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La prodigio, la veterana, la grande

Mary Cain, Natalia Rodríguez y Abebe Aregawi marcan la semifinal de 1.500

C. ARRIBAS
Natalia Rodríguez, durante su serie de clasificación.
Natalia Rodríguez, durante su serie de clasificación.A. ESTÉVEZ (EFE)

Cuando hablan de Mary Cain por ahí, para que la gente se admire de lo joven que es comparan su edad, sus 17 tiernos años recién cumplidos y su cuerpo aún no definido muscularmente, con los 34 años, justo el doble, de algunas de sus rivales en los 1.500m, los 34 años de Natalia Rodríguez, por ejemplo. Y cuando hablan de globalización, de fronteras inútiles, de siglo XXI hablan de Abebe Aregawi, que nació en Etiopía hace solo 23 años pero es sueca desde hace ocho meses y a su doble condición de plusmarquista nacional etíope y sueca de la distancia (con marca en los 3m 56s) une la de máxima favorita para el triunfo en Moscú. Los caminos de las tres, de la joven, de la veterana, de la grande, se cruzaron ayer por la mañana en las series en la pista soleada azul del Luzniki, y mientras la actuación de la joven fue eso, joven e inexperta y esperanzadora, y la de la favorita, la de una atleta por encima del resto, la de la española no fue la de una atleta del pasado, sino la de una muy presente. Las tres intentarán hoy en semifinales (18.40) alcanzar la final del jueves.

“Tener al lado a una tan joven como Cain no me envejece, sino que me motiva”, dice Rodríguez, que no suda porque es de Tarragona y corre con un brazalete negro sobre su fino brazo desnudo porque su anterior pareja era gallego y ella sigue llorando por las víctimas del tren de Santiago. Con sus anteriores grandes rivales, Burka, Jamal, en baja forma o lesionadas, la atleta catalana, bronce en los anteriores Mundiales, en Daegu 2011, es una superviviente de su generación, la que lleva una década dominando la media distancia, tan confusa en los últimos años con la aparición de fugaces turcas, marroquíes o argelinas o de otros países, cuya verdad dopada se aprende demasiado tarde, pero una superviviente con aspiraciones. “Estoy muy bien”, dijo la campeona de España tras clasificarse quinta calculadamente y sin forzar en su serie, un contraste con su anterior aparición en una gran competición oficial, eliminada a la primera en Londres 12. “He corrido fácil. He estado detrás tranquila y me he movido en su momento. Las sensaciones son buenas pensando en la semifinal. Sé que por marca no entraría en la final, pero esto es un campeonato, no un mitin”.

La mejor marca de Rodríguez en los dos últimos años, muy afectada por las lesiones, es de 4m6,20s, 10s superior a la de la favorita Aregawi, un indicador de que será muy difícil que a su edad la catalana, plusmarquista nacional, la única española que ha bajado de los cuatro minutos (3m 59,51s, en 2005), vuelva a estar en los niveles no de 2005, sino en los más cercanos, de 2009, cuando su descalificación después de ganar el Mundial de Berlín, o que incluso pueda volver a bajar de 4m5s, habitualmente la frontera de la final.

Por marca no entraría en la final, pero esto no es un mitin” Natalia Rodríguez

Si a Aregawi lo que le resulta complicado es no correr deprisa, y no ganar, a Mary Cain, con tanto futuro, lo que le asusta es correr en grupo. La pupila de Alberto Salazar, como Mo Farah, parte del gran proyecto de Nike para la excelencia absoluta en todos los terrenos, saltó a la pista con la misma actitud que tendría una niña a la que su madre le advirtiera a todas horas que mucho cuidado al cruzar los semáforos. Corrió más que ninguna, pues lo hizo por las calles dos o tres y siempre a cola, con respetable distancia respecto a sus rivales, pero nunca dejó de estar en carrera, e incluso aceleró fácil, por la calle cuatro, con sus codos bien abiertos, en la última recta para clasificarse por puestos, sexta. Fue su carrera una muestra de resistencia y velocidad, una Farah en chica. Cain, la Jim Ryun en femenino desde que batió el récord juvenil norteamericano de 1.500 y desde que se convirtió a los 16 años en campeona nacional indoor de la milla, también posee el récord mundial juvenil de 800m, por debajo de los dos minutos, y el norteamericano juvenil de 5.000m. Por eso la llaman la niña fenómeno. Un prodigio que aún va al instituto, al que Nike ha prohibido dar entrevistas y del que Salazar, que no se separa de ella, parece el padre.

Su entrada en la final sería una gran noticia para su distancia, tan tocada, como la de Rodríguez lo sería para ella, para su carrera de seis Mundiales y para el atletismo español. La victoria casi segura de Aregawi, ciudadana del mundo sueca y etíope, sería el triunfo de la lógica.

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Sobre la firma

C. ARRIBAS
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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