Respuesta de campeón
España tira de juego y de espíritu para tumbar a Francia (0-1) en Saint Denis con un gol de Pedro y enfila su clasificación mundialista tras un encuentro en el que también supo sufrir
Llegado el día clave, el campeón supo ganar y padecer. Aterrizó en París al borde del precipicio y se midió a un rival de colmillo. Fue a por la victoria sin miramientos, se sobrepuso a las angustias por las que le hizo pasar una buena Francia y despejó los fantasmas. Víctor Valdés y Pedro vencieron en las áreas y Xabi Alonso y Xavi, militantes de la causa pese a sus males físicos —lo que evidencia el pulso de este equipo—, gestionaron un duelo mayúsculo, intenso, crudo para las dos selecciones en muchos momentos. La diana de Pedro acerca a España al sueño de Maracaná. Si se trataba de medir el apetito del tricampeón, no quedaron dudas. Si era cuestión de medir su valor futbolístico, tampoco, por más que los bleus resultaran inquietantes hasta el final, incluso con diez jugadores, justo cuando se descontroló España. En situaciones límite, a los grandes se les pide respuestas convincentes. La que tuvo el grupo de Del Bosque.
FRANCIA, 0 - ESPAÑA, 1
Francia: Lloris; Jallet (Giroud, m. 91), Varane, Koscielny, Evra; Pogba, Cabaye (Menez, m. 69), Pogba, Matuidi; Valbuena, Benzema (Sissoko, m. 81) y Ribéry. No utilizados: Mandanda, Landreau; Sakho, Yanga-Mbiwa, Clichy, Fanni, Gonalons, Rémy, Payet y Giroud.
España: Valdés; Arbeloa, Piqué, Sergio Ramos, Monreal; Xavi, Busquets, Xabi Alonso; Pedro (Fábregas, m. 76), Villa (Navas, m. 60) e Iniesta (Mata, m. 92). No utilizados: Reina, De Gea; Azpilicueta, Albiol, Javi García, Cazorla, Isco, Mata, Silva y Negredo.
Gol: 0-1. M. 59. Pedro.
Árbitro: Viktor Kassai (Hungría). Expulsó a Pogba por doble amarilla (m. 77) y amonestó a Xavi, Cabaye, Matuidi y Arbeloa.
Unos 80.000 espectadores en Saint Denis.
A un partido de campeones, bravo y con mucha enjundia, replicó bien España. La presencia de Xabi Alonso hizo más vertical al equipo, le quitó esa monotonía horizontal, tan rutinaria a veces como la mostrada ante Finlandia. Alonso, geométrico como es, ventilaba la primera línea de presión francesa. Al principio, nadie lo interpretó mejor que Xavi, astuto para hilvanar con el tolosarra, pero errático en el remate. Suya fue la primera gran ocasión, tras una asistencia de Monreal, a su vez maravillosamente lanzado por Iniesta. El ayer capitán español remató con el tobillo y con el cuerpo demasiado balanceado hacia atrás al borde del área pequeña de Lloris.
Los galos se fiaron a la defensa adelantada para enredar a su rival
Tampoco ayudó el césped de Saint Denis, un paseo lunar para la pelota, de bache en bache, tumbo a tumbo. Una cruz para España, cuyo formato se distingue por un solo toque y a la mayor velocidad posible. En París, cada futbolista sufría para domesticar el balón. No le fue mejor a Xavi con un disparo raso desde fuera del área que salió mordido de su bota derecha.
Con España al gobierno, Francia se encomendó a su defensa adelantada y su laberíntico medio campo para cortocircuitar a los rivales. Presión alta y a la contra con Ribéry y Valbuena por los costados. No es la mejor versión de los bleus, nada que ver con las generaciones de Platini o Zidane, pero no es el gallinero de Raymond Doménech y sus escarnios de camerino. Hoy es un equipo compacto, ha recuperado la seriedad y jóvenes con tanto vuelo como Varane, Valbuena y Pogba mezclan bien con pretorianos como Evra o Ribéry. Benzema, como acostumbra, es un espíritu libre, para lo bueno y lo malo. No es una selección artística, sí tiene talento y entereza para competir al máximo con un adversario tan graduado como el de Del Bosque. Lo hizo en el Manzanares y repitió anoche.
Que inicialmente fuera Xavi el mejor llegador de España enmarca el momento del campeón. Pese a la final de Kiev con Italia, no alcanzó los tronos como un grupo de gran pegada. Su producción futbolística casi siempre fue superior a su capacidad goleadora. Mientras se debate sobre el nueve, ha ido perdiendo martillo. Villa, de vuelta, apenas tuvo remate, ni en su Molinón ni en Saint Denis. Bien plantada en París, la selección no encontraba a quien diera la puntilla. Limitada por la derecha con Arbeloa, con Iniesta cohibido en el uno contra uno y Villa evaporado de fuera de juego en fuera de juego, Xabi y Xavi advirtieron la mejor veta, la de Pedro, que tiene un romance perpetuo con La Roja. Apareció en los mejores momentos de España. En el primer tramo, para encarar a Lloris en solitario. Citó al portero hasta que este le hizo penalti, lo que buscaba el canario. Nada quiso saber el árbitro húngaro. Mejor fortuna tuvo en otra buena incursión de Monreal, a punto de cumplirse la hora. Pedro, hoy tan abnegado como el Pedrito de sus inicios, llegó al pase del jugador del Arsenal con toda la fe del mundo. Lloris, con un rechace, provocó el suspense hasta que la pelota, remolona, cruzó la línea de gol. Antes, Víctor Valdés, como ya es costumbre en los grandes carteles, había evitado el 1-0 en un reto individual con Ribéry, el mejor de los franceses. En la otra portería, lo mismo hizo Lloris tras un zurdazo de Iniesta.
Pogba se pasó de frenada dos veces en un minuto y fue expulsado
España nunca tuvo un respiro. No era un partido de rebajas. Ribéry siempre fue una amenaza, Valbuena es un agitador notable y Benzema, abucheado por el público al ser sustituido, nunca da pistas de cuándo aparecerá, pese a llevar más de mil minutos sin marcar como internacional. Tras el tanto de Pedro, Del Bosque centró su posición y Navas, relevo de Villa, se tiró a la derecha. El técnico salmantino apostó por una marcha más, pero el goleador, lastimado, no tuvo mayor recorrido.
Valdés, como ya es costumbre en los grandes carteles, detuvo cada ocasión
Llegó el momento del control, el tiempo de anestesiar el encuentro. En esa faceta, a España le sobran jugadores para abrochar la pelota, pero Francia le disputó cada asalto. En eso estaba la selección cuando Pogba se pasó de frenada por dos veces en un minuto. El joven jugador del Juventus fue expulsado. Ni eso destiñó a Ribéry, un azote para el equipo español, que, inopinadamente, se agrietó cuando mejor lo tenía. El extremo del Bayern tuvo el empate en un disparo que sobó el poste derecho de Valdés. El meta azulgrana, felino, salvó el partido con un cabezazo de Evra a un paso de bajar el telón. Una parada mundialista. A la gran selección del momento le tocó sufrir hasta el último instante, síntoma del tipo de encuentro al que se enfrentó. Y su respuesta, propia de un campeón.
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