“¡Qué bien jugáis al fútbol!”
El Rayo de Paco Jémez se presenta en el Bernabéu como la gran revelación del campeonato por su apuesta por el toque
El miércoles, en la Ciudad Deportiva del Rayo Vallecano, Paco Jémez sostenía un balón con una postura muy infantil, una estampa muy habitual en él. Aprisionaba la pelota con el sobaquillo, como un crío que se siente el dueño del balón, mientras sus futbolistas hacían circular el cuero a gran velocidad. De repente, de la boca del técnico rayista, tronó orgulloso: “Que bien jugáis al fútbol, cojones”.
A estas alturas de la temporada, el Rayo ha convertido su juego en un signo de distinción que le hace reconocible. Una propuesta que derriba el cliché de que los equipos modestos solo pueden sobrevivir en la élite con mucho orden, litros de sudor, el contragolpe como arma principal y el balón parado como una herramienta imprescindible. “La gente puede decir lo que quiera, pero primero hay que probar si se puede o no se puede jugar como nosotros lo hacemos”, defiende Jémez, un entrenador al que con facilidad se le detecta su concepción del juego —ofensiva desde la posesión y defensiva desde la solidaria— a partir de sus frases en los entrenamientos. “Leo (Baptistao) no la regales que luego hay que correr”; “eso es lo que quiero, que nadie haya protestado y todos hayan ido a apretar para recuperar la pelota”; “pensar rápido que no hay espacio”; “dos contra uno, vamos a echar una mano”; “no quiero a nadie con la cabeza abajo cuando tenga la pelota”, son algunas de las frases que delatan las intenciones del Rayo cuando sale a jugar en cualquier campo.
Sexto en la tabla, con el presupuesto más bajo de la categoría, es el cuarto equipo en posesión de balón (55%) y el segundo, junto al Málaga, que más remata a puerta por partido (15), solo superado por el Real Madrid (19).
La concepción del juego del técnico franjirrojo se detecta a partir de sus frases en los entrenamientos
La concentración de Jémez durante los entrenamientos es tal que es capaz de ignorar a Leo Baptistao, la estrella del equipo, cuando se produce un esguince de tobillo que le pone en duda para el partido de esta noche. Ahí le brota la influencia de Camacho, que lo dirigió en la selección y le enseñó “el respeto por el entrenamiento”. En esos años de internacional quedó “maravillado con la manera de jugar de Guardiola y del Barcelona de Cruyff. Me fascinaba cómo Pep entendía el juego y hablaba mucho con él”, asegura.
Hay en la visión futbolística de Jémez espacio para el sentimiento lúdico del juego, para la transmisión del placer que supone ver a un equipo que se construye desde la pelota. A menudo, se le escuchar gritar: “Si tocamos bien en los entrenamientos, disfrutamos en los partidos”. “El fútbol no es solo sufrir, hay que disfrutarlo y yo disfruto viendo a los míos jugar”, incide. La idea ha calado en el vestuario, que ha comprobado cómo algunos de los jugadores menos dotados técnicamente ha progresado. El miércoles, durante un breve descanso, Trashorras y Piti, dos de los jugadores con mejor pie del equipo bromeaban con el central Gálvez sobre su mejoría con el balón. “Ahora sacas la pelota como Beckenbauer, yo antes te había visto en un par de fotos con los ojos cerrados cuando golpeabas”, le decía Trashorras. “Sí, ahora lo haces como Laudrup, mirando para el otro lado”, se sonreía Piti.
En la posición de Trashorras, que a finales de los noventa llegó a ser una perla de La Masía como mediapunta, antes de probar suerte en el Castilla, se refleja el gusto por tocar la pelota. “Juego a la altura de Javi Fuego y me he adaptado sin problemas, porque no se trata de ser un mediocentro para correr y saltar, sino para hacer jugar al equipo. Para mí, que me crié con la escuela del Barça, este juego me viene muy bien”, asegura Trashorras, que, como su entrenador, dice: “No renunciaremos a nuestra manera de jugar. Si conseguimos tocar bien, los jugadores del Madrid se pueden poner nerviosos”. “En el Bernabéu quiero ver al Rayo más valiente de toda la temporada”, exige Jémez, que no perdonaría una traición al estilo que tiene a Vallecas orgullosa de la rebeldía de su equipo con la pelota.
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