“Ni los mejores ni un desastre”
Fernando Alonso se resigna ante un inicio de curso en que circula como en una montaña rusa
Paradojas de la F-1, el día que Fernando Alonso cumplió 59 grandes premios sin abandonar como consecuencia de una avería mecánica, récord absoluto en la historia del campeonato, el alerón trasero de su F138 le hizo una jugarreta y le borró de un plumazo de la presumible jarana que debía mantener con Vettel para adjudicarse la cuarta carrera de la temporada. La octava posición que arañó después de darse cera con media parrilla y especialmente con Checo Pérez al final supone un botín insuficiente al compararlo con el tremendo esfuerzo del español. Corría la quinta vuelta de la prueba y Alonso acababa de adelantar al Mercedes de Rosberg en la recta principal y gracias al extra de velocidad que supone la apertura del DRS, cuando comenzó a notar que el coche se comportaba de forma extraña, que lo perdía de atrás.
“Les he dicho a los técnicos que me había quedado sin neumáticos traseros y ellos me han respondido que no, que el alerón estaba bloqueado y no se cerraba”, relató el asturiano, que visitó el taller dos veces en dos vueltas consecutivas (la séptima y la octava), porque nada más reincorporarse a la pista la primera vez volvió a echar mano del DRS, que volvió a quedarse abierto: “había que probarlo”.
La segunda parada enterró cualquier opción de podio, un objetivo que, según el campeón de 2005 y 2006, parecía de antemano realista. “¿Qué resultado cree que habría obtenido de no ser por el fallo mecánico?”, le preguntaron. “Pues supongo que primero o segundo. Si Vettel hubiera ido demasiado rápido y no lo hubiera podido alcanzar, el segundo puesto habría sido mío porque al podio han llegado Kimi y Grosjean, que salieron muy atrás (octavo y undécimo, respectivamente)”, razonó.
El batacazo es especialmente sangrante para la marca de il cavallino rampante, que circula por este curso como en una montaña rusa. En Australia, donde el Mundial levantó el telón, Alonso concluyó el segundo, una semana antes de abandonar en Malasia por culpa de un roce con Vettel y la falta de cintura de Ferrari, que le dejó en la pista hasta que el morro de su monoplaza se descolgó. La victoria de hace ocho días en China le catapultó de nuevo, un impulso que ayer se frenó en seco. “Es muy pronto, esto no ha hecho más que empezar. Nadie puede decir que lo de esta vez no es mala suerte. Si tienes un problema con el DRS, lo normal es que no se abra porque para hacerlo se precisa de mucha fuerza debido a la presión del aire. Pero que se quede abierto es muy extraño”, argumentó Alonso —Ferrari ya tuvo problemas con el DRS en 2011, año en que se implantó—. “Ganamos en Shanghái, nos colocamos a nueve puntos del líder y muchos dijeron que teníamos el mejor coche y que íbamos a ganarlo todo de calle. Una semana después, volvemos a estar a 30 y esto ya es un desastre, ¿no?”, ironizó.
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