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El agujero del mejor Barça

La capacidad goleadora de los azulgrana, liderada por Messi, contrasta con las concesiones que el equipo hace en defensa

Ramon Besa
Messi, Thiago y Alves celebran un gol ante el Granada.
Messi, Thiago y Alves celebran un gol ante el Granada.david ramos (Getty)

Hay dos datos muy significativos para comprender la trayectoria del Barcelona: Messi lleva 14 partidos consecutivos marcando por lo menos un gol mientras su portero suma ya nueve seguidos sin dejar la portería a cero, desde que el 10 enero los azulgrana le ganaron al Córdoba en la Copa del Rey, por 5-0. Los 80 goles acumulados en 24 jornadas de la Liga contrastan con los 27 recibidos. Los tantos que mete Messi, 37 en la Liga —por 6 de Villa y Cesc y uno de Alexis—, pesan más en cualquier caso que los encajados por Valdés o Pinto. Únicamente ha habido cinco encuentros de campeonato en que el contrario no ha marcado: Espanyol, Granada, Valencia, Levante y Rayo Vallecano.

A cambio de aumentar su pegada, dispuesto a batir récords, el Barça se ha convertido en un equipo más vulnerable, un asunto muy a tener en cuenta cuando se enfrentan competiciones como la Copa y la Champions, en que el valor de los goles tiene una importancia capital. Los azulgrana han mejorado sus registros ofensivos desde que Tito Vilanova sustituyó a Guardiola. La entrada de Jordi Alba y el encaje de Iniesta con Cesc han resultado tan beneficiosos como contraproducentes han sido a veces las consecuentes salidas de la formación de Abidal y de Villa o incluso de Alexis Sánchez.

Tiene más repertorio en ataque el Barcelona, tanto por dentro como por fuera, en corto o en largo, en el juego de asociación o en el disparo de media distancia, y en cambio le cuesta más replegarse y, sobre todo, combatir las transiciones del adversario. Los rivales llegan con más facilidad y rapidez al área de Valdés cuando el Barça pierde la pelota. Las espaldas de los dos laterales se han convertido precisamente en su punto débil. La discusión de Alves y Busquets después del gol de Igualo en Granada refleja la inquietud y la dificultad para delimitar las responsabilidades cuando falla el sistema defensivo.

A los azulgrana, ahora menos presionantes, les cuesta para las transiciones del rival

Alba no es un zaguero como Abidal, capaz de ejercer de lateral y de central zurdo, tanto en el clásico 4-3-3 como en el 3-4-3 que tanto utilizó Guardiola en su última temporada. Y, por otra parte, Iniesta y Cesc no presionan tanto como Villa o Alexis, generoso en el esfuerzo y el desmayarse, fallón en el control y el tiro.

La pérdida de un tercer delantero cuando forman Cesc e Iniesta debilita la línea de presión azulgrana, reducida a Pedro, un agitador y dinamizador, no exento de remate y también de gol. Y ya se sabe que cuando se aprieta menos, la recuperación se dilata, se aplica tarde y deja de ser efectiva. La pérdida de altura, expresada en las bajas de futbolistas como el propio Abidal y Keita, dificulta igualmente la defensa de las jugadas de estrategia y, por otra parte, las lesiones constantes han martirizado a la defensa. No se sabe, por otra parte, si la baja de Vilanova ha rebajado el trabajo de campo, la especialidad del sustituto de Guardiola.

Aunque participan de la misma filosofía y libro de estilo, Vilanova, Roura y Altimira parecen a veces menos intervencionistas que Guardiola, famoso por su protagonismo a pie de campo, siempre dispuesto a corregir los movimientos de su equipo. La descompresión, en cualquier caso, también le ha venido bien al equipo para recuperar su carta de naturaleza. El objetivo de los técnicos es que el equipo recupere ahora el equilibrio defensa-ataque y también mejore en el control del juego para combatir con garantías frente a equipos con oficio como el Milan en la Liga de Campeones —la ida de los octavos de final se juega el miércoles en San Siro— y el Madrid en la vuelta de las semifinales de la Copa —el próximo día 26 en el Camp Nou—.

La velocidad en la circulación de balón es tan importante para el Barça como la intensidad defensiva, que ha menguado colectiva e individualmente —Mascherano, por ejemplo, no está al mismo nivel que el año pasado y las lesiones desgastan a Puyol—. La balanza, de todas maneras, sigue siendo claramente favorable. Los goles de Messi siempre suman más que los encajados por Valdés.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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