Mourinho permite, Ramos arriesga
El portugués impone el contragolpe, pero deja que el andaluz se gradúe al adelantar la línea de presión como querían sus compañeros
Dieciséis clásicos después, el Madrid de Mourinho se impuso con claridad al Barça en un duelo que, curiosamente, fue el más limpio de acontecimientos extradeportivos de la serie que comenzó en 2010. El 1-3 del martes culminó un proceso de ajustes de dos años y medio. Un recorrido marcado por las sucesivas compensaciones entre los principios que defienden los jugadores de un lado y las ideas del mánager del otro. El resultado, desde el punto de vista táctico, tuvo una doble vertiente: por un lado se vio un Madrid contragolpeador y firme en defensa, como quería Mourinho; por otro, el equipo adelantó la línea de presión varios metros y procuró tener un poco más el balón, tal y como propusieron los futbolistas. En cuanto a la guerra psicológica iniciada en 2010, su único vestigio resultó marginal y estuvo representado por el revolcón de Pepe en la segunda parte. En el viaje de vuelta, los jugadores lamentaban no haber afrontado estos partidos así hace dos años: “¡Cuánto tiempo perdimos!”.
La compañía de Varane, sustituto de Pepe, permitió al andaluz achicar el campo
El vestuario celebró la alineación de Varane como la culminación de la mejor obra de Mourinho en su etapa madridista. El mánager se privó de Pepe, el más obediente de sus jugadores, para alinear una pareja de centrales que ya puede considerarse la mejor posible. Sus compañeros creen que Pepe nunca tendrá en su madurez la serenidad y la capacidad de comprensión del juego de Varane con 18 años. El francés fue el mejor complemento de Ramos en una noche que elevó al sevillano al altar de los grandes maestros en el arte de tirar de la línea. Pepe nunca habría podido acompañar a Ramos a presionar tan alto. Esto hizo el capitán al ver que el Barça carecía de profundidad. Mourinho nunca habría consentido esta manera de achicar el campo por los riesgos que entraña, pero Ramos, aprovechando que tenía un escudero lúcido, asumió la responsabilidad y se lanzó a la aventura. Ese avance de la zaga, según algunos de los jugadores que participaron en el partido, fue la mayor clave del éxito del Madrid. El fundamento de la neutralización del Barça.
Mourinho hizo muy bien otra cosa: permitir que los atacantes insistieran en poner en práctica aquello que funcionó en el partido de ida. Higuaín, Callejón, Özil y Cristiano cayeron a las bandas y bajaron al medio campo a ofrecerse más de lo previsto en los planes iniciales del técnico. La improvisación ayudó a los interiores y a los laterales a salir jugando, y el equipo tuvo más la pelota que en otras ocasiones. Al mánager no le molestó tanto la iniciativa táctica como el afán de la mayoría de la plantilla por evitar la guerra psicológica que él desató en 2011. Casillas y Ramos avalaron la negativa de sus compañeros a participar en provocaciones y el entrenador lo experimentó como un acto de deslealtad. Un disgusto que le impidió disfrutar plenamente de la mejoría de su equipo y de su propio triunfo, como puso de manifiesto Mourinho en el vestuario del Camp Nou haciéndose el ofendido cuando le tocaba salir a ofrecer la conferencia de prensa.
El vestuario celebró la alineación del francés como la culminación de la mejor obra de Mourinho
En las últimas dos semanas de entrenamientos Mourinho redobló los simulacros de presión y transiciones rápidas, insistiendo en un libreto que machaca desde el verano de 2010. En el Camp Nou, el sistema se perfeccionó con una presión más elevada durante más tiempo y con una dosis improvisada de pausa tras la recuperación. El progreso ha sido paulatino, como revelan las estadísticas de remates del Madrid en los últimos 16 clásicos. La progresión cronológica de los tiros confirma una especie de desinhibición madridista (o un deterioro azulgrana, según como se mire): 5, 13, 1, 10, 4, 19, 16, 17, 5, 15, 14, 7, 20, 10, 10, y 14. Nada repentino, en cualquier caso. En el encuentro de Copa del Camp Nou de enero de 2012, con Kaká como titular, el Madrid remató una vez más que el martes. Pero se defendió peor.
El año pasado Varane estaba inmaduro. El martes, gracias a la apuesta de Mourinho, parecía un gigante. “No me sorprendió ser titular”, dijo el francés. “Para eso estoy en esta plantilla”.
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