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DESDE MI SILLÓN
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Guion calculado

A pesar de lo previsible de estas etapas la fase de las escapadas puede transformar un día comodo en una tortura

Flecha lidera la escapada durante un tramo de la 12ª etapa del Tour
Flecha lidera la escapada durante un tramo de la 12ª etapa del TourPASCAL GUYOT (AFP)

El guion de estas etapas está escrito ya de antemano: salida, escapada, control, reagrupamiento y sprint final. En cada una de las fases, exceptuando la de la salida que ya está marcada en horario de antemano, las posibilidades de sorpresa son pocas. Más bien nulas en un día como el de este jueves.

En la fase final había quedado claro ya estos días que había tres nombres a destacar: Cavendish, Greipel y Kittel, con el permiso de Sagan en su suma y sigue de cara a la clasificación por puntos. Como consecuencia de estos nombres, estaba también claro quiénes liderarían la fase de control, con la ayuda extra del equipo del líder en caso de extrema necesidad. El momento del reagrupamiento llegará en base al entendimiento que haya entre los equipos que controlen, con una única consigna común: cuanto más cerca de meta, mejor.

Y la fase de escapada es la que más se puede alongar y la que puede transformar un día cómodo en un día de tortura. Cuanto más avance el Tour más aumentará el nerviosismo entre los equipos que aún no han ganado, y de ello dependerá el kilómetro en el que se conforme la fuga. Esta vez fue en el tres, un alivio para muchos, y los fugados eran cinco hombres de esos equipos que además de no haber ganado hasta ahora tampoco cuentan con uno de los nombres que optan a una clasificación de honor. Las posibilidades de que la fuga llegue son mayores que cero, pero menores que mínimas. Pero el que no tiene premio es el que no lo intenta, esa es la consigna de los fugados. Y tienen además otra consigna más optimista que real, pero obligada en estos casos: nunca se sabe lo que puede pasar por detrás.

Como dijo Flecha tras el intento, “todavía no ha llegado ninguna fuga, pero tarde o temprano lo hará”. Y estos corredores en fuga, además de hacer disfrutar a sus patrocinadores de momentos de lucimiento de la marca, disfrutan de privilegios que pueden parecer absurdos pero que en el fondo son prácticos, como poder disponer de agua fresca con facilidad en cualquier momento del día. Algo muy agradable en los días de canícula tan comunes en la Francia del interior.

Y luego está el componente personal. Uno como Flecha, por ejemplo, disfruta más de su trabajo en esa posición de privilegio -por inútil que parezca su esfuerzo-, que pasando el día en la “oficina”, nombre con el que se denomina a la barriga trasera del pelotón. Y supongo que alguno de sus cuatro acompañantes, y algunos más de los que se quedaron con las ganas en el anonimato del grupo, serán de la misma opinión.

Del número de integrantes de la fuga y del prestigio de sus nombres, y en base a los kilómetros de la etapa, se calcula el momento de comenzar el control. El resultado de esta ecuación fue 70, es decir, faltando aún casi 150 kms de etapa, un margen muy alejado del límite de seguridad –un minuto cada 10 kms-. La fuga acumulaba entonces su máxima diferencia, nueve minutos.

El viernes se prevé más de lo mismo. Este jueves ganó Kittel de nuevo –ya van tres- en un precioso cara a cara con Cavendish, dedicándole la victoria además al caído –o tirado- Veelers, su amigo-lanzador en este orden. Cavendish no puso cara de muchos amigos al cruzar la meta, pero en sus declaraciones, además de reconocer la justa derrota, felicitó a su rival al que denominó “la próxima gran estrella de los sprints”. Algo más cercano que próximo, creo yo…

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