Márquez se encierra en el gimnasio
El trabajo físico realizado en la pretemporada da sus frutos en el estreno del piloto, de solo 19 años, en MotoGP
El virus de la gripe también atacó a Marc Márquez. Fue la semana pasada. Y aunque había logrado alcanzar los 61 kilos de peso (mide 1,68m), volvió a bajar a 59, un peso pluma para su estreno en MotoGP, donde las motos pesan este curso 160 kilos, tres más que en 2012 y 20 más de lo que pesaba la Suter del chico en Moto2. “He vuelto a los 60”, cuenta él, orgulloso, mientras espera a que le traigan un bistec para cenar, proteína pura para el debutante.
El campeón de Moto2 apenas se ha dado un respiro en los últimos meses: en noviembre hubo unos días de gloria y celebraciones, pocos; otros tantos de entrevistas y apariciones públicas, más de los que cualquier deportista quiere, y ya en diciembre cuatro días contados de relax, para coger ganas. Y volver a la bici, a la moto de cross... Y visitar más que nunca el gimnasio. Aunque ya había empezado el año pasado a moldear su cuerpo, a definir su musculatura, sobre todo en el tren superior, ha intensificado este trabajo durante los meses de invierno: “El objetivo era ganar más fuerza, pero claro, al potenciar eso también he ganado músculo. Los ejercicios de cardio han sido los mismos en mi preparación física, pero he trabajado más con las pesas para coger fuerza y en las máquinas, haciendo muchas repeticiones, para mejorar la resistencia”, explica. Y seguirá en esa línea hasta que empiece la competición en abril. “Me he encontrado mucho mejor que en noviembre, lo que significa que vamos por el buen camino”, dice risueño.
Márquez ha trabajado duro para poder llevar con aparente ligereza esa Honda de 1.000cc con la que se presentará en la categoría reina. Y, de momento, parece que el esfuerzo ha valido la pena: en la primera jornada de entrenamientos oficiales con la parrilla de MotoGP al completo el español, de solo 19 años, lideró la tabla de tiempos durante la mañana y concluyó la jornada con el tercer mejor tiempo, a solo 44 milésimas de segundo de su compañero de escuadra, Dani Pedrosa.
Me he encontrado mucho mejor que en noviembre, lo que significa que vamos por el buen camino”
“Los tiempos son lo de menos”, decía él. Lo más importante quizá sea lo poco que le costó ponerse en faena y empezar a rodar a un ritmo rápido tras dos meses sin salir a un circuito; o mejorar los cronos que logró en su primera toma de contacto en serio con aquella moto y en aquella pista, la de Sepang, el pasado mes de noviembre; o lo rápido que ha asimilado conceptos y lo poco que le cuesta proporcionar información a su equipo técnico pese a la ingente cantidad de parámetros que incorpora una MotoGP y el peso que tiene la electrónica en la categoría reina.“Hay muchos botones nuevos”, decía en noviembre. Hoy el manillar ya no esconde secretos para él.
“Pensaba que me costaría un poquito más, pero desde las primeras vueltas me he sentido muy cómodo encima de la moto. Hemos cogido confianza desde el primer momento, aunque está claro que se puede mejorar”, declaraba. Intentó, decía, hacer un buen crono “para que el entrenamiento tuviera sentido” y este miércoles —hay tres jornadas de tests, hasta el jueves, en Malasia— empezará a probar más reglajes, a jugar con las geometrías de la moto y a estudiar la durabilidad del motor —cuestión vital para este curso, en el que las motos oficiales tendrán un motor menos que en 2012, cinco—, además de acumular kilómetros.
Todavía me cuesta tener claros los puntos de referencia y el ser siempre constante, vuelta a vuelta”
Lo que más le cuesta, concede, es la frenada. El paso por curva, que debía ser muy rápido en Moto2 y que él dibujaba con derrapadas plásticas, casi imposibles, es muy diferente en MotoGP. Ahora debe parar la moto a la entrada de las curvas y ser capaz de levantarla lo antes posible para iniciar la aceleración y salir de estas. “Además, todavía me cuesta tener claros los puntos de referencia y el ser siempre constante, vuelta a vuelta”, explica. Y eso que solo se quedó a 0,044 segundos de Pedrosa.
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