Martino no se lamenta

El Tata Martino dejó ayer su mensaje en el Muro de las Lamentaciones. Llegó al Barcelona hace 10 días y apenas ha podido trabajar con el equipo. El márketing prevalece en el Barcelona este verano, ya que dejará en la tesorería nueve millones de euros por cuatro partidos. Pero, se quiera o no, para el técnico argentino la labor se complica de mala manera. Desde que aterrizó en el Camp Nou, Martino ha visto al Barcelona disputar tres partidos (en Oslo, en Gdansk y el Gamper en Barcelona), ha visitado al presidente de la autoridad nacional Palestina, Mahmud Abbas, al presidente de Israel, Simon Peres, la iglesia de la Natividad en Belén y el Muro de las Lamentaciones. Ayer por la tarde, antes de subirse al avión en el que viajó el equipo a Tailandia, donde tiene más actos convocados que ensayos deportivos, asistió a un entrenamiento con niños judíos en el estadio Bloomfield de Tel Aviv.

Martino no se lamenta, se lo toma con calma. Sabía que competía contra el calendario y lo aceptó desde el primer día. “Es lo que hay, nos adaptaremos”, dijo al respecto cuando se le preguntó en su presentación. La pretemporada, aprobada por Tito Vilanova, ha mantenido los compromisos pactados pero, evidentemente, las exigencias han crecido para el cuerpo técnico.

“La preparación consiste en entrenarse, pero también en conocerse, en estar, en saber qué es este club y la dimensión de lo que exige”, admitió ayer Andoni Zubizarreta, director deportivo del Barcelona. “En actos como el clinic de Dura, en Palestina, vemos dónde llega el fútbol, nos permiten saber qué nos mueve”, añadió antes de recordar que cuando era jugador del dream team y se concentraban 14 días en Holanda, también escuchó quejas. “Jugábamos 12 partidos en 14 días, decían que era una barbaridad. Los tiempos cambian y hemos de adaptarnos a las circunstancias. El día que consigamos tener menos competiciones internacionales tal vez sea más fácil, pero como estos jugadores, además, tienen la bendita costumbre de llegar a las finales…”.

Bromeó Zubizarreta al decir que tal vez la solución estaría en alargar el año. “Podíamos haber dejado un papel en el muro para pedir un año con 400 días, pero no parece que ni pidiéndolo allí fuera factible. Nos adaptaremos”. En eso anda el Tata, que la semana que viene, cuando regrese a Barcelona con su equipo, se despedirá de más de la mitad de los jugadores, porque toca partido de selecciones.

“Martino es próximo a los futbolistas, escucha, viene a conocer, intentará aportar lo que nos ayude a mejorar. Nos estamos conociendo”, sostiene Zubizarreta, que explicó una anécdota: “Nosotros hablamos de pasillos interiores y el habla de wings; en el lenguaje también hemos de ajustarnos para entendernos”.

Lo complicado parece ajustar las necesidades del entrenador con las de los departamentos de márketing del club, pero ya no tiene remedio. Mañana, por ejemplo, en Bangkok, se acumula la faena: hoy está previsto un entrenamiento por la tarde en Tailandia, después de que los jugadores duerman en el avión; para mañana hay un entrenamiento de verdad, otro con niños impuesto por la empresa organizadora de los eventos, un acto de Unicef, otro de Nike, y uno organizado por la agencia de turismo catalana.

El Tata no o se lamenta. “Mira mucho, como si estuviera conociendo al personal”, apuntan sobre él los veteranos del equipo. “Y cuando habla, se le entiende. Se nota que sabe dónde esta, que sabe lo que quiere”, añaden en el autocar del Barcelona, donde los jugadores conviven más que en los campos de entrenamiento.

Martino tiene 17 días antes de empezar la competición, así que trabaja contrarreloj… y contra el merchandising.