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El Zaragoza es todo un superviviente

El equipo de Jiménez se reactiva tras batir en el último suspiro al Mallorca, su primer triunfo en 16 jornadas

Jordi Quixano
Sapunaru cabecea ante Nunes.
Sapunaru cabecea ante Nunes.Javier Cebollada (EFE)

La historia está de su parte una vez más. Siempre le queda aliento, una vida extra, una partida gratis a este Zaragoza que se resiste al destierro desde hace años, ya con callo en situaciones desesperadas. Fichajes de emergencia, técnicos revulsivos y puntos a última hora, un cóctel tan comprometido como sabroso, tan taquicárdico como alarmante. Y cada curso tropieza con la misma piedra, lejos de la tranquilidad y Europa; escollo que se repite ahora porque al equipo de Jiménez se le escapó sin previo aviso ni sentido esa fogosidad contagiosa que destilaba al inicio de la temporada. El conjunto maño se creyó mejor que el Mallorca y superó un susto superlativo en el penúltimo tramo del duelo, cuando Roberto y Paredes no se entendieron y facilitaron el gol de Arizmendi. Pero nada descompone al Zaragoza, todo un superviviente.

ZARAGOZA, 3 – MALLORCA, 2

Zaragoza: Roberto; Fernández (Paredes, m. 46), Sapunaru, Álvaro, Abraham; Pintér, Apoño; Víctor Rodríguez (Bienvenu, m. 84), Rodri (Rochina, m. 53), Montañés; y Postiga. No utilizados: Leo Franco; Movilla, Lanzaro y Wilchez.

Mallorca: Aouate; Hutton, Geromel, Conceição (Nunes, m. 25), Antonio López;Martí, Pina (Víctor, m. 75), Tissone; Giovani, Hemed y Álfaro (Arizmendi, m. 62). No utilizados: Calatayud; Javi Márquez, Kevin, Fontàs y Javi Márquez.

Goles: 0-1. M. 12. Hemed. 1-1. M. 29. Montañés. 2-1. M. 60. Postiga. 2-2. M. 83. Arizmendi. 3-2. M. 88. Rochina.

Árbitro: Álvarez Izquierdo. Amonestó a Fernández, Rodri, Martí, Apoño, Tissone y Movilla.

La Romareda. Unos 30.0000 espectadores.

Poco lo importó al equipo blanquillo que se le torciera el duelo de buenas a primeras, cuando un músculo de Loovens dijo basta en el calentamiento. Salió Fernández para cubrir el costado y Sapunaru se reconvirtió al centro. Retoques que acentuaron el peligro del Mallorca, el pie de Giovani. Impulsado por Pina, el trampolín, Gio evidenció que está en permanente combustión desde que llegara Manzano al banquillo. Así, de inicio, le enseñó la matrícula a Fernández, su pareja de baile, que perdió en el reto de la carrera y solo lo detuvo con una segada de aúpa, con una cartulina amarilla. Y a la segunda, Gio levantó la cabeza, también los brazos, y lanzó una falta teledirigida a la cabeza de un Hemed falto de compañía. Gol y siesta del Mallorca; aguijón de vitaminas para un Zaragoza que se regeneró con la gallardía y el aliento de la grada.

Con Apoño como timón y con la velocidad como espina, el Zaragoza se definió con ataques cortos y pases largos, lejos de una composición bella, suficiente en cualquier caso para destripar a la zaga bermellona, con la autoestima y la línea demasiado alta, edén para la electricidad de Víctor Rodríguez y Montañés. El primero oteó el frente y asistió en profundidad al segundo, ya solo ante Aouate, pillado a media salida. Gol de manual, contra perfecta. Y con el ambiente en ebullición, reinó el desparpajo y el ímpetu de Apoño, también una pillería malentendida por el colegiado que le mostró amarilla al entender que simulaba un claro manotazo de Hutton sobre su cara. Nada que contrariara a Roberto, portero mayúsculo que sacó dos manos a Hemed y Alfaro, ni a Víctor Rodríguez, que volvió a desempolvar el manual del centro hacia Postiga, que giró el cuello y envió el balón, mordido, a la red.

Replicó Gio con brillantez pero sin tino, hasta que el malentendido de Roberto y Paredes pareció definitivo. No lo fue porque el Zaragoza, impulsado por un disparo certero de Rochina y un gol anulado al rival en fuera de juego, sacó el botiquín de supervivencia. Un triunfo con suspense, una victoria en 16 encuentros, una vida extra. Como siempre.

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