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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Más allá de una jugada

Robert Álvarez
Navarro entra a canasta durante el partido ante el Madrid
Navarro entra a canasta durante el partido ante el MadridSUZANNE PLUNKETT (REUTERS)

Entrenadores, jugadores, periodistas... No hay manera de fraguar un criterio sólido y argumentado sobre la polémica jugada de Sada que propició que el clásico del domingo acabara como el rosario de la aurora. Lo que está claro es que los árbitros no señalaron la falta reclamada de forma vehemente en el bando azulgrana y que el informe del Departamento correspondiente en la Asociación de Clubes de Baloncesto (ACB) refrendó la decisión. Los árbitros no apreciaron que el manotazo de Llull tocara a Sada, ni tampoco el de Sergio Rodríguez, ni que siquiera tocaran el balón, ni estimaron, puestos a analizar la acción una y mil veces, que el base badalonés cometiera pasos. La alarmante refriega en torno a la mesa de anotadores acabó enfriándose lo justo para que el sesgo pendenciero no pasara a mayores y dio paso a una catarata de declaraciones indignadas en el vestuario visitante y contemporizadoras en el local.

Yo saco mucho la cara por los árbitros, porque además reconozco que hasta yo me equivoco" Pablo Laso

Los entrenadores y los jugadores, todos ellos sobradamente experimentados, saben mejor que nadie que la decisión de los árbitros era ya inamovible. Quejarse amargamente como lo hicieron Pascual, Navarro y Sada solo puede servir para justificarse o para buscar presionar sicológicamente a los árbitros de cara al segundo partido, que se disputa hoy en el Palacio de los Deportes (21.00, Teledeporte y Esport 3). La estrategia del Madrid, que ganó por 76-72, es similar. Laso subraya con la frialdad y ventajismo del vencedor: “Claramente no hay falta, además creo que ha habido un informe arbitral que lo confirma”. Y también: “Yo saco mucho la cara por los árbitros, porque además reconozco que hasta yo me equivoco y que cuando ves después el partido es más fácil arbitrar, pero no creo que el arbitraje fuera decisivo”.

Nada que ver con la conciliadora declaración de Pedro Martínez tras el polémico dos más uno que propició el segundo triunfo del Barcelona ante el Gran Canaria en las semifinales: “Ha sido una jugada clara y no me da la sensación de injusticia, no creo que el partido se deba subrayar en esa jugada”. La pugna Barça-Madrid centuplica el interés por el baloncesto, le otorga un añadido mediático y un morbo estimulante. Así lo demuestran las audiencias, con una media acumulada de 1.213.400 espectadores y un 15,1% de share, muy superior al que acostumbra a registrarse en la Liga Endesa. Pero, al propio tiempo, la dialéctica Madrid-Barça lo subvierte todo, siembra sospechas de maquinaciones y teorías de la conspiración.

La pugna Barça-Madrid centuplica el interés por el baloncesto, le otorga un añadido mediático

El nombramiento de Albert Agustí como director general de la ACB en 2011 levantó suspicacias en Madrid. El agravio partía de un currículo en el que consta que fue integrante de una de las candidaturas a la presidencia del FC Barcelona, la de Josep Martínez-Rovira, en 2003. Los recelos se engendraron en el bando barcelonista cuando Alberto García Chápuli fue nombrado director de Arbitraje en 2010 después de haber trabajado durante siete años en el Real Madrid, donde fue desde coordinador hasta director de la sección de baloncesto. Ambos han brindado ya sobradas muestras de su profesionalidad y de su imparcialidad.

La polémica jugada del primer partido no debería envolver en la bruma los errores que cometieron ambos equipos: los momentos erráticos del Real Madrid, desacertado en los triples, incapaz de meter a Mirotic en la refriega y frenar a Sada, o la manera mezquina en que el Barcelona quiso administrar su renta de 12 puntos cuando quedaba un mundo, sus deficiencias en el rebote o la floja aportación de varios jugadores. Por eso, Laso y Pascual pidieron ayer pasar página. Aguarda la segunda batalla.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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