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El héroe esquivo

Florentino espera convencer a Cristiano de que renueve ofreciéndole 15 millones netos por temporada

D. TORRES
Cristiano, en el entrenamiento previo a la final.
Cristiano, en el entrenamiento previo a la final.J. C. Hidalgo (EFE)

Se apiñaban en la cola que cada día se forma en las taquillas del Museo del Bernabéu. Eran un grupo de turistas indonesios que habían hecho una escapada en su gira por Europa para conocer el Bernabéu, la semana pasada. Como cientos de viajeros provenientes de Asia y Oceanía, a estos vecinos de Yakarta no les interesaba conocer ni España, ni Madrid, realmente, ni por supuesto el Museo del Prado, o el viejo Palacio de Liria, morada de aristócratas típicos. Estos muchachos morenos, peinados con gomina como su ídolo, solo acariciaban el sueño modesto del que participa la mayoría de los visitantes que compra el pase del museo más concurrido de España: contemplar la hierba que pisa el goleador. Respirar el aire que se embolsa en el recinto majestuoso del estadio que hoy se llenará de gente que asistirá con miedo, o con entusiasmo, a cada pequeña cosa que haga Cristiano.

Cristiano Ronaldo está a punto de cumplir cuatro años en el Madrid y millones de madridistas en todo el mundo todavía no se han hecho una idea clara sobre la clase de persona que se esconde debajo de la coraza de músculos que mete y celebra goles a ritmo industrial. Muchos no sospechan que su vida no se compone de una indefinida sucesión de paroxismos cotidianos. No saben que, salvo cuando lo traiciona la exasperación competitiva, es un muchacho sencillo, educado, noble, respetuoso con los adversarios, y agradecido de poder vivir en una ciudad que aprecia. No lo saben porque el equipo vive acuartelado desde hace tiempo. Porque ni su jefe, José Mourinho, ni el club, enclaustrados como están, han tomado suficientes iniciativas por mostrar al mundo ese patrimonio que no se puede exhibir en el museo. Cómo es de verdad el ser humano que se ha convertido en el goleador más prolífico que ha pisado Chamartín desde su fundación.

Este curso, suma 54 goles en 54 partidos y ante su rival de hoy, ocho en ocho duelos

De los héroes madridistas del pasado se conocieron casi todos los ángulos amables. Di Stéfano, Gento, Hugo, Butragueño, Sanchís, Raúl, Zidane o Ronaldo, tímidos o extrovertidos, acabaron conformando parte del paisaje humano del barrio. De Cristiano, la mayoría conoce poco más que sus progresiones en la cancha, como destellos, y sus cifras en asombrosos partes estadísticos. Ha metido 201 goles en 198 partidos en todas las competiciones oficiales desde que fichó por el Madrid en 2009. Esta temporada la proporción sigue una extraña simetría: 54 goles en 54 encuentros. La misma proporción que registra contra el Atlético, el rival de esta noche, al que ha sacudido la red ocho veces en ocho partidos.

Rodrigo Silva

Cristiano es el espolón de este Madrid. Cada vez que ha habido que derribar un muro para conquistar un título, cada vez que ha sido preciso acceder a un trofeo, en los últimos cuatro años el portugués ha resultado indispensable. Marcó un gol en la ida y otro en la vuelta para levantar la Supercopa ante el Barça, en agosto pasado. Metió el gol definitivo en la victoria que selló la Liga 2011-12 en el Camp Nou. Y marcó uno de los goles que mejores recuerdos traen a la hinchada: el 1-0 de la final de Copa de 2011, en Mestalla, en el minuto 103, al cabo de una carrera de 100 metros que remató de cabeza elevándose por encima de la defensa azulgrana. El afán de Cristiano es demostrar esta noche, una vez más, que no hay nadie más determinante.

Cristiano tiene presente que Florentino Pérez, el presidente madridista, tardó en hacerle llegar su aprecio. Durante tres años le hizo sentir menos importante que Kaká, Benzema, o cualquiera de los jugadores que había fichado personalmente. Cuando cayó en la cuenta de que había que ofrecerle la renovación para evitar el disgusto de su marcha, el pasado otoño, el jugador sospechó que lo hacía para presentarlo como un trofeo proselitista, camino de las improbables elecciones presidenciales del próximo julio. Orgulloso y susceptible, quizá necesitado de verdadero afecto, Cristiano, de 28 años, se ha negado incluso a reunirse para oír las ofertas del club.

Acuartelado por el club, la gente no sabe que es un muchacho noble y respetuoso

El silencio del futbolista, que cobra nueve millones de euros netos al año en concepto de salario básico, tiene en vilo a la directiva madridista. El presidente no sabe cómo rectificar. Busca modos de hacerse oír. Vías de aproximación al ídolo más universal de su club. De momento, el jugador, le ignora. Dice que no quiere renovar. Lo afirma con tanta convicción como cuando asegura que desea continuar en el Madrid y cumplir su contrato, que acaba en junio de 2015.

Florentino Pérez piensa en modos de hacerle cambiar de opinión. Desde los despachos del Bernabéu aseguran que el dirigente está dispuesto a tentar a Cristiano con una oferta máxima de 15 millones netos de salario básico anual, cantidad que le supondría al club un gasto de 34 millones, de acuerdo a la nueva normativa fiscal. El salario bruto más alto del mundo.

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Sobre la firma

D. TORRES
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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