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La obsesión por Diego Costa

En el derbi del Calderón contra el Real Madrid, los balones al delantero brasileño volvieron a ser la única solución del Atlético

Ladislao J. Moñino
Diego Costa pugna con Nacho en el derbi.
Diego Costa pugna con Nacho en el derbi.ULY MARTÍN

Impreciso en el juego combinativo, sin Arda, al que Simeone prefirió resguardar, y sin un centrocampista para jugar entre líneas con la virtud del último pase, el Atlético volvió a recurrir en el derbi a Diego Costa como una vía exclusiva para atacar. No es la primera vez que esto sucede. La querencia a que el brasileño capitalice la ofensiva rojiblanca se ha convertido en un tic que últimamente se acentúa cuando los contrarios logran neutralizar ese fútbol de robo y pase vertical que tantos réditos le ha dado este curso al equipo de Simeone. Ya sucedió ante la Real Sociedad (0-1), ante el Valencia (1-1) y ante el Madrid (1-2). En estos tres partidos, cuando al equipo no encontró caminos y fluidez para pisar el área contraria, la solución fue única: balones en profundidad a Diego Costa. En esos duelos su número de pases recibidos se disparó frente a los que recibió Falcao, su pareja de ataque. Ante la Real, Costa fue buscado y encontrado por un compañero en 46 ocasiones por 30 de Falcao, ante el Valencia 38 por 18 del colombiano.

Contra el Madrid, su buscado intervencionismo por parte de sus compañeros le llevó a ser receptor de 44 pases por 30 del colombiano. La mayoría de sus desmarques a la carrera casi siempre murieron sin impacto alguno en las inmediaciones del área de Diego López.

Le ha ganado muchos partidos al Atlético y sus compañeros reconocen que su juego al espacio es un alivio

El sábado, Costa perdió 20 balones y de los nueve regates que intentó ninguno le salió. Fue una imagen habitual del derbi verle correr al espacio por el costado izquierdo, recibir, conducir con la cabeza abajo y trastabillarse o sacar un pase que casi nunca encontró a Falcao, con el que le costó mezclar. O las jugadas murieron en sus botas (22), o perdió el balón, o no conectó mediante un pase con Falcao, que solo recibió un balón procedente de su pareja atacante. El crecimiento del brasileño ha repercutido sobre Falcao, que juega junto a un delantero al que le gusta finalizar lo que empieza.

La ascendencia de Costa sobre el juego del Atlético, e incluso sobre el estado emocional de los partidos con su tendencia a la gresca, ha sido proporcionalmente directa a la trascendencia de sus actuaciones. Le ha ganado muchos partidos al Atlético y sus compañeros reconocen que su juego al espacio es un alivio cada vez que se ven apurados por la presión de los contrarios. El problema surge el día que Costa no es capaz de superar a las defensas contrarias como sucedió ante el Madrid. La obsesión por jugar con él convierte en simple fogueo los desmarques interiores de Falcao, que necesitan de un pasador que le filtre balones. Todo el ataque del Atlético pareció depender de lo que fuera capaz de generar Diego Costa. Y el sábado fue nada.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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