Un paseo de campeonato
El Barça rubrica en el Calderón (1-2) una Liga en la que su gran rival ha sido el propio Barça por sus dificultades internas Al igual que el Madrid, los azulgrana necesitan correcciones
La Liga vale lo que vale, que es mucho botín, y el Barça tiene motivos sobrados para festejar la cumbre por mucho que su 22ª conquista haya resultado algo desteñida por una cuestión intrínseca al deporte. Sin suspense llega la rutina incluso cuando se alcanza el trono con un paseo de campeonato. Es lo que ha sucedido en una Liga que ha pasado del bipartidismo extremo al monocultivo azulgrana durante una vuelta. Un título en medio trayecto, porque el Madrid dimitió de mala manera en otoño y a los demás no les llega, lo suyo son otras tramas.
En realidad, el Barça ha jugado contra el Barça y se ha vencido a sí mismo en un curso complejo por la salud de su entrenador, un trance tan inédito como difícil de manejar. Las verdaderas dificultades del Barça las padeció en sus entrañas. Por circunstancias muy distintas, lo mismo que el Madrid, al que se le multiplicaron los problemas internos y terminó devorado por los enredos de camerino. Al contrario que el Barça, el Madrid perdió contra sí mismo.
Al contrario que el Barça, el Madrid perdió contra sí mismo
Nada tiene que reprocharse el Barcelona, por supuesto, pero mal haría la institución si se deja hipnotizar por el campeonato conseguido. Desde el club se emiten señales de una peligrosa complacencia. El poso final de la temporada ha retratado a un equipo hecho trizas en Europa y con unos cuantos encuentros ligueros sin mucho pulso. Con la copa en la vitrina tiene la mejor ocasión de plantearse cómo resolver unas cuantas incógnitas: Tito Vilanova, Valdés, Puyol, Xavi, Villa, Cesc... ¿Y el papel de Messi?
Pasada la mitad de la Liga, el Barça de campeonato ha presentado su peor versión de los últimos tiempos. Ha tenido forro para navegar con comodidad en el torneo doméstico, pero en Europa se le han visto las costuras. Su cuelgue de Messi ha resultado desmedido. Ni siquiera un elegido como él puede con semejante mochila. Al Barça le han faltado variantes tácticas e individuales, con muchos remiendos defensivos y un ataque limitado al fenómeno argentino. Su lesión también ha puesto en entredicho a los gestores del equipo, que han dado la sensación de gobernar el caso de forma un tanto improvisada, a la carta del jugador y sus “sensaciones”. Como traca final, Messi tuvo que abandonar ayer el Calderón (1-2) de manera precipitada y antes de tiempo al resentirse de sus molestias cuando el Barça ya había hecho los tres cambios. Leo murmuró algo al oído de su entrenador cuando ya enfilaba el vestuario y punto. Luego, cosas del fútbol, Alexis y Gabi —con un churro en propia puerta— remontaron el tanto de Falcao. Inquietante para un Atlético que ha caído en un mes con dos grandes muy rebajados, distraídos por otros guiones, lo que refleja la distancia entre Barça y Madrid y el tercero de la Liga. Un dato turbador para los colchoneros a cinco días de medirse a los blancos en la final de Copa.
A la espera del reto copero, la Liga, en sus alturas, no ha tenido chicha por la tristeza e intrigas palaciegas del Madrid y el acelerón inicial del Barça, que se quedó sin contrincante en un suspiro. Descontado el asalto local, ambos supeditaron su gran objetivo a la Copa de Europa, donde finalmente se llevaron un revolcón de aúpa. Síntoma inequívoco de que bien les vendría a unos y otros una revisión.
Si bien al Barça le queda un premio que no es de consolación, ni mucho menos, su plantilla, por años de tanto desgaste, despierta más dudas que las de su eterno rival. El Madrid tiene esqueleto futbolístico para mayores aventuras. Por mucho que se desahogue José Mourinho, a una entidad como la de Chamartín no puede confortarle jamás ser semifinalista. A partir del viernes, estará en la misma tesitura que su gran adversario, a la búsqueda de un presente inmediato, porque en los dos casos no hay pausa que valga. El Barça partirá como campeón, pero el Madrid, que hizo lo propio allá por septiembre, ya le ha dado pistas de lo que puede suceder si no se acometen las correcciones oportunas. Ahora le toca disfrutar un gran título, igualar si puede el récord de los 100 puntos y brindar por ello sin entretenerse demasiado ni paralizarse ante el espejo. En el fútbol de Barça y Madrid, de Madrid y Barça, mañana es ayer. Bien lo saben chicos como Iniesta y Piqué, que ya han reclamado en público medidas. Mal presagio que a Tito le parecieran un desaire.
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