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Montanier está en el limbo

La Real Sociedad se debate entre renovar al entrenador francés o cambiar el rumbo a pesar de los buenos resultados

Montanier celebra el triunfo ante el Sevilla.Vídeo: J. M. Vidal

La duda de la Real es si Philippe Montanier es un entrenador que está en el cielo de su lucha por la Champions, en el infierno de su crítica sobre los orígenes, o si está en el aire, en la capa de ozono que aún no sabe si jugará en la máxima competición europea o en la secundaria de la Liga Europa, ya asegurada, pero minusvalorada por la bisutería del gran caramelo. En el fondo, la Real se pregunta si Montanier, tan discreto, tan místico, tan sencillo, es el entrenador capacitado para lo que él ha conseguido. Un crucigrama imposible de responder. Si Montanier es el responsable del éxito, no se extiende la tardanza en despejar los nubarrones sobre su continuidad. Si Montanier es un accidente, a la Real le ha tocado la lotería porque nadie tan accidental llegó tan lejos.

Y mientras tanto se filtra que Montanier podría haber aceptado una oferta duradera del Rennes en contra de una oferta anual de la Real, algo insólito en la galaxia del fútbol español, que se mira al ombligo sin pensar en los que piensan con la cabeza. En el fondo, en la Real, donde ni se afirma ni se desmiente la situación, prevalece el miedo original a Montanier del principio de temporada, y se le reconoce la valentía de las últimas hojas del calendario. Entre sus detractores, en el club y en la afición, prevalece el pasado; entre sus defensores, el presente. Y entre los que están en medio, la ficción de que los jugadores se han autoimpuesto una autogestión más allá de las consignas establecidas por el cuerpo técnico.

Pese a los buenos resultados, el galo tiene detractores en el club y la afición

Lo único cierto es que la Real ni soñaba con la suite que tiene en la Liga, aunque el Valencia llame insistentemente a su puerta, ni que la cantera iba a ser lo más parecido a aquella que le dio el éxito y la identidad ni soñaba que iba recobrar su intensidad con aquel espíritu de Zubieta que parecía olvidado.

¿Qué tiene que ver en el asunto Montanier? Sus detractores piensan que le ha venido dado y no ha movido un dedo para que saliera el sol. Sus acólitos piensan que la tranquilidad ha sido su argumento preferente y ha dado salida a lo que había sin poner puertas al campo. El consejo y la dirección técnica están en el medio, entre el césped y la grada, pensando en cómo se puede despedir a un entrenador que te ha metido en la Champions o cómo te puedes quedar con un entrenador en el que no crees. Por eso Montanier está en el aire mientras la Real derrota a tantos equipos con su fútbol y su suerte. Y en San Sebastián no se sabe o no se contesta sobre el preparador.

Montanier habla poco, menos de lo justo, los jugadores prefieren hablar del Real Madrid y el Deportivo, sus próximos y últimos rivales, y la directiva se escuda en la educación del silencio. Nadie sabe nada en la Real, pero todos saben un poco de todo. Montanier no es un entrenador querido aunque los resultados han establecido su estatura. Se parece a Denoueix, el último conseguidor de la Real, que le hizo segundo en la Liga, y luego fue despedido con una escoba del vestuario por pusilánime, se decía. Otro francés al borde del abismo después de haber buscado la calma en el placentero y tecnológico fútbol galo. El de Griezmann. O el de Zurutuza. O el de Cadamuro.

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