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Llull deja sonado al Maccabi

El Madrid, liderado por la iluminada actuación del base con 26 puntos, pone el 2-0 en la serie y se queda a un paso de la ‘final four’

Faustino Sáez
Sergio Llull festeja un triple
Sergio Llull festeja un triplePEDRO ARMESTRE (AFP)

Excelso, hiperactivo y extramotivado, Sergio Llull tomó el testigo de su tocayo Rodríguez para propinar el segundo croché en la mandíbula de un Maccabi que sale sonado del Palacio. Los 26 puntos del menorquín dejan al Madrid a un paso de la final four de Londres tras otra exhibición de firmeza defensiva, contraataque y puntería que abrumó a un rival al borde de la lona.

Los blancos luchaban por contener la petulancia y el Maccabi por dar lustre al propósito de enmienda. La tunda del pasado miércoles (79-53) sobrevolaba el ambiente y condicionaba la psicología de ambas pizarras. Pero el Madrid recurrió a su hemeroteca reciente para encarar la cita con los dientes apretados. En el capítulo de los playoffs de la última final de Liga, los de Laso tenían un referente al que agarrarse para no caer en la autocomplacencia. En aquella ocasión una victoria por 26 puntos ante el Barça —la misma diferencia que en el primer choque ante el Maccabi— no encontró continuidad y acabó en condena. Anoche la predisposición fue otra. Si dos días antes un parcial de 65-30 en los últimos 30 minutos tumbó a un Maccabi que salió respondón, en esta ocasión los blancos estiraron la concentración durante los 40 minutos abrazados a la actividad febril de Llull.

Real Madrid, 75 - Maccabi, 63

Real Madrid: Llull (26), Rudy Fernández (9), Suárez (2), Mirotic (10) y Begic (2), —quinteto inicial—; Sergio Rodríguez, Slaughter (9), Reyes (3), Draper (0) y Carroll (14).

Maccabi Tel Aviv: James (13), Smith (5), Hickman (10), Caner-Medley (10) y Ohayon —quinteto inicial—; Logan (19), Eliyahu (2), Planinic (2) y Landesberg (2).

Parciales: 18-13, 18-15, 20-18 y 19-17

Árbitros: Christodoulou (Grecia), Dozai (Croacia) y Vojinovic (Serbia). Eliminado Smith (m.40).

10.793 espectadores en el Palacio de los Deportes de Madrid.

El base y Mirotic convirtieron el primer acto en una continuación del anterior partido. Con ocho puntos del menorquín —2 de 2 en triples— y otros tantos del montenegrino, el Madrid se ventiló los primeros 10 minutos reproduciendo todas las virtudes que le habían encumbrado 48 horas antes. Los grilletes en defensa, el dominio del rebote y la velocidad como forma de vida pusieron rápidamente en órbita a los de Laso (16-6, m. 8). Sin embargo, un verso suelto el ataque del Maccabi permitió al conjunto de Blatt capear el temporal. David Logan anunció su inspiración con dos triples en el primer cuarto y confirmó su acierto en el segundo. El escolta de Illinois hizo camino desde la autogestión, buscó las cosquillas al dique de contención madridista y puso a los suyos en el mapa del partido (21-19, m. 12).

“Es el hombre a vigilar”, repetía Laso en cada tiempo muerto mientras buscaba el antídoto. Pero agarrados a Llull, los blancos dieron, sin demasiadas complicaciones, otro estirón (34-23, m. 17) que solo quedó mitigado por los efectos de una antideportiva que le indicaron al base al borde del descanso. Sentadas las bases y localizado su jugador franquicia de la noche, el Madrid se aplicó en mantener la firmeza atrás y el vértigo rumbo al aro rival.

De lo primero, se encargaba el espíritu colectivo de un grupo espoleado por la propia competencia interna. Lo segundo, se lo tomó como una cuestión personal un Llull iluminado. Potencia, pasión, agitación y acierto —6 de 8 en triples— a partes iguales de un jugador cuyos biorritmos son la metáfora de un equipo que vuelve a sonreír.

Enfrente, mientras Smith y James permanecían en el diván, apenas Hickman y Caner-Medley dieron un paso al frente para prestar auxilio a un extenuado Logan. Poco argumento para contener al Madrid enérgico de las mejores tardes y para desmontar una ventaja que los blancos instauraron en la frontera de los 10 puntos como margen de seguridad (56-44, m. 29). Slaughter ponía los muelles, Mirotic y Begic cargaban el rebote ofensivo y Reyes echaba el candado bajo su aro. La aportación episódica de Rudy y el aterrizaje explosivo de Carroll —14 puntos— pusieron en marcha el tocadiscos (69-53, m. 36). Volvió la fiesta al Palacio. Se cargó de endorfinas el Madrid, que el martes en Tel Aviv tendrá la primera oportunidad de sellar el billete para Londres.

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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