos de esos que imitan la competición.

Torralbo está tranquilo porque la ve bien y sabe que es una luchadora. Beitia, también. Solo tienen que pasar algunas horas de tedio más.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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