Marcelo, ‘el antisistema’
El lateral se rebela contra Mourinho con bromas y saltos durante las charlas técnicas
Los ejercicios del entrenamiento se interrumpieron y mientras los jugadores del Madrid bebían agua y recuperaban el aliento Marcelo Vieira entró en combustión. El brasileño dio un salto mortal hacia atrás y encadenó una serie de elementos acrobáticos típicos de la gimnasia de suelo: flic-flac, corbeta, rueda lateral, mortal agrupado, mortal planchado, pirueta, twist... Clavó el salto y remató la coreografía con la mímica del pistolero. Sacudiendo su melena ensortijada hizo como que desenfundaba dos trabucos y gritó: "¡Esto es para los que dicen que estoy gordo!".
Marcelo se ha pasado las últimas semanas exhibiendo su risa y su asombrosa habilidad gimnástica. Lo ha hecho cada vez que el mánager, José Mourinho, andaba cerca. Sus compañeros advierten que se trata de una forma de rebeldía. Hay contestatarios silenciosos, como Benzema, y hay gente que se amotina a carcajadas. Marcelo optó por desautorizar al técnico provocando situaciones absurdas. Como cuando Mourinho detuvo una práctica para dar una explicación y se encontró que, mientras hablaba, el lateral tomaba carrera y recorría 20 metros girando como una hélice. Fastidiado, el mánager hace como que no le ve, pero le sigue con el rabillo del ojo. Harto de otro jugador harto. Marcelo no fue convocado para el último clásico de Copa y ni la intermediación de Iker Casillas hizo que Mourinho cambiara de opinión. Su presencia en el partido de hoy sigue siendo incierta.
El brasileño está convencido de que el entrenador le da prioridad a Coentrão
Marcelo, que tiene 24 años, recibió en enero el premio de la FIFA al mejor lateral zurdo del mundo. Levantó el trofeo después de una temporada y media consciente de que Mourinho le postergaba reservando los mejores partidos para Coentrão, su lateral preferido. Desde el verano de 2011 se esforzó por revertir su condición de sospechoso compitiendo con la mejor disposición. Hasta hace un mes. Entonces sus compañeros observan que se agotó. Él dice que se dio cuenta de que el mánager no le cuidaba. Que alcanzó la convicción de que Mourinho había hecho lo posible por retrasar su puesta a punto, y que, además, había filtrado a la prensa que estaba gordo por indulgente. La finalidad era que nadie discutiera la titularidad de Coentrão en la Copa y en la Champions.
La mayoría de los jugadores que pasan por el quirófano y deben guardar reposo vuelven a entrenarse con sobrepeso. Marcelo no fue la excepción cuando le curaron la fractura del quinto metatarsiano del pie derecho, en octubre. Los médicos le advirtieron a Mourinho que el chico había ganado seis kilos y que no podía atribuirse a una mala dieta sino a su particular metabolismo. En estos casos, el rodaje físico para entrar en competición suele hacerse en los últimos minutos de los partidos. Progresivamente. Como hizo el cuerpo técnico con Pepe tras su operación. Al revés de lo que sucedió con Marcelo, a quien el mánager puso de titular frente al Valencia el 7 de enero. Cuando más gordo estaba. Tras delatar que no aguantaba la exigencia le sustituyó en el descanso y ya no le volvió a dar ni un minuto hasta el 2 de febrero, cuando el equipo iba perdiendo (1-0) en Granada.
“¡Esto es para los que dicen que estoy gordo!”, grita tras sus volteretas de gimnasta
El empate (1-1) en la ida de los octavos de final contra el Manchester abrió la posibilidad de encajar el primer gol en Old Trafford y precisar de una remontada épica frente a una defensa cerrada. Hace dos semanas, después del partido, Mourinho comenzó a preocuparse por la situación de Marcelo, un futbolista al que los colegas elogian por su habilidad para jugar en espacios reducidos. En Valdebebas notaron que el mánager intentó trabajar con él para que se pusiera a punto. Pero el brasileño se sintió utilizado y reaccionó sublevándose. Es decir: alternando el fútbol con la gimnasia artística.
En el vestuario recuerdan que el año pasado sucedió lo mismo: Mourinho le dio la titularidad a Coentrão en Múnich, en las semifinales de la Champions, y luego necesitó a Marcelo para remontar en Madrid. Esta vez las condiciones son más complejas: hay que viajar a Old Trafford después de jugar un clásico y Marcelo está disperso. El tema es la murmuración de la plantilla, que ha impuesto al carrilero el mismo apodo que le aplicaron a Lass Diarra, famoso por sus desplantes al mánager: El Antisistema. Un jugador dice: “¡Yo no sé si estará para jugar, pero está que se sale para ir a los Juegos Olímpicos!”.
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