_
_
_
_
_

La revolución de Susi

Michael Zorc, leyenda y director deportivo del Dortmund, engendró el exitoso proyecto actual, con su peculiar forma de cazar talentos y sus entrenamientos

Ladislao J. Moñino
Zorc, director deportivo del Dortmund y el técnico Klopp.
Zorc, director deportivo del Dortmund y el técnico Klopp. Christof Koepsel (Bongarts/Getty Images)

De nada le valió a Michael Zorc (Dortmund, 1962), para librarse de las críticas que le señalaban como uno de los responsables de la crisis que estuvo a punto de desembocar en la desaparición del Borussia Dortmund en 2004, haber sido en su infancia un habitual de la mítica Sudtribune del viejo Westfalenstadion. Ni ser integrante y uno de los capitanes del equipo que conquistó la Liga de Campeones en 1997 y posteriormente la Copa Intercontinental, gol incluido al Cruzeiro (2-0). Tampoco, sus 17 años de profesional en el club, ni ser su segundo mejor goleador de la historia de con 131 tantos pese a su condición de centrocampista. Zorc estuvo en el epicentro del caos económico y deportivo generado durante el mandato presidencial de Gerd Niebaum y fue muy cuestionado por ello. Una tortura para un hombre que forma parte de la piel del club y es un icono de la cultura borusser.

“Aquellos momentos de la crisis fueron los peores de mi vida. Pero encontré la solución en lo que me había enseñado el fútbol. De las derrotas se aprende”, ha reconocido sobre aquellos turbulentos días. Su cabeza como director deportivo, pese a la Bundesliga lograda en 2002, fue pedida con insistencia por no haber acertado con inquilinos del banquillo como Thomas Doll o por el escaso rendimiento de fichajes como Pienaar. Nada que ver con el reconocimiento del que goza ahora como cabeza deportiva pensante.

Mi mejor fichaje ha sido Klopp”, suele decir el excapitán, icono de la cultura ‘borusser’

La camiseta que lucieron muchos aficionados en su último partido está entre las más cotizadas para los coleccionistas y su nombre figura en el paseo de la fama del Dortmund, la travesía de aires hollywoodienses que en 100 losas rememora los hitos históricos del club y a sus leyendas. Susi, el nombre de mujer que le puso su compañero Rüssmann por la larga cabellera ochentera que lucía en sus inicios, está considerado como el mejor director deportivo de Alemania. “Mi mejor fichaje ha sido Klopp”, suele asegurar. Desde 2008 entre el técnico y él han cristalizado un plan futbolístico ganador, atractivo y de competitividad sostenible desde una clara apuesta por el desarrollo de los jóvenes talentos.

Se podría decir que la resurrección de Zorc es la resurrección del Dortmund facilitada por Hans-Joachim Watzke, el director general que, pese a las presiones de hinchas y medios, le convirtió en el único superviviente de la criba masiva hecha en la institución tras la era Niebaum. Watzke confió en Zorc como defensor de la historia y los valores del club y también en el hombre que había profesionalizado el scouting en Alemania. Acuciado por los problemas financieros, Susi desarrolló una política deportiva en la que la detección y la formación de jóvenes promesas fue y es la piedra angular. Dirige una red mundial en la que su hombre de confianza, el jefe de ojeadores, Sven Mislintat, le sirve a la carta las demandas de Klopp. Entre ellas, puede estar la necesidad de dar con un tipo de futbolista que le sirva para aplicar un cambio táctico futuro.

La piedra angular de su política deportiva es la detección y formación de promesas

Gündogan, la joven bisagra del equipo, o los habilidosos Götze y Reus surgieron de ese rastreo selectivo. Para ello, Mislintat cuenta entre sus herramientas con una amplia base de datos capaz de seleccionar y radiografiar a los mejores jugadores juveniles por posiciones y características técnicas.

El Dortmund ya no acude a los grandes torneos para fichar jugadores por los que no puede competir económicamente, sino que trata de extraer de esas competiciones las tendencias que pueden marcar al futbolista del futuro. Su mercado está en las competiciones juveniles, domésticas o internacionales, o en Ligas donde el resto mira poco, como Polonia (Lewandowski), Japón (Kawaga, ya traspasado al United por 16 millones) o Australia (el portero Langerack y el medio Amini).

Detectado el talento, la formación se desarrolla en la academia futbolística del club, el gran orgullo de Zorc. Ninguna en Alemania ha adquirido tanto prestigio a partir de tres pilares ordenados jerárquicamente: familia, estudios y fútbol. Los padres de las promesas están para algo más que llevar a los hijos a los entrenamientos. Se les obliga a participar y reciben un manual para ayudar a una formación en la que la tecnología se ha hecho un hueco.

Footbonau, un dispositivo que ayuda a mejorar el toque se ha convertido en la estrella de las instalaciones y tiene maravillado a Zorc. Los jugadores se encierran en una sala a modo de jaula en la que tienen que devolver a los orificios que se iluminan la multitud de balones que reciben escupidos desde las paredes. “Nos divertimos desarrollando jugadores. Incluso si tuviéramos más dinero, seguiríamos por el mismo camino”, advertía hace poco Zorc, fiel a esa filosofía que le ha hecho resucitar a él y al Dortmund.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_