El idilio del Chelsea hurga en la maldición del Benfica
Tras adelantarse Torres, el equipo de Benítez vence con un gol de Ivanovic en el 92 ante un Benfica digno de compasión
Es un idilio inquebrantable el del Chelsea con Europa, campeón de la Champions el año pasado casi sin quererlo y vencedor anoche de la Liga Europa ante un Benfica digno de compasión. Porque el cuadro portugués, tan valiente como desafortunado, buscó con fe la victoria hasta toparse de bruces con la pegada de los blues (dos goles excelentes, el primero de Torres y el segundo de Ivanovic) y la maldición de Guttman, ese técnico húngaro que antes de marcharse les dijo que no volverían a ganar nada en Europa sin él. Ya son siete finales perdidas, cinco de Copa de Europa y dos de la antigua UEFA. El Chelsea, por el contrario, se dejó llevar por esa seguridad en sí mismos de los campeones, convencidos de ganar tarde o temprano. Fiados a la calidad de sus atacantes, brillaron Mata y Torres por encima de los demás, y a la fortuna en los momentos clave. También Rafa Benítez, que no efectuó ni un solo cambio hasta convertirse en el segundo entrenador, junto a Giovanni Trapattoni, en conquistar este trofeo con dos equipos diferentes (antes el Valencia). Y aun así, al igual que Di Matteo el año pasado, el dueño, Abramovich, le ha enseñado la puerta de salida.
BENFICA, 1; CHELSEA, 2
Benfica: Artur; Almeida, Luisao, Garay (Jardel, m. 77), Melgarejo (John, m. 65); Enzo, Matic; Salvio, Rodrigo (Lima, m. 65), Gaitán; y Cardozo. No utilizados: Gomes, Lopes, Urreta y Aimar.
Chelsea: Cech; Azpilicueta, Cahill, Ivanovic, Cole; Lampard, David Luiz; Ramires, Mata, Óscar; y Fernando Torres. No utilizados: Benayoun, Mikel, Ferreira, Turnbull, Moses, Marin y Akel.
Goles: 1-0. M. 59. Torres, tras un mano a mano con Artur. 1-1. M. 68. Cardozo, de penalti. 1-2. M. 92. Ivanovic, de cabeza.
Árbitro: Björn Kuipers. Amonestó con amarilla a Óscar, Garay y Luisao.
Ámsterdam Arena. Unos 53.000 espectadores. El Chelsea sucede al Atlético como campeón de la Liga Europa.
Los zurdos del Benfica (Matic, Gaitán, Rodrigo y Cardozo) fueron tejiendo y destejiendo un ataque tan paciente como estéril en los últimos metros. Jorge Jesus se apoderó del centro del campo, imponiendo la técnica de Matic, Gaitán y Enzo Pérez, muy superior a la de David Luiz, de donde arrancaba a pelotazos el ataque londinense. La compañía de Lampard, que sí intentaba salir jugando, no era suficiente.
El Chelsea reculó demasiado, invisible la mano de Benítez, tan meticuloso en el trabajo defensivo, en un equipo que defendió sin autoridad, a golpe de rebotes y de balonazos. El ataque tampoco ofreció ningún alarde, pero sí al menos el talento de sus atacantes. Como en ese disparo de Lampard, pura cicuta, cambiando de dirección al acercarse a la meta. El portero portugués, Artur, sacó el balón en el último instante, con un manotazo.
El Chelsea adoptó una actitud más proactiva tras el descanso, concretada en una contra tan simple como demoledora. El pase larguísimo con el brazo hasta el centro del campo de Cech, la prolongación de Mata y todo el campo abierto para Torres. El Niño desplegó la carrera larga, la potencia para deshacerse de Luisao, y la habilidad para regatear al meta Artur con suave toque con el exterior del pie derecho. El disparo cruzado ya no encontró oposición. Su sonrisa contenida expresaba la felicidad tras muchos meses de pesimismo.
Jorge Jesus reaccionó como se le supone, lanzando a su equipo a por el empate, encontrándose con una mano de Azpilicueta dentro del área. El penalti lo transformó Cardozo, fuerte y por el centro, cuando Cech ya se había estirado hacia su izquierda, su séptimo tanto en el torneo.
Jorge Jesus braceaba desesperado. Se acababa de lesionar el central Garay. Ya había cumplido los tres cambios. Y el final del partido fue apasionante. Lampard firmó otra preciosidad de disparo al larguero tras una magnífica dejada de Mata. El media punta asturiano tenía el gol del triunfo en la cabeza. El centro de córner desde la esquina derecha, muy combado al segundo palo. Ivanovic se encargó de lo demás. Retrocedió en diagonal varios metros, se elevó y conectó un cabezazo soberbio, cruzado, que entró por la escuadra contraria. En el descuento para hurgar en la maldición del Benfica. No hubo consuelo. Las palabras de Benítez al oído de Jorge Jesus no eran escuchadas por el técnico portugués, víctima de tres días fatídicos: el sábado perdió prácticamente la Liga a manos del Oporto en el tiempo extra y esta vez la Liga Europa. Guttman no descansa nunca.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.