_
_
_
_
_

El desafío “definitivo”

Nadal juega por primera vez tras su lesión con Djokovic, que tiene como gran objetivo Roland Garros, el único grande que le falta ● El español busca el récord de nueve títulos

Juan José Mateo
Rafael Nadal celebra su victoria ante Tsonga.
Rafael Nadal celebra su victoria ante Tsonga. JEAN CHRISTOPHE MAGNENET (AFP)

Cuando se apaga el rugido de la grada, encendida en apoyo de Tsonga, que cae 2-6 y 6-7 ante Rafael Nadal pese a remontar un 1-5; cuando ya es solo silencio el abucheo con el que el público despide a Flavio Fognini, que cede 2-6 y 1-6 en 53 minutos ante Novak Djokovic, esto es lo que queda: un partido entre el número cinco y el número uno para decidir hoy (14.00, C+ y Tve) el título del master 1000 de Montecarlo. Los dos rivales se cruzan por primera vez en casi un año (Roland Garros 2012) y ponen bajo la lupa muchas de las dudas que anidan en su cerebro. Nadal, protagonista de una brillante vuelta al circuito tras siete meses lesionado, busca su noveno título consecutivo en el principado con la espalda y la rodilla izquierda zurcidas por las cintas del fisioterapeuta. Djokovic, que pena desde hace días por un tobillo doblado, sabe que tumbarle en Montecarlo es como robarle el alma a su contrario. Con Roland Garros en el horizonte (desde el 26 de mayo), el duelo decide muchas cosas de lo que queda de gira de tierra. Se juega por el hoy, pero también se compite por el mañana.

A mi servicio le falta velocidad. Tengo la espalda un pelín cargada, dice el español antes de verse con el mejor restador

El partido empezó a jugarse hace varios días. El miércoles, mientras Djokovic debutaba remontando ante el ruso Youzhny, Nadal se acodó sobre el marco de una ventana del piso más alto de la casa club que domina la pista central y observó el partido. El mallorquín vio cómo el serbio apoyaba el pie con prudencia, desconfiando de su tobillo; cómo gesticulaba igual que si estuviera sometido a grandes dolores; y cómo, finalmente, devoraba el partido con la voracidad que le distingue. Luego, Nadal seguramente no perdió detalle de otra cosa: el número uno ha competido de menos a más durante la semana.

“¿Que si estoy contento de reencontrarme con Djokovic? ¡No soy estúpido! ¡Preferiría un adversario menos fuerte! Novak te empuja siempre al límite”, le dice ayer a los periodistas el número cinco mundial, que pasó apuros en cuartos y en semifinales; que disputa su quinta final en otros tantos torneos tras su reaparición (el balance: tres títulos, una derrota y lo que ocurra en el duelo de hoy); y que se enfrenta a un problema. Se reta con el mejor restador del planeta, un hombre capaz de quitarle la iniciativa desde el primer golpe, y lo hace sacando por debajo de su media.

“Al servicio le falta velocidad. Estoy un pelín cargado en la espalda y eso no ayuda a cerrar los partidos”, reconoció en los micrófonos de Teledeporte. “Es fantástico estar en la final, aunque no juegue a mi mejor nivel”. El mallorquín sacó dos veces por el encuentro ante Tsonga y las dos veces perdió el servicio. Lastrado por la espalda, ante el número uno del mundo tendrá que lograr una colocación óptima y emplear sus famosos efectos de zurdo para desplazar a su contrario fuera de la pista. Esto es lo que le espera: el tercer mejor tenista en juegos al resto ganados (34%) y un contrario que radiografía la dirección de su servicio mejor que ningún otro.

“Y yo no voy a salir ahí fuera a intentar jugar a mi mejor nivel”, avisó Nole, derrotado por Nadal en los últimos tres cruces, cuando le preguntaron por la leyenda de su contrario, el titán de la arcilla, ocho veces campeón en Montecarlo, siete en Roland Garros y seis en Roma. “Yo saldré ahí fuera a ganar... pero cuando uno se enfrenta a Nadal en tierra sabe lo que le espera: el desafío definitivo”.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_